Por Graciela Ribles
Por Graciela Ribles
De pie frente al espejo, la Jesy acomoda goma espuma adentro del corpiño. En un rato la Mili la pasa a buscar, van a laburar a la avenida. En el piso del rancho, el sol juega a formar figuras, colándose por los agujeros de las chapas, cansadas de tanta pobreza.
El Brian, novio de la Mili, toca la bocina. La Jesy sale por el pasillo, de un tirón se entanga el short, la punta de la nalga florece por debajo de la tela.
- Vieja, ¿no viste la mochila? Si llego otra vez tarde a la escuela, no me dejan entrar.
La vieja le está cosiendo un botón porque tiene roto el cierre.
- Joni, no te metas en ningún quilombo, que bastante tenemos con el culiao de tu padre y la yuta. Dice, mientras me alcanza la mochila.
Corro por los pasillos de la villa, las zapatillas me aprietan, son un número menos.
Las conseguí baratas, me las vendió el Juanjo que siempre anda cirujeando.
El otro día, mientras lo ayudaba a doblar cartones, me prometió que cuando cumpla los diez me va a llevar a cirujear con él. Llego a la escuela, primero me lleno las tripas en el comedor y después al salón.
- Copien el significado de meseta. Dice la maestra mientras escribe en el pizarrón:
"Meseta, llanura elevada sobre el nivel del mar".
- Señorita ¿qué es llanura? Pregunto.
- Mirá que sos bruto Joni, lo expliqué ayer: la llanura es un terreno extenso, que no presenta demasiados desniveles -repite-, mientras los pibes se ríen.
- ¿Y el mar?, señorita… ¿Usted conoce el mar? ¿Es donde viven las ballenas y los tiburones? ¿Dónde hay olas gigantes que pueden dar vuelta un barco?
Yo lo vi en la tele, le digo.
- Joni, hacé silencio y escribí, no te aguanto más.
La maestra es una mal contestada, que culpa tengo yo que la hayan trasladado a esta escuela de mierda, eso escuché que dijo por teléfono.
Cuando vuelvo pa' las casa, escucho los tiros. Es la banda del Nano, agarrándose con la del Moncho. Una avispa plateada clava su aguijón en mi pecho. Casi que no duele, tengo frío.
Las piernas flojas me empujan al piso, con la mochila pegada a la cara, recuerdo los pechos de mi hermana tan planos, las figuras jugando en el piso de tierra, el Juanjo con su carrito, la maestra enojada, el mar.
La vieja en la vereda de enfrente grita ¡Joniii!
Qué alivio las zapatillas ya no me aprietan.