Desde el advenimiento de la democracia en 1983 a la fecha solamente han pasado cuarenta y un años. Digamos, cuarenta y un años en los que nuestra patria, económica y moralmente, ha sido desquiciada. Entonces apunto a describir a los "actores" de todo este periodo, que son los cuatro poderes que nos gobiernan y conducen: el Poder Judicial, el Poder Gremial, el Poder Político y el Poder Religioso.
Poder Judicial y Poder Gremial
La pregunta que nos podemos hacer los ciudadanos es: ¿Qué pasó? Tenemos un país sin seguridad, con reconocidos usurpadores del Poder Judicial, que ante la realidad de corrupción, de actitudes antidemocráticas, de la violencia callejera, del vandalismo a las propiedades privadas (con adultos mayores) en su interior, que son vejados, no hace nada.
¿Los representantes de la Justicia qué papel juegan? trabajan sin tiempos, no respetan al Violado y se determinan un Poder con Independencia del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo y son nombrados por dichos Poderes o sea que son Empleados del Estado con estatus de Autoridad Independiente. Con muchos Privilegios, no rinden cuentas a ningún estamento Político.
En cuanto al Poder Gremial, creo que es lamentable tener que referirme al gremialismo como "poder". La realidad me exime de cualquier comentario. Toda empresa del Estado que pudo funcionar alguna vez con normalidad, con el tiempo el gremialismo logró –gracias a su connivencia con los políticos de turno- "negociar" su funcionamiento y privilegios, perdiendo dichas empresas su calidad de prestación, hasta desaparecer.
Poder Político y Poder Religioso
En cada dificultad determinada por los Gremios siempre perjudicaron al Ciudadano Argentino y lo más lamentable, ninguno de los Poderes Ejecutivo y Político le pusieron coto a la situación se les dio prioridad del Derecho determinados por los Gremios y actuaron en contra de los Derechos explícitos de la Constitución Nacional. El perjudicado siempre es el Pueblo, al que dicen representar y hoy tenemos una realidad que nos supera y seguro los Gremios disfrazados de Partidarios de un Partido Político, se creen que pueden ejercer la fuerza de la Violencia para lograr sus objetivos.
La pregunta más estúpida que puedo hacer, es para qué están los Políticos que son los Elegidos por el Pueblo y al que deben responder, que nos pueden decir de los Derechos avasallados de los Ciudadanos, de la Inseguridad, de la Corrupción y la de su propio funcionamiento. Quién los va a Juzgar, nadie si son ellos los que deben Juzgar a todos los Poderes y asimismo. Además dice la Constitución, el Pueblo Gobierna a través de sus Representantes. (El Pueblo podemos dormir sin Frazadas, porque los Legisladores nos cuidan).
Finalmente, cuando nos referimos a lo religioso, siempre recaemos sobre la Iglesia Católica, pero esta y las demás están en las mismas condiciones ante lo ocurrido. La religión acoge a la mayoría de los ciudadanos de nuestra patria, ya que la mayoría somos de una u otra forma creyentes. Cada culto, cada credo, tiene la obligación de opinar, proponer, criticar, hacer. En definitiva: estar presente.
¿Qué nos pasó?
Haciendo un análisis muy general y generoso, en estos cuarenta y un años de democracia, surge esa pregunta: ¿Qué nos pasó? Tanta degradación en la vida de los ciudadanos "de a pie", que siempre estamos pagando los platos rotos, empobreciéndonos económicamente. Y lo más lamentable, con una increíble decadencia, tanto espiritual como moral, mientras los corruptos están libres y haciendo valer sus derechos. ¿Y nosotros?
El presidente Raúl Alfonsín impulsó a fines de 1983 la creación de la Conadep (*), para investigar y castigar los excesos de las Fuerzas Armadas en lo que para mí fue una guerra contra un ejército de los denominados subversivos, lográndose un fallo en contra de las mismas. Hoy lo recuerdo y me digo: ¿Qué pasó después con la Justicia? ¿Qué pasó con lo hecho por los gobiernos que lo continuaron a partir de 1989, como el de Carlos Menen? Nada pasó.
¿Qué pasó con la corrupción en contra de nuestra patria? ¿Qué pasó con la corrupción con las obras públicas, con los préstamos del FMI, con la droga, con la falta del cumplimiento del deber de los jueces y los fiscales, que trabajan sin que les importara el tiempo? ¿Qué pasó con los gremialistas que nunca vieron ni se enteraron y nada denunciaron? ¿Y con los compañeros legisladores, que al parecer nunca se enteraron de lo que aconteció en nuestra patria? Nada pasó.
¿Quién podrá defendernos?
Ante este simple recordatorio de situaciones, vivida a lo largo de poco más de cuatro décadas, puedo decir que nadie de los que tenían la obligación de actuar en representación del pueblo ciudadano, lo hizo. Nadie. Si no, que me digan: ¿Qué hicieron? El actual gobierno, en 2024, "descabezó" a sectores donde los responsables existen, exponiendo serias falencias cometidas en el manejo del dinero público por parte de quienes lo antecedieron. Pero no hay uno sólo citado por la Justicia, ni criticado por el gremialismo ni por los sectores de la religión. Acá nada pasó, ni pasa.
Mientras el conjunto de los cuatro poderes hace un ostensible silencio, los Ciudadanos nada podemos decir. Solamente existimos el día determinado para votar a quienes nos van a gobernar, supuestamente en nuestro nombre. Si presentamos una idea, un proyecto, pero no tenemos el apoyo de uno de los legisladores, "muere" en un archivo. Es como que no tenemos el derecho de expresarnos, porque no existimos.
Ustedes, como yo, seguramente se preguntarán, con aquella famosa frase: ¿Ahora, quién podrá defendernos? Siempre digo lo mismo, y por eso la nombro y recuerdo tanto: la Constitución Nacional. Es ella la que determina y establece los derechos de los ciudadanos, pero parece que alguien se olvidó dejarlo por escrito en el recinto de los privilegiados. ¡Mi Argentina, que lejos estamos de una verdadera democracia!
Silencio: igual a corrupción
En mi escrito hablo de los cuatro poderes (judicial, gremial, político y el de las religiones), así como de su ostensible silencio. Analizando a nuestro país, nuestra patria, desde 1983 -en que se reinstauró la democracia mediante la elección de un gobierno elegido por el pueblo- a esta parte, llegamos a un resultado lastimoso, en términos de organización nacional, que salta a la vista.
De ser una nación con ciertas riquezas -por nuestras tierras, subsuelos y mares; nuestros productores, empresarios y comerciantes-, resulta que somos un país con casi un 50 por ciento de pobreza, muy endeudado y que –además- busca nuevos créditos. En dicho contexto, es de público conocimiento, a través de todos los medios de difusión posibles (televisivos, radiales, prensa escrita), hechos puntuales de corrupción dentro de la esfera política, en connivencia con determinado sector empresarial. Entonces pregunto: ¿El Poder Judicial qué papel juega?
Hemos llegado a esta situación debido al silencio absoluto y vergonzoso de los poderes antes mencionados. El silencio se transforma en una actitud cómplice en las conductas que se alejan del cumplimiento del deber. La verdad es la realidad: el comportamiento de los seres humanos más allá de los juramentos que hacen cuando les delegan una responsabilidad pública.
El silencio en definitiva es corrupción. Y, como dice la Biblia, el que esté libre de culpa que tire la primera piedra. Los ciudadanos, que constitucionalmente solo existimos para votar, somos la reserva moral para procurar que se castiguen los silencios y a los "ejecutores" de los mismos. Que Dios y la Patria juzguen a los representantes de los distintos poderes por su ostensible silencio. Son los responsables de generar, con su conducta silenciosa, las acciones corruptas que nos llevaron hasta acá.
(*) Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas.
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