Juan Bialet Massé, multifacético investigador catalán nacionalizado argentino (1846-1907), podría ser caracterizado como un intelectual (C. Altamirano) o un escritor público (J. Myers), entre otras formas posibles de calificarlo (**).
A 120 años del primer informe sobre la clase obrera argentina.
Juan Bialet Massé, multifacético investigador catalán nacionalizado argentino (1846-1907), podría ser caracterizado como un intelectual (C. Altamirano) o un escritor público (J. Myers), entre otras formas posibles de calificarlo (**).
Siendo liberal ilustrado, confiado en el progreso social del país y la ciudadanía, Bialet Masset escudriña su presente con ojos de un pasado analizado desde varias disciplinas y a la vez proyecta, a partir de su informe ideológico-disciplinar y acorde al mandato oficial dado, una legislación necesaria y fundacional.
El texto fue redactado en 1904 a pedido de Joaquín V. González, ministro del presidente Julio Argentino Roca, a quien Bialet Massé lo dirige con el fin de elaborar nueva regulación laboral. Ese mismo año, con los registros obtenidos, el ministro produjo un proyecto de ley que finalmente fue rechazado.
Con mirada retrospectiva hacia las primeras etapas del capitalismo argentino, puede reconocerse un activo trabajo socio-erudito. Hoy, más de un siglo después, a la luz de otros contextos pero en el mismo sistema y con nuevas teorías críticas, resulta indispensable la revisión de fuentes de extraordinario valor documental.
Estamos apelando en este caso al denominado "Informe sobre el estado de las clases obreras en el interior de la república", exhaustivo registro que Bialet Massé hizo durante cuatro meses en un minucioso recorrido por las provincias argentinas. La riqueza de sus observaciones fue un logro del eclecticismo de su formación profesional: médico, abogado, agrónomo, constructor, docente, político, entre otras capacidades y disciplinas.
Con ese rico perfil, Bialet Massé enumeró actividades laborales, condiciones para su desarrollo, salarios según jerarquía, además de consignar con apreciable precisión las declaraciones que patrones y obreros efectuaron a sus interrogantes. Asimismo, expuso sus impresiones sobre viviendas, vestimentas, alimentación, dinámicas cotidianas –patronales y obreras- de grupos familiares e incipientes organizaciones sindicales.
A diferencia de la dirigencia de su tiempo, observó y analizó el espectro laboral desde el perfil vital, etario, sexuado, cultural, y propuso cómo debería ser aquél para superar las condiciones de entonces. La perspectiva comparada fue utilizada tanto para ver semejanzas o diferencias entre provincias, analizar en ellas tareas del mismo tipo, sujetos diferenciados étnica y regionalmente, así como para perfilar trabajos de individuos nacionales y extranjeros. Es de particular interés en este trabajo, considerar el sesgo masculino-femenino.
Además de conocimiento empírico y hermenéutico, el autor empleó una escritura con un punto de vista de ponderación, empatía, equidad, justicia, comparando los datos locales observados con los que conocía de Inglaterra, Alemania y otros países. Incluyó, en el universo analizado, la población indígena, el desamparo material pese a sus derechos, además del abandono cultural y simbólico de que eran objeto.
Bialet Massé supo enfatizar su responsabilidad de testigo directo. "Los hechos son tal cual los he visto o comprobado", reiteraba. Aun así, restándose méritos a sí mismo, se comparaba humildemente con Emile Zola, "quien dedicó su escritura a los sufrimientos del pueblo trabajador".
En esta mención, y muchas otras, el autor revela su profundo conocimiento de las críticas al capitalismo por la explotación obrera. Las caracterizaciones inhumano, explotador, abuso, fraude, chantaje, usufructo, cruel, padecimiento, engaño, estafa, usufructo, codicia, se emplean reiteradamente en el mismo sentido.
Sin ser etnógrafo de profesión, se comportó como tal: su visita a los lugares de trabajo, especialmente femeninos le permitieron registrar las condiciones de vida y tareas. No sólo indagó en los espacios de la Refinería Argentina en Rosario, las salas de las telefonistas operadoras, sino también las de quienes hicieron trabajo reproductivo y productivo: lavaderos, habitaciones de la vivienda, talleres de costura, ranchos, toldos, puestos de estancias, moradas en el campo.
La mención del lavado de ropa abunda, no como labor familiar, sino como empleo para otros y otras. En ciertos momentos se impresionó particularmente por las lavanderas, cuando destacó "(…) he visto a la lavandera de Goya lavar la docena de ropa a 30 centavos, bajo un sol abrasador" o "(…) faltaba el freno de la ley". Precisamente su mirada no naturalizaba, la legislación debía incluir servicio doméstico, lavado y costura.
Bialet Massé revela trabajos femeninos no corrientes, por ejemplo en el tendido de los ferrocarriles: "He visto a las mujeres trabajar en los terraplenes y llenar su tarea en ocho horas tan bien como cualquier cristiano". Se trataba de jovencitas y adultas indígenas. En registro de Jujuy dice: "Veo una fila de mujeres que viene del trabajo del terraplén, unas más jóvenes, mejor vestidas y menos feas, pintarrajeadas las caras; pregunto quiénes son, y el lenguaraz me dice que son las mujeres e hijas de un indio fuerte, que no es cacique".
En otro pasaje, sobre la localidad de Tostado, Santa Fe, también se refiere a mujeres indias: "Estoy a mi gusto en casa de la china Carmen Rico, (…) hace sesenta años fue llevada cautiva al Chaco en un malón que los indios hicieron, arrollando la tribu a la que Carmen pertenecía, junto con un hermano llamado Benito. Su tipo es quichua, como el del hermano".
Y sobre las mocovíes dice que tienen influencia poderosa sobre el indio: "Cuando el año pasado hubo la miseria, los que se quedaron fue porque las mujeres no quisieron irse. Ellas hilan, tejen redes, aprenden fácilmente a coser y tienen un verdadero delirio porque sus hijos aprendan; la escuela es como obsesión en la india mocoví, y tiene gusto en vestirse; si está desnuda, es porque no tiene con qué cubrirse".
Sobre salarios de población indígena de matacos y chiriguanos de Jujuy en el ingenio, observa: "Los matacos ganan 12 pesos y la comida, y los chiriguanos 15 y la comida; las mujeres 6 y la comida y los muchachos de 4 a 6, y algunos muy buenos ganan hasta 10. Las tareas que debe desempeñar el indio para ganar este salario son: cortar 7 rayas, pelar unas 1.500 cañas, cargar 6 zorras. (…) El acarreo de las cañas a las zorras lo hacen las mujeres, que también ayudan a la pelada".
La presencia de numerosa población inmigrante le permite al investigador consignar temas que alteran las condiciones del país: la fisonomía del trabajo, los sujetos, la propiedad de los medios de producción, salarios, diferentes posibilidades laborales femeninas, individuales y familiares, clasificadas por clase, oficio y espacio rural o urbano. En las ciudades, las familias pudientes solían tener personal de servicio, obviamente, mujeres. Bialet Massé menciona que "una señora tiene en su casa cinco sirvientas, ganando de 8 a 12 pesos y la cocinera 20 (…) Pero en Buenos Aires ganan 3 y 4 veces más".
En las colonias rurales, aclara, es usual que las mujeres inmigrantes trabajen con su familia y que por lo general ellas atendieran la huerta: "Me encontraba un día en un puesto de la hermosa finca del señor vicegobernador de Santa Fe, en San Jerónimo. La mujer del colono, cultivador de más de cien cuadras, nos mostró unas batatas de primer orden, obtenidas por ella en el terreno; tenía una tomatera espléndida en un cajón".
La modalidad empresaria, la consolidación de un estado moderno, el crecimiento demográfico modificarán en el corto plazo la materialidad y la cultura de producción y trabajo argentino. Pero esos ejes serán atendidos en nuestra próxima entrega.
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos.
(**) Juan Bialet Massé fue, entre otras cosas, médico, abogado, político, empresario, docente y constructor. Español de origen, residió desde 1873 en Argentina.