Hay que remotarse a las internas previas a la elección presidencial de 2023. La oposición llegó raída luego de una feroz disputa entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. El peronismo tuvo sus idas y vueltas con la candidatura fallida de Eduardo De Pedro y la posterior entronización de Sergio Massa como el hombre que aglutinaría la gran mayoría del espectro justicialista. Schiaretti trataba de sumar algo -o restar un poco, según se mire- y la izquierda apeló al viejo libreto ya desgastado.
Por entre medio de todos afloró Javier Milei que, con los resultados ya puestos, dio el batacazo electoral más importante de los últimos años. La imagen y la campaña, fueron su fuerte y los números de legisladores nacionales su gran debilidad. Por otra parte no tenía gobernadores, legisladores provinciales, concejales ni estructura sólida que lo cimentase.
Con el correr de los meses la bofetada inicial que recibió toda la oposición se fue reabsorbiendo y, poco a poco, los enfrentamientos con opositores de uno y otro signo fueron tomando cuerpo. Uno de los plazos esperados por muchos eran los meses de junio y julio donde los bajos salarios y la pobreza se conjungan con el frío, los precios, los aumentos de tarifas y la ausencia de medidas para contener la demanda social.
Todo venía bien como para que, tal como ocurriera algunos años atrás, volviesen a los medios de comunicación los reclamos por quienes duermen en la calle, los que tienen frío, los jubilados a los que no les alcanzan los haberes y la ya conocida receta de lamentos que golpean desde las más diversas pantallas.
Pero a mediados de junio surgió la lamentable información sobre la desaparición del niño correntino Loan Danilo Peña y desde mediados de ese mes hubo una suerte de transmisión en cadena de los medios de comunicación. Y cuando el caso del nene correntino -que aún no se resuelve- parecía languidecer, el teléfono de María Cantero la secretaria privada del ex presidente Alberto Fernández dio paso al escándalo cuando se investigaba la causa por el desvío con los seguros de Nación.
Allí la ola de repudio social fue furibunda. El silencio en la oposición en general y en el peronismo en particular fue notable. La caída de Fernández enredado con una de las banderas que el kirchnerismo había cultivado durante varios años: la igualdad de género, el rechazo contra la violencia hacia la mujer y la lucha contra el patriarcado. El cristal se hizo añicos y todavía no se sabe hasta dónde podrá llegar el desastre político que armó quien dijo haber sido impoluto e incorruptuble en sus cuatro años de mandato.
El peronismo no logró rearmarse aún. Ni la aparición de Cristina Fernández en México o en la causa en la que se investiga el atentado del que fue víctima logró alguna convocatoria importante. El único que se ha atrevido a levantar la bandera del la renovación es el gobernador de La Rioja, Quintela que declaró el default en su provincia ante el vencimiento de una deuda en dólares y que emite cuasimoneda (el “Chacho”) para poder pagar los sueldos de los trabajadores estatales.
En el PRO la convivencia educada pero distante entre Javier Milei y Mauricio Macri se rompió en pedazos con la votación contra el DNU que destinaba 100 mil millones de pesos para el sector de los espías vernáculos que, se sabe, son un sector absolutamente opaco dentro de la vica institucional argentina. Pero el máximo referente del PRO tiene un enemigo al que le apuntó, Santiago Caputo, y a quien le había advertido sobre sus diferencias.
Para colmo de males Santiago Caputo no solo tuvo una mala tarde en Diputados con la votación aplastante contra el DNU de los espías. Ya había sido designado al radical Martín Lousteau como presidente de la Comisión Bicameral de Inteligencia con lo que las relaciones serán siendo muy tensas.
Es que esta comisión es la única que puede auditar los gastos de la Side y la presidencia la ganó el radical con los votos del kirchnerismo de Unión por la Patria.
Y por si fuera poco, todos señalan que la relación de Santiago Caputo con Karina Milei sigue deteriorándose día tras día con lo que las especulaciones llegan hasta una posible salida de “Santi”.
Las expectativas del gobierno ahora se centran fuertemente en la promesa de la baja de inflación que promedió un 3,7 por ciento para septiembre y que funcione el blanqueo. Respecto de la meta inflacionaria se está muy cerca, es cierto, pero sigue siendo una victoria pírrica al evaluar los costos de la reducción del IPC.
Pero los problemas no se detienen: cayó notablemente el precio de la soja; caen los dólares en las reservas del Central; no asoman con claridad los “brotes verdes” de la reactivación y el malestar social es un indicador que muestra una notable curva ascendente.
Hasta el momento el oficialismo no ha sabido construir alianzas poderosas. Del otro lado, referentes variopintos de la “casta” como le gusta denominar al presidente Milei, se regodean en un viaje a Sillicon Valley en California en donde los diputados nacionales Rodrigo de Loredo (UCR) y Cristian Ritondo (PRO), el senador Maximiliano Abad (UCR), el exgobernador cordobés Juan Schiaretti, el actual mandatario provincial jujeño, Carlos Sadir junto con la intendenta de Quilmes Mayra Mendoza (Unión por la Patria), entre otros, posan para la posteridad y para que LLA tome nota.
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