Esta semana fue noticia una vez más la antigua casa de Sor Josefa Díaz y Clucellas, ubicada en la esquina de La Rioja y San Luis, frente al Palomar y al Puerto de Santa Fe. Pero la novedad no fue la que muchos esperaban, es decir, su restauración y utilización como espacio vinculado a la memoria de la ciudad, sino el prolongado abandono y la desidia estatal. Ya que la casa se encontraba usurpada por ocupantes ilegales que debieron ser retirados del lugar. Ahora el inmueble se encuentra custodiado por la policía para que no vuelva a ocurrir.
La casa de Sor Josefa, como se la conoce, fue declarada Patrimonio Histórico provincial. En el siglo XIX era modesta, del suburbio, de la periferia. Pero con el crecimiento de la ciudad y el avance de la modernidad, tiene hoy una ubicación privilegiada en una de las manzanas más codiciadas de Santa Fe, y con una de las pocas calles de adoquines que persisten, al frente. Allí residió quien es considerada la primera pintora latinoamericana con firma de obras, Sor Josefa Díaz y Clucellas (Santa Fe, 13 de abril de 1852 - Villa del Rosario, 24 de septiembre de 1917). De allí su nombre.
El Litoral dio cuenta a lo largo de las últimas décadas de cómo los sucesivos gobiernos provinciales y municipales transcurrieron sin restaurar de forma definitiva la casa que, según los peritajes, corre riesgo de derrumbe. Hubo promesas, disputas políticas, licitaciones truncas; pasó de mano en mano de la provincia al municipio y viceversa, a través de comodatos, y nadie hizo nada. Ni el Frente Progresista ni Cambiemos (hoy Juntos por el Cambio). Finalmente la casa quedó en manos del actual gobierno provincial, que es Justicialista, y heredó el problema. Transcurrieron casi dos años de mandato de Omar Perotti y la vivienda sigue en estado de abandono. Se debe hacer aquí la salvedad de que la pandemia impuso otras prioridades.
En la fachada de la vivienda fueron colocadas chapas primero y cartelones publicitarios más tarde. Allí aparecen los afiches con los rostros de quienes se postulan como precandidatos a legisladores en las próximas elecciones. Y detrás de esos carteles la casa se desmorona.
Esta semana se conoció que luego del desalojo la casa sería restaurada. Habría una licitación para realizar las obras necesarias antes de que se venga abajo. Y sería destinada no sólo como Museo de la Inmigración, como se la pensó cuando fue expropiada en 2006, sino también para otros fines vinculados a los actuales intereses socioculturales. Los próximos meses dirán si se trata de un anuncio de campaña, en esta coyuntura electoral, o si finalmente alguien hará algo por salvarla.
En la fachada de la vivienda fueron colocadas chapas primero y cartelones publicitarios más tarde. Allí aparecen los afiches con los rostros de quienes se postulan como precandidatos a legisladores en las próximas elecciones. Y detrás de esos carteles la casa se desmorona.