Remo Erdosain
Remo Erdosain
—Ahora el personaje de la jornada se llama Pata Medina -anuncia Abel.
—Juan Pablo -confirma Marcial- el compañero Juan Pablo Pata Medina.
—El problema hoy -digo- es este Pata Medina, pero el problema de fondo es que este señor o este compañero, como le gusta decir a los peronistas, no es una excepción.
—No sé adónde querés llegar -dice José receloso.
—Sencillo: a preguntarme cuántos Pata Medina hay o quedan en el sindicalismo argentino.
—Yo no te puedo dar números -dice Abel-, pero desde ya te adelanto que muchos.
—Esa costumbre de meter a todos en la misma bolsa -reprocha José.
—Yo hablaría de dos bolsas -digo-, una bolsa chiquita en la que caben cómodos algunos sindicalistas honestos y una bolsa grande, enorme, en donde están todos los otros.
—Es de gorilas atacar a los sindicatos. Qué quieren, ¿un país sin sindicatos?, ¿un país donde los trabajadores estén indefensos?
—Yo no sé -dice Marcial- por qué confundís mate de leche con ropero provenzal. Yo no quiero un país sin sindicatos; lo que quiero es un país sin sindicalistas mafiosos atornillados en el poder desde toda la vida; yo no quiero que los trabajadores estén indefensos, lo que quiero es que alguien los defienda, y de lo que estoy absolutamente convencido es de que personajes como el Pata Medina lo que menos hacen es defender a los trabajadores.
—Por lo pronto -recuerda Abel- hay que admitir que el hombre se sabe defender muy bien. Si no, mirá sus bienes: siete propiedades, tres autos de alta gama, yate, casaquinta, plata depositada en los bancos. ¡Qué bien que viven los albañiles!
—Lo imperdonable en este hijo de mala madre, este extorsionador y coimero profesional es que los albañiles son los trabajadores peores pagos en la actividad económica. Lo imperdonable es que en los últimos veinte años hubo más de 1.600 obreros muertos, caídos del andamio. Y mientras esto ocurre, el compañero Pata pasea en BMW, disfruta de fines de semana en su yate...
—Eso sí -agrega Marcial-, el hombre tendrá defectos pero a la familia la cuida: su hijo, su hija, su esposa, todos asegurados a vivir como bacanes hasta el fin de los tiempos.
—Insisto con mi pregunta original -digo- ¿cuántos Pata Medina hay en el sindicalismo argentino?
—A la pregunta yo la formularía con más precisión -corrige Marcial-, y en vez de decir el sindicalismo argentino diría el sindicalismo peronista.
—No es ninguna novedad saber que los trabajadores son peronistas -confirma José.
—Puede que los trabajadores sean peronistas y hasta respeto su identidad -dice Abel-, pero en el caso que nos ocupa el problema es que los dirigentes sindicales son peronistas.
—Es raro esto -reflexiona Abel-, los pobres se hacen peronistas para aferrarse a una identidad, a una tradición, pero los dirigentes se hacen peronistas para robar. ¿Dónde estará el verdadero peronismo?
—Interesante pregunta -digo.
—Pregunta a la cual yo tengo respuesta -observa Marcial guiñando el ojo-, por lo pronto digamos que para unos el peronismo es postergación, sufrimientos, penas; y para los otros es riqueza, disipación, poder. El problema entonces no es el sindicalismo, sino el sindicalismo peronista.
—Ustedes tendrán que acostumbrarse a vivir con esa contradicción -responde José- les guste o no, el peronismo es la práctica, la experiencia, la tradición de los trabajadores. Después están los infiltrados, los gorilas que se meten dentro del movimiento para corromperlo.
—Otra vez con esa sanata -exclama Abel.
—El peronismo es la realidad del mundo del trabajo; acostúmbrense a eso.
—Acostumbrate vos -replica Marcial-, yo no tengo por qué acostumbrarme a esa mafia y a los consuelos humillantes a los que ustedes están habituados.
—Además -le pregunto a José-, ¿vos creés seriamente que el Pata Medina o Moyano o Barrionuevo o cualquiera de esos mafiosos, son infiltrados en el peronismo?
—Yo -dice Abel- estoy convencido de que el Pata Medina es más peronista que José y que varios como José. Es más, creo que el Pata está más cómodo en el peronismo que José. ¿O en qué otro lugar que no sea el peronismo puede medrar un tipo como el Pata Medina?
—Lo escandaloso de todo esto -digo- es que un tipo decida resistir una orden judicial, una resistencia que incluye la amenaza de incendiar la provincia. Lo escandaloso es esta cultura de la extorsión y el apriete.
—Y lo escandaloso -completa Marcial- es que estos tipos no están solos. Lo escandaloso es que se levantan en armas, como en su momento se levantaron los carapintadas.
—Lo de incendiar la provincia yo no lo tomaría tan a pecho -balbucea José.
—Claro que no hay que tomárselo a pecho -respondo-, sobre todo porque a la provincia de Buenos Aires ya la incendiaron durante más de dos décadas los gobiernos peronistas.
—Tal vez no sea casualidad que una de las voces solidarias con el Pata -dice Abel- sea la de Duhalde.
—Tampoco son casuales las fotos: fotos con Cristina, con Scioli...
—Agregale las fotos de cuando los peronistas se agarraron a tiros entre ellos en ocasión del traslado de los restos de Perón. ¿Se acuerdan? Peronismo en estado puro, lúmpenes armados con pistolas, cachiporras, cadenas...
—Convengamos que el compañero Pata -digo- tiene una honorable trayectoria en la causa nacional y popular. Varias amenazas de incendios; le bajó los dientes de una trompada a una policía que osó detenerlo por una infracción; su hijo participa con pistola en la mano en otros de esos corsos siniestros que arma el peronismo y su hija es candidata a concejal en una lista de la compañera Cristina.
—Todo un compañero -ironiza Marcial.
—También es todo un compañero el señor Julio De Vido -agrega Abel.
—Lo de señor corre por tu cuenta -corrige Marcial.
—Lo que no entiendo -digo- es cómo este malandra sigue siendo diputado.
—Porque más de cien diputados peronistas y troskistas levantaron la mano para protegerlo.
—También habría que preguntarse por qué Menem sigue siendo senador y cómo la señora Cristina espera ser senadora... cuando en realidad todos los que nombramos deberían estar en cana hace rato.
—Con la Justicia que hay -observa José- no me llamaría la atención que esto ocurra.
—Yo en tu lugar -observa Abel- no me tiraría tanto en contra de la actual Justicia. Por el contrario, estaría agradecido. Gracias a esta Justicia morosa, cómplice de kirchneristas y jueces de la servilleta, estos malandras están en libertad. Así como levantaron un monumento a Kirchner, deberían levantarle un monumento a los jueces que los deja libres.
—Lo que yo no entiendo -se pregunta Marcial- es por qué los condenan pero siguen libres. Apelan y pasan, como en el caso de Menem, más de diez años hasta que deciden confirmar la condena, entonces vuelven a apelar.
—¿Vos querés negar el derecho a apelar?
—Que apelen todo lo que se les dé la gana. Pero si en primera instancia fueron juzgados y condenados, si en esa instancia dispusieron de todas las garantías del caso, no entiendo por qué no están en cana. Que apelen, pero desde la cárcel como corresponde.
—No comparto -concluye José.
“Lo escandaloso de todo esto -digo- es que un tipo decida resistir una orden judicial, una resistencia que incluye la amenaza de incendiar la provincia. Lo escandaloso es esta cultura de la extorsión y el apriete”.
“Yo no quiero un país sin sindicatos; lo que quiero es un país sin sindicalistas mafiosos atornillados en el poder desde toda la vida; yo no quiero que los trabajadores estén indefensos, lo que quiero es que alguien los defienda”.