Lic. Silvana Etchepare
Lic. Silvana Etchepare
El empoderamiento femenino es un proceso continuo, que toda mujer debe realizar para conocerse a sí misma con el objetivo de construir su propio liderazgo, sin prejuicios, sin mandatos familiares ni sociales, sin modelos aprendidos que inspiren una sobreexigencia, inseguridad e insatisfacción por los grandes estándares que debe cumplir, por el solo hecho de haber nacido como "mujer".
Implica potenciar su autoestima, tener amor propio, sentir seguridad personal que inspire libertad y autoconfianza. Decidida a conducir su vida personal tomando las decisiones que cree correcta, siendo asertiva con sus deseos y proactiva con sus aspiraciones.
A diferencia del hombre, quien por muchos años ha gozado de un lugar privilegiado en la sociedad, la mujer lo ha sufrido y en la actualidad, y en muchas culturas lo siguen haciendo. En la Argentina misma, hay provincias muchos más progresista que otras, con esta idea. A esto lo podemos ver en la desigualdad en sus derechos, en las oportunidades no solo académicas y profesionales, siendo subestimadas en sus capacidades, relegadas a espacios insignificantes, sin tener en cuenta sus habilidades y fortalezas. A no ser consideradas como personas con necesidades y aspiraciones, con una voz capaz de expresarse y en muchos casos, silenciadas. Estos y otros malos hábitos a marginado a muchas niñas, adolescentes y mujeres a padecer hechos de violación, maltrato, negligencia, explotación atentando contra su integridad.
El empoderamiento, lejos de ser un proceso que quiera desacreditar al hombre, tiene que ser acompañado por este, ya sea dentro del matrimonio, de una relación de hermandad, de amistad etc. De acuerdo a la flexibilidad cognitiva, emocional y motivacional del hombre, se logrará relaciones sanas de pareja, de amistad entre otras. En muchos casos, se observan a mujeres exitosas profesionalmente, pero que, al no ser acompañadas por sus parejas, termina el vínculo en una separación y cuando existen hijos, en conflictos legales porque los mismos, terminan simbolizando la guerra por el poder entre los adultos. En otros casos, se observa cómo se materializa la violencia de género, la celopatía y la dependencia emocional, entre otros. Cabe aclarar, que también existen hombres que han podido desacreditar esos mandatos limitantes y hay podido transformar el rol masculino, dentro de un vínculo amoroso, ampliando su influencia familiar. Existen casos, donde ellos están más involucrados en la crianza de sus hijos, realizando en muchos casos tareas domésticas, habilitando y potenciando el existo profesional de su pareja.
El cambio de paradigma, implica un desafío para hombres y mujeres, cada uno tendrá una función diferente, ellas de llevarlo a la práctica y él, de acompañar, impulsar y facilitar dicho proceso. Se puede recurrir a procesos terapéuticos, sesiones de coaching ontológico, la lectura de bibliografía que explique qué significa este proceso y sus implicancias, dentro del vínculo de pareja el tener una comunicación asertiva, desarrollar la empatía, la paciencia y la templanza. Es importante generar un espacio a diario de meditación y reflexión, para desarmar los modelos familiares aprendidos, que juntos a los mandatos culturales, han oprimido todo impulso generador de oportunidades.
Por otro lado, no debernos olvidar, que al hombre lo educaron con el mismo modelo de crianza machista con el que educaron a la mujer, solo que él, lo ubicaron en un lugar más cómodo, por el solo hecho de haber nacido "hombre" Ahora bien, dependerá de sus capacidades cognitivas, emocionales y motivacionales desarraigarse, como la mujer, de todo lo aprendido y construir un concepto nuevo de igualdad.
Considero que tanto hombres y mujeres, deseamos un mundo mejor, con relaciones sanas, vínculos amorosos felices, familias funcionales que habiliten el desarrollo integral de sus miembros.
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