Se viene el año de este gobierno nacional surgido del voto popular inapelable, ya que más del 55% de votos positivos se llevan al olvido las objeciones. Perdón, excepto que se objete el voto popular. El voto popular en Argentina fue de Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando De la Rúa, NK, después CFK, después Mauricio Macri, después Alberto Fernández,… ahora Javier Milei. Algunos festejan el valor de la democracia. Deberíamos sospechar de quienes la objetan al punto de pedir el quiebre.
Entre los objetores de la gestión pública, revisores de cuentas y críticos de los malos hábitos debe contarse al periodismo. Y el periodismo, por construcción, inquiere, realiza las preguntas. Las respuestas a veces no llegan, llegan equivocadas o, esto ya es muy grave, provocan enojos y juicios. Vivo a diario en una provincia donde no sale una ley que autorice a preguntar por todas las acciones de gobierno y los patrimonios familiares. No salen las mejoras. "Derecho a la Información Pública"… hace falta tanto papeleo que uno termina cansándose y sin completar el papeleo no hay información (vamos, nunca se termina de completar… no se puede).
El periodismo de investigación (no tiene día de publicación, tiene fecha de conclusión de las investigaciones) está herido en mitad de sus pulmones. La Gobernación Pullaro ha prometido resolver el tema, que no es resorte del Poder Ejecutivo sino de las cámaras legislativas que deben adecuar, facilitar una ley engendrada para que nada se sepa. Así lo resolvió el socialismo/peronismo/radicalismo santafesino como una suma de legisladores adictos al misterio. Hay momentos cómicos en la democracia: legisladores que como gente común la pedían y como legisladores la demoran.
El país del no me acuerdo
El periodismo de crónica diaria, al igual que en el resto del país, trabaja sobre supuestos, sobre interpretaciones de hechos consumados y -esto es lo básico- sobre sus conclusiones apriorísticas, preconceptos, juicios y lo sustantivo: su postura filosófica. La aparición de La Peste, de la exacerbación de la comunicación a distancia que, a su vez, provocó el uso a destajo de los resortes de la IA -cada día más asertiva, más perfectible y más invasiva- que nos ponen en situación de deshaucio.
Es en el periodismo donde aparecen estos problemas con mayor fineza, ya que se trata -suposición que debemos aceptar- de personas ilustradas o, como se decía en el sumario de las comisarías: "que si lee y escribe". Es notoria esa división de siglo XX y análogos (allí deben buscarme) sobreviviendo en un mundo digital cada vez más angosto y ajeno. Los políticos son, en su gran mayoría, de formación analógica y debo aclarar una sospecha: muchos periodistas trabajan tan solo para los análogos a quienes le deben el sueldo, el aplauso o la amistad y, acaso, las tres cosas al mismo tiempo.
Hay un pequeño grupo de tecnócratas del lenguaje y la comunicación que ofrecen sus conocimientos a los analógicos que necesitan el bastón blanco en un sigo XXI donde caminan ciegos. Hay un embuste: la mayoría de los digitálicos (tomado como población que vota, a la que hay que engañar, convencer, seducir, engañar) no compran supercherías y reitera la más exacta sustancia de este siglo y esta década: no hay ninguna verdad que vaya más allá de un día, una semana, un suceso con más impacto, penetración, durabilidad.
Permítanme robar un concepto: el presente continuo exige trabajo diario y permanente. Los actores políticos de última generación hablan, entienden, y trasladan sus deseos en el lenguaje y con las herramientas que de por si poseen y deben sumarse las que piden prestadas para aumentar su arsenal, bombardear, manifestarse en la guerra que si que existe, entre desinformar para este lado o desvirtuar hacia aquel lado. Siempre es la guerra, pero por otros medios, parafraseando al compañero Von Clausewitz.
Nuestro balance
Sobre este diciembre que se viene, ante el año calendario de vida pública de un gobierno híper mediático, con códigos de comunicación del siglo XXI, muchos periodistas quedamos a expensas de lo dicho: amistad con los que tienen el poder, negocio con ellos o, simplemente, afinidades filosófico, genético, políticas... ejem… con los que tienen el poder. Necesidades básicas: una alícuota al menos para no morir comiendo anchoas en el desierto.
Convienen los ejemplos que traerán lo que corresponde: más enojo y confusión. Hay dos periodistas que hablan y escriben: Carlos Pagni y Ernesto Tenembaum. Hay dos que solo hablan: Luis Majul y Viale hijo. Es difícil, a los que solamente hablan, entenderles el discurso que, por otra parte, siempre es de frases entrecortadas y sobre entendidos para un solo destino final: trabajar para los buenos de turno apostrofando a los malos… de turno. Está bien, es así como se labura en este oficio.
El caso de Pagni es singular: terminará el año y su gran pelea sigue sin resolverse. ¿Será o no será Ariel Lijo juez de la CSJ de la Nación? Para absolver posiciones: tengo la íntima convicción de que Lijo es corrupto. La crónica diaria indica que eso no es un obstáculo en ninguna carrera en Argentina. El caso de Tenembaum apunta a cuestiones diferentes. Cada tanto lo leo, para saber cómo viene la cosa en ese barco de los progresistas que se creen dueños de un pedestal desde donde emiten.
Ya era conocido su enojo con las redes cuando advirtió que lo maltrataban, algo impensado, por favor (se enojaba hasta con Elon Musk) pero en su columna del 24 de noviembre pasado deja una definición estupenda de qué cosa piensan esos lectores a los que representa. Tenembaum sobre el año de gobierno de Milei y su vicepresidenta dice:
"Eran tiempos vertiginosos donde el equipo libertario se sorprendía por el consenso social y la pasión que despertaban a cada paso. Javier y Victoria recorrían el país con un éxito arrollador y, contra todas las predicciones, convencían a las multitudes de sumarse a su gesta. ¿Funcionaría la pareja entre ese recién llegado, sin antecedentes políticos, que prometía a los gritos bombardear el Banco Central y esa mujer de la familia militar, expresión de todos aquellos que repudiaban el consenso democrático sobre lo ocurrido durante la dictadura?"
Nadie debe insultar al periodista ni genética, ni filosófica, ni biológicamente, ni siquiera por sus hábitos. Se lo han hecho y está mal. Lo que está bien es lo que hace Tenembaum: definir (no es acusación, caramba, che) la razón, la sinrazón de este gobierno y el origen y perfil del binomio. Tenembaum se define con el párrafo anterior. Es lo que piensa y lo escribe. No exagera, porque nadie exagera sobre aquello que piensa y dice. La biografía del binomio trae más datos. Algunos diferentes a lo que imagina Tenembaum.
Si siempre está llegando
Justamente, en los últimos diez días de noviembre las palabras, en Rosario, ponen a uno de los dos actores políticos reales (con un llamativo déficit en pensamiento digital, casi una ostentación de un peligroso analfabetismo digital) al punto de aliarse con Tenembaum, algo que el periodista -suponemos- no vería con agrado.
"No le tengamos miedo a la palabra eficiencia. Tenemos que construir un Estado eficiente". / "Repensemos el Estado. No puede ser estático adentro de los ministerios". / "En la pandemia, el sistema de salud pública fue más eficiente". / "Cómo se demostró la inconsistencia del sistema privado para hacer frente a la pandemia, y la consistencia del sistema público para hacerle frente a la pandemia". / "A ver, Milei, ya que sos tan guapo: desregulá los medicamentos para que podamos tener medicamentos genéricos importados, para reducir el costo de los presupuestos sanitarios. A ver si te animás". / "¿Eso es capitalismo? No, que tampoco nos hagan poner en la vereda de enfrente. El capitalismo necesita consumidores, gente que pueda comprar".
Ante una cantidad de gente que no sumaba como imaginaban, la muchacha del arrabal platense, Cristina Elizabet Fernández de Kirchner, dijo lo que está entre comillas y de ese modo se indica como textual. Importaba que fuera a las redes. Lección 1 de digitalización profiláctica. Creo que la señora CFK mantiene una intención de "Te queremos Cristina" que es importante (14, acaso 16, tal vez 20% de los votos reales del país, con base en Provincia de Buenos Aires). Javier Milei, el digital, se sostiene en un punto mucho más alto y le conviene una opositora (¿Enemiga? ¿Enemiga destituyente?) que practique el analfabetismo digital, envíe señales al ayer y ocupe el otro andarivel eleccionario.
Mientras Marcelo Longobardi se mira en el espejo de Daniel Hadad ("Fuego Cruzado", remember) y demuestra la existencia de una canción de Pablo Milanés, leer a Tenembaum es necesario para decodificar un mínimo sector de lectores útiles para sentirse vivo. "La televisión ha promovido al tonto del pueblo, con respecto al cual el espectador se siente superior. El drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad", dice Umberto Eco y Tenembaum encuentra explicación a su frustración, pero lo que deberíamos observar es si el "Gordo Dan" le gana o no le gana a "La Cruda" y a "Olga", donde Migue Granados demuestra que los nietos pueden mejorar a los abuelos superando a los padres. Ah… sin necesidad de tomar ningún colectivo, algo obvio, en las redes todos son colectivos. ¿No lo ves?
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