Sobre 1950 ya estaba impreso el "disco" en dura pasta y se oía en las radioemisoras argentinas, que no eran muchas. Fue escrita en la década de los 40 y no la querían editar las empresas discográficas, que tampoco eran muchas (eran dos, acaso tres). Allí están los dos octosílabos que constituyen la más formidable canción de protesta que se escribiese en Argentina: "Las penas son de nosotros/ las vaquitas son ajenas". Firmada con el seudónimo que lo acompañó durante toda su vida, Atahualpa Yupanqui decía que se la escuchó a un arriero (Don Anto) que en su mínimo lenguaje de hombre solitario y poco versado hablaba de antiguas penas que iba penando y llevando ("Ajenas culpas pagando y ajenas vacas arreando").
Como sea, el 10 de Febrero de 1945 se registra la canción "El arriero", con música de Antonietta Paule Pepin Fitzpatrick (Pablo del Cerro) y letra de Héctor Roberto Chavero (Atahualpa Yupanqui). Fueron una pareja que duró para siempre. Ella, apodada Nenette, firmaba con un seudónimo masculino por obvias razones de género. ¿Por qué las penas y cuáles? ¿De quién las vaquitas y dónde las llevaba? Además de la denuncia de la explotación, el poema divide pobres y ricos. Planta la denuncia pública.
Esos versos se convierten en una definición que puede aplicarse hoy y siguen siendo parecidas las incógnitas. Este diciembre de 2023 nos encuentra con una inflación acumulada que supera los 130 puntos porcentuales en el año. Más claro: en diciembre de 2022 costaba 100 pesos, lo que sea, hoy cuesta 230. Tal vez más si la suba es porcentual de mes por mes. Las inflaciones son de nosotros…
Asombran algunos colegas que advierten sobre la llegada de "la estanflación" como si la palabra definiese algo malo y estuviésemos viviendo algo bueno. Parados en mitad de un bote que no puede salir de la isla, porque la inundación lo impide, el hombre encima del bote dice: ahora van a ver lo que es bueno… pórtense mal y va a venir la inundación a castigarlos… Como si la inundación viniese mañana y … ¡Por favor!
El 50% de los argentinos vive mal o casi mal y está allí un 10% que vive muy mal. No hay modo de acusar de estas cuestiones al porvenir. El pasado se nos encaramó en la espalda y es una mochila de duras piedras que no se va fácilmente. Que no se irá. Alguien es culpable. Seguramente todos nosotros, porque el voto popular decidió, desde 1983, los gobiernos – sin excepción - y cuando el fracaso llevó a la renuncia de un personaje a quien se hace necesario mencionar, porque suelen olvidarlo interesadamente los radicales, Fernando de la Rúa, los mecanismos constitucionales nos dieron la salida, amañada con una ley de lemas a medida, ahí el peronismo sumó 25, más 23, más 12% de los votos.
Ya entonces los Fernández, los Kirchner, y desde aquellos años los radicales cargan la mochila del fracaso y no logran gestar un jefe de partido, partido que tiende a la desaparición en frentes donde aportan votos y son el furgón de cola de los cargos. Es una tortuosa senda camino a otra cosa. Hay culpables de tamaña disonancia. En cada comuna, en cada pueblo existen y tocan el vals de la democracia plena, comunal, activa.
El radicalismo, genéricamente, era el partido de la democracia y debe preguntarse, debemos preguntarnos qué han hecho desde el 1983 a la fecha para consolidarla. Si enunciamos, como principio activo, que es el voto popular el que consagra y los mandatos deben respetarse, luego del fracaso de Fernando de la Rúa aceptaron su pecado y solo piden cargos y acompañan.
El peronismo, aquel que sobre el 1983 creía más en el rejunte con los militares que en las instituciones, pese a que la mayoría de los muertos en los años de gobierno del Partido Militar fueron jóvenes peronistas sacrificados, torturados, muertos, asesinados, aquel Partido Justicialista se reunía alrededor de la Justicia Social y este es el punto, ahora mismo, en que la Justicia Social es una ausencia y quien gobierna - hoy- es el peronismo. Alguien debería dar un paso al frente y confesar: "Fui yo, tiré la piedra".
Se hace necesario repetir el concepto: Justicia Social. El dinero de planes sociales a quienes nada tienen (una limosna del Estado para el hambre más urgente que proporciona semi esclavos iletrados) es de una indecencia conceptual que no admite réplica. El peronismo ha degradado su condición de Movimiento y aquello que era del socialismo internacional, de los cristianos de las catacumbas, de los primeros cooperativistas, de los radicales socialistas que conformaron el Movimiento Justicialista se ha convertido en una banda de "oidores" de la canción, pero desde el otro lado del mostrador: no tienen penas y son dueños de las vaquitas. Un solo punto vuelve insoportable lo que se describe: el voto popular.
Cuando se comienza a mirar la ciudad donde se vive, en este caso Rosario, se advierte que los cargos legislativos tienden al anonimato en una formulación cuanto menos disparatada: se los busca con grado de conocimiento en el ciudadano, para invertir poco en darlos a conocer y conseguir, por su carácter mediático, una adhesión afectiva antes que ideológica. Luego se los envía al cuerpo colegiado a sobrevivir en mitad de un silencio por inacción, apatía o espíritu de cuerpo que, en todos los casos, apunta más a la apatía y lo central: ignorancia de sus obligaciones porque se parte de una base endeble: eran públicamente conocidos, no conocedores de su función. Los cuerpos ejecutivos, el municipio en este caso, no exhiben gestión, enuncian gestión. El ejemplo es válido en provincia y en nación.
Los ejecutivos tienen su contradicción inatajable. Los enunciados, para ser creíbles, deben propalarse pero de ningún modo investigarse. Pondré 60.000 lámparas Leds. Arreglaré 600 calles. El transporte urbano es fenomenal. ¿En serio? En el caso de las provincias conviene repetir que hay "provincias inviables", que deben recurrir a la caja de un estado nacional unitario que las subsume en la dependencia; a su lado provincias superavitarias que deben entregar sus recaudaciones al estado nacional que las usará con una discriminación diferente al cargo elemental de reciprocidad y, en muchos casos, injusta.
Estos gobernantes no se quejan y, suele ser más humillante, acompañan con delegados que apoyan leyes que agreden a los habitantes de esos territorios. Su discurso es somos independientes y soberanos. ¿En serio? Más en serio es la prohibición – aún hoy existe – de averiguar las fortunas de sus hermanos, primos y demás beneficiarios. Las "familias gobernantes", que están incluidas por años y años en las nóminas estatales, conforman una constelación de burócratas consanguíneos. Cuando alguien habla de "la casta" todos entienden. Entendemos.
El caso de la nación es difícil de explicar fuera de Argentina, donde tampoco se explica, pero a nadie le importa. Ejercen el poder Ejecutivo Alberto Ángel Fernández y Cristina Elizabet Fernández viuda de Kirchner (AF y CFK). Sus nombres están en la nómina estatal desde el siglo pasado, desde la década del 90 con seguridad. El voto popular los consagró. Son la legalidad. Conviene recordarlo. No renunciaron ni renunciarán. Con acuerdo de los cuerpos legislativos se nombró un ministro plenipotenciario, lleno de potencias, de poder: Sergio Tomas Massa, que también desde la década de los 90 ha estado cruzando conversaciones con el poder, con "el Buró".
Fernández, Alberto, dice que se irá a España a dictar cátedra y que ha sido invitado. Sergio Tomás Massa dice que tiene ofertas de fuera del país, en empresas privadas que no tendrán relación con el Estado Nacional y por lo tanto no habrá conflicto de poderes (¿?) eso dijo, hay video. CFK tiene su reino en provincia de Buenos Aires y su calvario (un juego, un divertimento, algo para entretenerse) y la certeza es que suyo sigue siendo el 20% de votos cautivos de una formulación burocrática que tiene un eslogan: "Movilidad social ascendente". Y un esquema: los fascistas, los golpistas, los antidemocráticos, los gorilas, son ellos. En el caso de una discusión apremiante el dogma de nuevo cuño: "La Patria es el otro". Difícil de explicar.
Atahualpa era del PC. No tuvieron muchos muertos en los años duros de muertes, tiroteos, bombas y secuestros, torturas y asesinatos. Y no tienen muchos votos en la democracia. La izquierda es menos que menos en votos en Argentina. La revolución ya ni en películas. Yupanqui es una montaña en la canción. Hoy todo peligra. Su frase sobre el arriero detona en este diciembre en el que un muchacho sin mucha instrucción general, sin cargos previos en el Estado, está uniendo amuletos y pergaminos destrozados para formar su Armada Brancaleone (es en serio, es eso, solo que Mario Monicelli la filmó en 1966).
Cuando pienso en Javier Milei, un producto evidente de la suma de malos tratos al voto popular, el castigo al desencanto y el abuso de la mediatización del discurso político, pienso en aquel filme que define, con bastante pulcritud, lo que nos pasa. La señora Wikipedia dice: "La película muestra a un joven aristócrata llamado Brancaleone (Vittorio Gassman) que, educado en el código ético de la caballería medieval, debe reclamar una presunta herencia que consiste en un feudo. Para ello, Brancaleone recurre al apoyo de un puñado de bandoleros mal armados y muy miedosos, que sólo buscan huir de las penurias del bandidaje sin correr grandes riesgos, y a quienes el fantasioso protagonista denomina seriamente 'mi ejército' (…)". Wikipedia no duda. Monicelli tampoco, los señores feudales, de verdad, eran otros. Vean el filme.
Por mi parte tengo dos dudas: ¿Milei conocerá a la dupla Peppin Fitzpatrick/ Chavero? ¿O a Mario Monicelli? Porque sabe subirse a un escenario, cantar y actuar (tuvo banda rockera e hizo Stand Up, además de ser producido por Nito Artaza, el cómico correntino que también fue senador nacional). Poseo, por otra parte, una certeza: a mitad de camino entre Carlos Menem y Fidel Pintos, sabe elegir a sus acompañantes, dicho esto desde la ciudad que pertenece a los narcos, según el título de un libro que va por su tercera edición y que nadie desmiente: "Rosario, la historia detrás de la mafia narco que se adueñó de la ciudad". Que ya no es pregunta o respuesta: es certeza.
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