Queridos Amigos. Muy buenos días. ¿Cómo están? ¿Cómo se encuentran? Espero que bien.
Cuando faltan apenas unas horas para celebrar un nuevo aniversario del nacimiento histórico de Jesús, aparece la figura de María y en el centro de la Liturgia de la Palabra la frase dirigida a ella.
Queridos Amigos. Muy buenos días. ¿Cómo están? ¿Cómo se encuentran? Espero que bien.
Hemos celebrado el cuarto domingo de adviento, y cuando faltan apenas unas horas para celebrar un nuevo aniversario del nacimiento histórico de Jesús, aparece la figura de María y en el centro de la Liturgia de la Palabra la frase dirigida a ella: "Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".
¿Cuántas cosas lindas se dicen de María y cuántas otras se inventan? Lo hacen los predicadores, lo hacen los poetas, los escritores. Lo más grande de María no es su elección para ser Madre de Dios.
Su elección es pura gracia de Dios. Dios podía haber elegido a otra mujer. Sí. ¿Por qué eligió a una humilde muchacha de Nazaret? No lo sé. Algún día se lo vamos a preguntar a Dios. Pero, lo más grande de María es su fe, su apertura a Dios y su Fiat, es decir: "He aquí la esclava del Señor que se haga en mi según su palabra" (La palabra Fiat viene del latín y significa "que se haga").
Ciertamente, cuando María pronunció su consentimiento aceptando la propuesta del Ángel, no pudo prever todos los momentos maravillosos y otros también. Pero María cree, sueña, acepta. María se entusiasma, rumiando en su corazón las palabras del Ángel Gabriel: "Mi hijo será grande, será importante, será el hijo del Altísimo".
Y creo que esta es la experiencia de muchas de nuestras madres. Cada mujer cuando queda embarazada se pregunta: ¿Quién será la creatura? ¿Sera un varón o una nena? ¿Será alguien importante? ¿Quién será?
El "Sí" de María es una actitud de fe gigantesca, se extiende a toda la vida, es un mensaje profundo para todos nosotros. Fíjense bien, María es fiel a Dios en Nazaret, cuando pronuncia su "Fiat"; es fiel durante la Vida Pública cuando Jesús triunfa, pero también es fiel al pie de la cruz cuando Jesús agoniza.
La fe le permite a María mirar el mundo con ojos de Dios, pues no se trata de aceptar unas verdades, sino vivir según lo que se cree.
Cuando el día 10 de diciembre de 2023 asumió el nuevo presidente, Javier Milei, se produjo una enorme alegría en la vida de muchas personas; sopló un viento nuevo, una brisa suave. Fue emocionante ver como el nuevo presidente ponía su mano sobre la Biblia, para hacer el juramento, prometiendo la fidelidad a Dios y a la Patria.
Me encantó ver tantas banderas de la nación, celestes y blancas ante el Congreso. Se trataba de un gesto profundamente patriótico, como si la gente quisiera decir: "Queremos que se respeten las normas, queremos que se respete la Constitución, tantas veces manoseada por los gobiernos de turno".
Recuerdo, en aquel día, una mujer me decía: "Padre hoy estoy tan contenta, no sé cómo será el futuro, pero el nuevo presidente me inspira esperanza".
¡Qué bello! Hay momentos en la vida en los cuales la gente quiere escuchar algo nuevo, estamos cansados de tantos discursos viejos, trillados, de tantos engaños, de tantos fraudes y mentiras.
Lo importante no son las promesas, no es lo que decimos sino lo que hacemos. "Feliz de ti por haber creído". La fe en Dios nos abre a las nuevas posibilidades y perspectivas, a lo que la razón no es capaz de visualizar.
Hace tiempo me encontré con la historia del piloto alemán Michael Schumacher y quedé impactado. Cuando estudié su currículum como deportista vi que él fue siete veces campeón mundial de Fórmula Uno, acumuló en su vida casi mil millones de dólares.
La felicidad estaba en su Ser, pero un día su historia y su destino cambiaron completamente por un accidente de esquí en los Alpes Suizos. Michael lucha para "sobrevivir" desde aquel diciembre de 2013.
Hoy, apenas pesa 44 kilos. Y Carina, su esposa, está vendiendo los bienes para cubrir los gastos y así poder mantenerlo vivo en una habitación adaptada en su casa, donde yace como un vegetal.
Desde hace once años ella está esperando un milagro para Michael, guiada por su fe. El ejemplo de Schumacher es fuerte. Por un lado expone a la prueba nuestra fe, y por el otro nos hace ver que la vida puede cambiar en un instante. Y de nada sirven el dinero, los títulos, la fama, el éxito o el poder.
Todo termina. Como en el juego de ajedrez, al final tanto el rey como el peón se guardan en la misma caja. Y lo más seguro en este mundo de tantas inseguridades, es que todos, absolutamente, un día vamos a terminar en una caja.
Una caja más simple o más adornada, según el dinero que tengamos, con mucha gente despidiéndonos o casi abandonados, pero esto... ¿importa algo? Lo que importa, mis queridos amigos, es lo que hicimos en esta vida.
"Les traigo una buena noticia, una gran alegría: hoy les ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor" (Lc. 2,10-11)
Año tras año celebramos la Navidad y muchos podrían pensar que se trata de repetir siempre lo mismo. Y, sin embargo, cada Navidad es nueva, porque cambiamos nosotros, cambian los escenarios y cambian los desafíos.
El personaje clave de la Navidad es Jesús, pero, sin quitarle la importancia al niño Jesús, el protagonista principal de estas fiestas es también usted. Porque el que hace la experiencia de fe es usted, el que abre su corazón a Dios o lo cierra es usted.
Si Jesús no nace en su corazón, si usted hoy no es mejor que ayer, la Navidad tiene poco significado. Jesús no murió por el arbolito navideño, no murió por el pan duce, la sidra o un lechoncito. Jesús nació y murió por usted, por mí. Y esta es la gran noticia.
El acontecimiento central de la Navidad se condensa en esta frase: Verbun Caro factum est: Dios se hizo hombre, Dios se encarnó en la naturaleza humana. ¿Por qué Dios se hace hombre? ¿No podía elegir otra forma?
¿No podía encarnarse en un diamante, no podía encarnarse en un ángel? Dios se hace hombre para salvarnos, pero también para enseñarnos cómo vivir, cómo amar, cómo servir, cómo crear una sociedad fraterna. Y esto es bello.
Hoy, nuestra Patria Argentina necesita una nueva Navidad. En todos los mensajes que recibo por las Fiestas Navideñas y son muchos, constato dos realidades: Por un lado, hay una tremenda insatisfacción, desilusión con respecto a la realidad que nos toca vivir.
Pero por el otro, hay un deseo y sueño común: queremos vivir en una sociedad mejor, más humana y fraterna. Algo nos dice que podemos cambiar la historia. Por eso, mis queridos amigos les propongo este mensaje navideño: cuando le pidan algo a Dios en Navidad, no le pidan que les traiga cosas del supermercado.
Cuando le pidan algo a Dios en Navidad pídanle que les enseñe a vivir como Jesús, con un corazón abierto a sus hermanos, y hacer de este mundo el mejor lugar para nuestra vida y la de los demás.
Que Dios nos bendiga.
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