Federico Angelini (*)
Federico Angelini (*)
Los últimos doce meses han sido muy positivos en materia de generación de puestos de trabajo. El número de nuevos empleos alcanzó la cifra de 268 mil y, luego de 4 años, el empleo privado comenzó a crecer de manera sostenida. Entre 2012 y 2015, por cada trabajador que se sumaba al sector privado de manera formal, cuatro lo hacían en el sector público. En 2017, se volvió a poner al empleo privado como el motor de la economía cuyos nuevos puestos duplicaron al empleo público.
La economía cerró en diciembre el sexto trimestre consecutivo de aumento de la producción y está transitando el séptimo. La expansión de la actividad económica está extendida en prácticamente todos los sectores de la economía: 13 de los 15 sectores crecieron en 2017. Ya no dependemos de un solo sector. La obra pública en niveles récord y el crédito hipotecario explican la mayor parte del aumento. El crédito hipotecario otorgado en 2017 alcanzó el nivel más alto desde el año 2000.
Claro que a todos nos gustaría que la economía creciera más rápidamente, que la inflación bajara con mayor velocidad, y se crearan más puestos de trabajo genuinos. Es evidente que para que esto comenzara a suceder, fue necesario tomar la decisión de comenzar a resolver problemas estructurales, tal como se empezó a hacer desde el 10 de diciembre de 2015.
Se decidió dejar de estar de espaldas al mundo y, para ello, entre otras cuestiones, fue necesario salir del default, el cual en ocasiones llegó a ser utilizado como bandera política del gobierno anterior, el cual parecía jactarse del aislamiento al que nos había sometido, a no ser por la cercanía con países como Venezuela o Irán.
Estamos transitando un momento necesario, aunque a veces no sencillo ni simpático, de toma de decisiones que nos están haciendo nuevamente merecedores de la confianza externa -veníamos de un gobierno que nos decía que teníamos menos pobreza que Alemania-, posibilitando que seamos cada vez más previsibles tanto a nivel interno como externo.
Como antes mencioné, todos quisiéramos que este resabio de una década de populismo llamada inflación estuviera bajando con mayor celeridad. Sabemos de las consecuencias que este flagelo genera en los sectores más vulnerables. Dicho esto, es justo reconocer que este gobierno recibió una inflación reprimida que pasó de ser del 40 al 25 anual, y se espera sea menor al 20 por ciento durante el año en curso, es decir la mitad. Recordemos que entre el 2009 y 2015 se acumuló en cifras de alrededor del 420 por ciento.
Sin dudas que, como dijo el propio presidente Macri, la inflación sigue siendo altísima, pero está cediendo y ése es un dato que nos alienta. Lo más importante es que la inflación del 2017 fue más baja que el 2016, la del 2018 va a ser más baja que la del 2017 y la de 2019 va a ser más baja que la de este año. Estamos convencidos de que estamos por el camino correcto, en pos de alcanzar la meta de bajar la inflación 5 puntos por año.
Tenemos en claro que el cambio que el gobierno nacional se dispuso a llevar a cabo es tan profundo y crucial para el futuro de la Argentina, que implica que sectores de la dirigencia política y sindical -que históricamente se beneficiaron con una forma de hacer las cosas-, se resistan e intenten instalar el miedo y la sensación de falta de rumbo.
El año pasado fue la primera vez en 100 años que logramos bajar la inflación, los impuestos, el déficit, el gasto y crecer al mismo tiempo. Una señal altamente positiva que nos ratifica el rumbo dispuesto. En 2018, se van a repetir todos esos indicadores, en un contexto de unificación exitosa del mercado cambiario, reordenamiento en la matriz energética del país y reestructuración del Indec.
Podemos afirmar que mientras la inflación cede, la nostalgia populista y la mentira siguen vigentes, aunque -sin dudas- cada vez con menos fuerza. Mientras tanto, con el apoyo manifiesto de la gran mayoría de los argentinos, renovamos el compromiso de seguir profundizando el cambio, que nos permita sentar las bases de la Argentina que soñamos juntos.
(*) Diputado de Cambiemos
Todos quisiéramos que este resabio de una década de populismo llamada inflación estuviera bajando con mayor celeridad. Sabemos de las consecuencias que este flagelo genera en los sectores más vulnerables. Dicho esto, es justo reconocer que este gobierno recibió una inflación reprimida que pasó de ser del 40 al 25 anual.