Por Paco Garibaldi
El cansancio es notorio, pero no debemos dejar que la desesperanza y el hastío nos ganen: la única forma, al menos por ahora, en la que podemos enfrentar al virus reside en ser responsables.
El cansancio es notorio, pero no debemos dejar que la desesperanza y el hastío nos ganen: la única forma, al menos por ahora, en la que podemos enfrentar al virus reside en ser responsablesPor Paco Garibaldi
La situación sanitaria, producto de la pandemia de COVID-19, se ha agravado en los últimos días. Al momento de escribir estas líneas, la cantidad de casos positivos en el país superan el medio millón de personas. En la provincia, llevamos más de 13.600 casos confirmados y más de 140 fallecidos. En nuestra ciudad, hemos alcanzado marcas inéditas de contagios en un día, acumulando ya más de 800 casos.
En este contexto crítico, la sociedad argentina se encuentra realizando un esfuerzo formidable. Hemos realizado un aislamiento muy intenso, dejando de ver a nuestros seres queridos, reorganizando la vida laboral y familiar. Médicos/as, enfermeros/as, personal sanitario y de seguridad, entre muchos otros trabajadores y trabajadoras, arriesgan a diario su vida y su salud.
El cansancio es notorio, pero no debemos dejar que la desesperanza y el hastío nos ganen: la única forma, al menos por ahora, en la que podemos enfrentar al virus reside en ser responsables, cumpliendo con el distanciamiento y extremando las medidas de prevención e higiene.
Del mismo modo, quisiera detenerme en otra de las secuelas de la pandemia: me refiero al derrumbe de la economía. Argentina se encuentra entre los países con peores performances en la materia y con un nivel de actividad que todavía está muy alejado de los valores previos al inicio de la pandemia, sumado a que ésta se solapó con una crisis económica que veníamos arrastrando de los últimos años. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Censos, en los primeros seis meses del año se registró una caída del 12,9% en relación a igual período de 2019, y este frío número, los santafesinos y santafesinas lo vemos reflejado, por ejemplo, en el cierre de locales comerciales (de acuerdo al Centro Comercial de Santa Fe, de marzo a mayo la desocupación de locales aumentó más del 20%) y en la caída sostenida de las ventas en numerosos rubros (casi un 80% de los comerciantes encuestados por la institución reveló en junio que sus ventas cayeron en comparación al mismo mes de 2019) y sus consecuencias inmediatas: crecimiento del desempleo, elevación de la indigencia y de la pobreza, aumento de los delitos, etc.
Ante esta situación, urge tomar medidas que preserven la salud de las personas y que no deterioren aún más el tejido social y productivo. Debemos terminar con la improvisación, el verticalismo y la deficiente comunicación de las medidas adoptadas, para encontrar un equilibrio entre el control sanitario y la preservación de la economía y el empleo. Es tiempo de intensificar los esfuerzos de control allí donde sabemos que se producen los contagios: espacios públicos, reuniones sociales, etc. Es tiempo de apoyar decididamente, y no con parches y a cuentagotas, a las PyMES, cooperativas, restaurantes, hoteles, jardines, comercios, industrias que generan empleo en nuestra provincia y que hoy atraviesan una situación muy difícil. Es tiempo de escuchar todas las voces y tomar decisiones basadas en el consenso y no en la imposición, dejando de lado mezquindades políticas y recelos, trabajando conjunta y coordinadamente para sacar nuestra ciudad, nuestra provincia y nuestro país adelante.
Por eso pido al Gobernador de la Provincia de Santa Fe, encarecidamente, lo siguiente:
* La convocatoria urgente a una reunión ampliada del Comité de Crisis Departamental, donde podamos debatir, planificar y consensuar las acciones para llevar adelante una estrategia que permita que Santa Fe y su área metropolitana puedan encontrar lineamientos comunes en materia de abordaje de la situación sanitaria.
* No retroceder con las medidas que permitieron la apertura y recuperación de la actividad económica, sino fortalecer las prácticas preventivas sanitarias, la asistencia alimentaria y la profundización del apoyo a los sectores más golpeados por la pandemia.
* El diseño de Protocolos de actuación conjunta, entre todos los actores sociales, para optimizar y minimizar la circulación de personas, el uso del transporte público, los horarios de trabajo y de recreación, entre otros, en momento de aceleración del número de contagios.
* Incorporar a los sectores económico-productivos de la región, para analizar y consensuar medidas vinculadas al apoyo y continuidad de la actividad, en particular de las PyMES, las cooperativas, el sector turístico, gastronómico, comercial y las industrias locales.
En definitiva, el panorama es preocupante y desnuda problemas estructurales de nuestro país y de los qué, principalmente la clase política, debemos hacerse cargo. Es tiempo, en síntesis, de estar a la altura de lo que estas difíciles circunstancias nos demandan. Ahora más que nunca, cuidemos la salud sin matar a la economía.