Por L. Pablo Casals
Por L. Pablo Casals
Pocas veces queda tan claro que un libro debe ser escrito en versos, demostrando que la poesía, como ningún otro género literario, nos da la libertad de acercarnos a los temas más profundos del alma. En este caso, la voz de Diego Suárez es intimista, nos habla a todos, pero principalmente a cada uno. Es calma, pero firme.
Ninguno de los poemas que integran "Compost" podría ser leído a puro grito para una multitud enfervorizada, como muchos de los que escribió Miguel Hernández, o, por ejemplo, aquel de Jorge Boccanera que dice: "Este es un poema tirado por caballos./ Voy de pie/ voy aullando/ una palabra brilla sobre mi lengua seca, polvorienta/ quiere trazar sus círculos concéntricos en un agua que cante/ ¡arre caballos!".
La originalidad de los poemas de Diego radica en ese universo tan propio que nos comparte, construido con detalles ínfimos de lo cotidiano. Una aparente simpleza podría engañar al lector más desprevenido. Sin embargo, sólo es posible tamaña proeza a través del oficio. Aunque en ningún momento se hace alusión alguna al séptimo arte, todos los poemas son pequeñas historias contadas de forma tan visual, que el lector se verá inmerso en ellas a modo de reproducciones cinematográficas, con la voz del autor en off.
Cuando el poeta dice "hagamos lo que no se hace, amor/ hasta que el cuerpo nos estorbe y acabemos/ por olvidar que la muerte nos pisa los talones", o "en cámara lenta suelto el picaporte/ como si fuera tu mano, para partir/ en dos lo absurdo y tomar/ un camino diferente. / Ni mejor ni peor: / diferente, nada más", nos da la certeza de que el desasosiego no será total. Algo tan necesario para el libro como para el lector. Sergio Ferreira también creía indispensable dejar una puerta abierta para que, quien lea, pueda salir, tome aire y regrese a la lectura cuando lo desee.
A modo de bonus track, como solía pasar con los discos editados décadas atrás, el poema "Helena", con una estética totalmente diferente, cierra el libro de Diego, evidenciando todos los recursos que el poeta guardaba para semejante final. En él leemos: "gorgojeaba la pájara y gorgojeaba la mujer/ y era una gloria la manera en que la pájara se parecía a la mujer/ y la mujer vestida de pájaro se parecía a helena/ que para no distraernos mientras peleábamos por morir sin pensar en ella/ encerraba a la pájara y a la mujer en una jaula que tenía/ si mal no recuerdo/ a la entrada de su pupila izquierda".
La poesía es un misterio develado a unos pocos que, sensibles a ese llamado, la vuelven cotidianidad. Entonces, cuando el lector ande allí dentro, en lo más profundo y solitario de su ser, a tientas en lo oscuro, tropezando con lo que creía olvidado o desechado, tal vez recuerde las palabras de Patricia Severín, cuando dice que "Diego Suárez apela al reciclaje, a la separación de lo que no se pierde y se transforma en otra cosa".
Y es tan cierto como que este libro fue amasado con el barro más nutritivo del poeta y horneado a fuego lento, con leña del árbol que él mismo plantó.
(*) Reflexiones sobre "Compost", poemario de Diego E. Suárez. Publicado por Editorial Palabrava, Santa Fe, año 2024.