Durante nuestra vida, podemos encontramos con personas que nos atraviesan el corazón, nos enriquecen, enseñan, nos despiertan la razón y el entendimiento; con sus aportes y sabiduría nos marcan positivamente.
Pastor Valentín Krawczuk (1934 - 2022).
Durante nuestra vida, podemos encontramos con personas que nos atraviesan el corazón, nos enriquecen, enseñan, nos despiertan la razón y el entendimiento; con sus aportes y sabiduría nos marcan positivamente.
El 4 de septiembre pasado, el pastor Valentín Krawczuk partió con ese hermoso caudal de amor hacia la presencia de Dios, sobre Quien pregonó desde muy jovencito, siendo un verdadero constructor, un labrador incansable del Evangelio en la ciudad de Santa Fe.
Nacido en Polonia, el 11 de febrero de 1934 y proveniente de una familia cristiana, desde muy pequeño, en las reuniones de la iglesia, le gustaba escuchar la banda de música y daba su aprobación con un: ¡Amén! y ¡Gloria a Dios!
Cuando cumplió 2 años, hubo un brote de epidemia infantil. Valentín se contagió y el diagnóstico fue fulminante: lo habían desahuciado. La oración de fe era el único consuelo para la familia. Valentín no mejoraba. Un evangelista, Lucas, se enteró y fue hasta su casa: junto a la cuna del niño, realizó una ferviente oración, en un entorno de sublime espiritualidad. El cielo se abrió, dejando descender el Espíritu Santo sobre la criatura enferma, quien fue mejorando notablemente.
De los niños afectados en la zona, solo él se había curado.
Sus padres, Anastasia y Juan, lo habían ofrecido a Dios para que fuera su Siervo, si su hijo se sanaba.
Tiempo después, fuertes rumores de guerra llevaron a la familia a emigrar; y en 1938 arribaron a Buenos Aires, Argentina.
A los 14 años, se dispuso a buscar trabajo y así comenzó como aprendiz en un taller de joyería y relojería. Con el tiempo, se convirtió en un experto, diseñando alhajas y sus propias creaciones.
Su vida en la iglesia crecía y fue bautizado. Aprendió a tocar diversos instrumentos musicales. Su deseo de servir a Cristo iba en aumento y visitaba anexos de la iglesia y testificaba sobre Jesús.
Un día, sintió una voz en su interior "Yo te he sanado y te llamo": tenía que ver con su niñez y la promesa de sus padres, pidiendo el milagro de sanidad.
Por aquel tiempo, se anunció el regreso del pastor misionero Nils Kastberg y su familia a Buenos Aires. Así conoció a su compañera de vida, su amor, la que Dios le había destinado: Gull Britt, con quien transitó muchas alegrías y bendiciones, grandes pruebas y dificultades, pero siempre unidos y confiando en el Señor.
Luego de casados, se les presentaron oportunidades para desempeñarse en otras latitudes; pero llegó la confirmación: Santa Fe, capital, un lugar totalmente desconocido por ellos, sin familiares ni amigos. Así comenzó su historia que se extendió a lo largo de 40 años.
El primer domicilio de la iglesia fue su propia casa, en Diagonal Aguirre, y crearon la Escuelita Dominical para Niños. Valentín iba a buscar a los chicos en su bicicleta, para que no tuvieran que caminar tanto.
Transmitía las enseñanzas del Evangelio, testificando y presentándoles al Señor Jesús, como el salvador personal, a sus vecinos y a toda persona en general. Progresivamente, se iba sumando gente; algunos llegaban con muchas dificultades, porque venían desde muy lejos. La iglesia creció tanto que necesitaban un sitio más amplio, pero la situación económica era complicada.
Con mucho tesón, sudor, a pulmón y ofrendas, inauguraron la primera capilla en calle San José al 7100; con el trabajo de feligreses -incluyendo a esforzadas y decididas mujeres, como las hermanas "Ica" y Angelita- que aportaron sus conocimientos, fuerza e ingenio, contando con escasas herramientas. Valentín era un obrero más: con su bicicleta y un carrito transportaba escombros y demás materiales, en pleno verano santafesino, bajo los implacables rayos del sol. También sorteando temporales, granizadas y un sinfín de inconvenientes. Pero su pasión por el servicio a Jesús lo superaba todo.
La gracia de Dios se reflejaba en cada esfuerzo y así siguieron adelante.
La situación económica y demás dificultades eran apremiantes, pero en todo Dios les proporcionaba la salida.
Junto a su esposa, fue nombrado misionero de la Iglesia Filadelfia de Suecia en la Argentina, en Santa Fe. Aquel país comenzó a proveer recursos económicos, y viendo que las capillas quedaban chicas, llegaron a fundar la iglesia local, ubicada en Aristóbulo del Valle 6962, el 11 de diciembre de 1976, con el nombre de Asociación Evangélica Filadelfia.
Con el tiempo, la obra se fue extendiendo a varias provincias y a diversas áreas sociales. Luego de muchos años de trabajo, la iglesia fue conquistando un espacio de prestigio en la sociedad santafesina, obteniendo mucho respeto por parte de las autoridades y de la ciudadanía.
La labor en las escuelas dominicales crecía; pero los respectivos maestros no tenían experiencia y faltaban materiales didácticos y manuales de enseñanza. Así llegó Meban (Maestros Enseñando la Biblia a Adolescentes y Niños), una colección escrita por pedagogos y maestros de la Biblia, que incluía ilustraciones. Pero todo estaba en idioma sueco, de modo que su esposa Gull Britt, con gran dedicación y esmero, fue traduciendo uno a uno los 28 manuales. Ese material fue ofrecido a otras iglesias del país y así se fueron formando nuevos instructores y maestros.
Sus amados hijos son: Roland, Miriam, Nils Eber y Carina.
Nils nació hipoacúsico y ahí se les presentó otro desafío y una nueva aventura de fe.
Después de mucho tiempo de arduo trabajo, se inauguró la Escuela para Niños Sordos, algo inédito en Santa Fe para el abordaje e integración de los chicos con esa discapacidad. Un gran emprendimiento que luego dirigió su hija Miriam, docente de niños sordos e hipoacúsicos.
Su tarea fue constante y productiva, abriendo anexos en diversos lugares de la provincia. Asimismo, emitiendo su programa "Este es el Camino", a través de radio LT9, durante muchos años. Su voz y mensaje eran parte de la ciudad.
Su misión era muy clara: predicar el Evangelio, la buena nueva de Jesús y su hermosa obra redentora, para poder alcanzar la salvación espiritual de todo aquel que en Él creyera.
Su trabajo fue tan profundo, infatigable, constante, plagado de experiencias, anécdotas, que decidió plasmarlo en un libro autobiográfico "El cofre del joyero" (editado en 2006, con la imagen del emblemático Puente Colgante), como una forma más de brindar su testimonio y evangelizar con su propia historia de vida; el que concluye con la cita bíblica: "Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a Él sea la gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén". Efesios 3: 21-22.
Gracias, querido pastor Valentín, por tu ejemplo, constancia, amor cristiano, por el legado que nos has dejado. Por tanta entereza y fidelidad hasta el último suspiro.
Muchos atesoraremos su recuerdo: iluminó muchas vidas a través del Evangelio.
Con certeza podemos imaginar lo que está escrito y las palabras de Jesús diciéndole: "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor".
Gracias a Dios por nuestro pastor Valentín Krawczuk.