Pionero. Luis de Torres, probablemente nacido bajo el nombre hebreo Yosef Ben Ha Levy Haivri ("Joseph hijo de Levy el hebreo"). Proveniente del pueblo andaluz de Moguer, fue el intérprete de Cristóbal Colón en su primer viaje a América y la primera persona de origen judío en establecerse en el Nuevo Mundo.
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Nuestra ciudad de Santa Fe está próxima a cumplir sus 450 años de vida. Y como parte de su población, la colectividad judía los celebra con regocijo, augurando muchos años más de progreso y avance para todos y todas, de modo que sea amable con quienes ya vivimos y con quienes llegan a poblarla. Quizá muchos de los nuevos habitantes vengan buscando nuevos horizontes, más benévolos y generosos de los que tenían en sus lugares de origen, tal como lo hicieron muchos de nuestros antepasados que vinieron buscando paz y felicidad
Si rastreamos en las crónicas de la Historia, es casi seguro que encontraremos algunos judíos ya en los tiempos fundacionales de la ciudad. Es muy probable que algunos de sus primeros habitantes hayan tenido alguna herencia judaica, cuestión que se explica desde varias ópticas. La principal es la actuación denigrante e infame de la Santa Inquisición en tierras ibéricas, la cual operaba desde el siglo XIII exigiendo "pureza de sangre" a los españoles. Esto condujo a conversiones –algunas voluntarias, muchas otras forzadas- de musulmanes y judíos al cristianismo, sin reparar que los primeros estaban allí desde el año 700 y los segundos desde mucho –muchísimo- antes, quizás desde los tiempos de los griegos y los romanos.
Eso hizo que muchos españoles, que creían que sus orígenes eran de absoluta pureza –es decir "cristianos viejos"-, en realidad tenían antecedentes de los que se denominaron como "cristianos nuevos". Algunos estudiosos cuentan que Cristóbal Colón emprendió su viaje transatlántico el 3 de agosto de 1492, un día después de que comenzara a regir el edicto de los Reyes Católicos del 31 de marzo de 1492, que determinaba la expulsión del pueblo judío, cuyo plazo de ejecución se estableció hasta el 31 de julio de 1492, pero por motivos desconocidos se amplió hasta el 2 de agosto.
¿Motivo? Existen dos hipótesis: 1) El 2 de agosto coincide con una festividad judía; iniciar el viaje ese día era mala suerte; 2) Dar lugar a que algunos judíos pudieran huir. Presumiblemente el mismo Colón era judío (oculto) y es certero que el reconocido políglota Luis de Torres era un judío convertido recientemente, así como Rodrigo de Jerez, Rodrigo Sánchez, Maestre Bernal y algunos otros. De esa manera, aquel viaje hacia tierras desconocidas resultaba una buena oportunidad para aliviar los peligros y las tensiones de la Inquisición.
Ya en cuestiones más cercanas y locales, podemos decir que –según estudios genealógicos y etimológicos de los apellidos- algunos de los que se inscribieron en el alarde de 1572 y de los "mancebos de la tierra" ignoraban sus orígenes judíos. Es muy probable que ellos no lo supieran, ya que sus antepasados serían los que por motivo de las persecuciones del Santo Oficio (la Inquisición) se los hayan cambiado, convirtiéndose al cristianismo u ocultando su identidad. Es así que tanto Osuna, Burgos, Montoya, Bernaldo, Mosquera, Carabajal (todos ellos mancebos), Leiva (español) y unos cuantos más pueden tener orígenes judíos. Destacamos tres: Mosquera es proveniente de Galicia y Leiva como disfraz del nombre hebreo Levi o también "poner adelante la ley".
Sucede que tanto Rodrigo de Mosquera como Diego de Leiva fueron dos de los participantes en la denominada Revolución de los Siete Jefes, de junio de 1580; quizás fueran descendientes de criptojudíos (judíos que, ocultamente mantenían sus creencias, aunque nominalmente se habían convertido al cristianismo) o judíos conversos –sin saber ellos, por supuesto, esa procedencia-, al igual que Arévalo, el teniente de gobernador jefe de la contrarrevolución.
De los poco más de ochenta audaces que bajaron con Juan de Garay y fundaron Santa Fe, unos veinte tenían apellidos de origen judío. Lo más factible es que ninguno de ellos supiera eso, aunque también existe la posibilidad de que algunos estuvieran huyendo del largo y temible brazo de la Inquisición y buscaran refugio en un lugar apartado de ella, como lo era Asunción en aquellos días de 1573, considerado que el Tribunal había comenzado a funcionar en 1570 en Lima…y en aquel tiempo, el Paraguay quedaba muy lejos.
Posteriormente se registra en la ciudad una enorme cantidad de "portugueses", denominación que señalaba a quienes, llegando de las colonias lusitanas en el Brasil, se asentaban en los dominios españoles rioplatenses. Es casi seguro que estos "portugueses" no eran otra cosa que criptojudíos (la mayoría no tenía certificada la "pureza de sangre"), que huían de los rigores de la Inquisición por aquellos lares, pensando que en estas regiones encontrarían menos restricciones. Se los puede ubicar ya en un temprano 1601 y localizarlos hasta bien entrado el siglo XVII. En ese corto período de menos de medio siglo encontramos unos cincuenta, cantidad por demás significativa si vemos que Santa Fe, por aquellos días, contaba con una población de algunos más de doscientos españoles (peninsulares y americanos).
Los portugueses eran considerados peligrosos porque, después de la separación de las coronas de Castilla y Portugal en 1640, volvían a ser extranjeros y, como dependientes del imperio portugués, constituían una amenaza a la seguridad del reino. Según se decía, también eran peligrosos por judaizantes. Sin embargo, y a pesar de que la orden fue recibida en Santa Fe, el Cabildo no sólo no los expulsó, sino que les prohibió moverse de la ciudad. En agosto de 1651, los vecinos argumentaron que teniendo en cuenta que el carpintero, el herrero y el médico que estaban ocupados en la mudanza de la ciudad eran portugueses, el procurador de la ciudad debía solicitar al gobernador la suspensión de su expulsión. También muchos albañiles eran portugueses. Como se decía: "Se acata, pero no se cumple".
La inmigración judía en aquellos lejanos tiempos fue lenta pero constante. Quizás la pobreza y gran extensión del territorio salvó al Río de la Plata del establecimiento más firme de la Inquisición, lo que facilitó el asentamiento de judíos, que así se alejaban de esta aterradora institución. Y como muchos eran hábiles artesanos (herreros, albañiles, carpinteros), comerciantes, médicos o letrados, encontraron ambientes más o menos benévolos para su vida, aunque hubo algunas denuncias y expulsiones a muchos portugueses por "judaizantes", a quienes, desde la intolerancia e intransigencia católica, se lo concebía como herejes o judíos disimulados que proseguían sus prácticas y creencias religiosas en la clandestinidad.
La presencia de nombres judíos en los registros de la ciudad y la existencia de documentos que mencionan la persecución de judíos en la ciudad son pruebas de su presencia en Santa Fe. En el Museo Etnográfico de Santa Fe -repositorio de restos hallados en el sitio fundacional o en el traslado- es posible ver algunos fragmentos de cerámicas con inscripciones o símbolos judaicos, señal inequívoca de su presencia. Por eso podemos decir que, desde los comienzos mismos de la vida santafesina, los judíos estuvieron presentes, ya sea de manera desconocida –sus descendientes- o encubierta.
Continuará...
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