Autorretrato del destacado arquitecto y pintor, titulado "Prilidiano Pueyrredón cazador". Su figura como artista no fue considerada en su debida dimensión hasta 1930, aproximadamente, cuando se lo redescubrió como precursor de la pintura nacional. Ha sido ampliamente reconocido y elogiado por la calidad de sus retratos, en especial el de su padre, Juan Martín de Pueyrredón.?
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El bicentenario del nacimiento de Prilidiano Paz Pueyrredón, que se cumplió el 24 de enero pasado, merece recordarse a través de las páginas de El Litoral y con este título, porque, si bien no lo hizo en vida, su obra fue motivo de una memorable exposición en el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez, la que se inauguró el 14 de abril de 1957. Fue la primera vez que un valioso conjunto de obras del afamado artista saliera de la ciudad de Buenos Aires, en la que vio la luz y donde murió el 2 de noviembre de 1870.
Imagen de "Un alto en la pulpería", escena costumbrista campera pintada por Prilidiano Pueyrredón (1860).
Solo había dos antecedentes: la exposición realizada por Amigos del Arte, entidad presidida por Elena Sansinena de Elizalde, que se realizó en 1933 en su sede de la calle Florida, con la organización de José León Pagano, autor del estudio que prologaba el catálogo de las 72 obras que se expusieron. La otra muestra tuvo lugar en 1956 en la chacra del "Bosque Alegre" de San Isidro, de donde probablemente surgió la idea de la que se realizó en esta provincia.
La muestra del Rosa Galisteo
El acontecimiento sin duda importante dentro de la cultura local, había sido anunciado una semana antes en El Litoral con un interesante artículo, que aunque no lleva firma probablemente por su erudición se deba al director del Museo Rosa Galisteo, el profesor Horacio Caillet-Bois. La víspera de la inauguración este medio daba a conocer otra noticia que ponía a Santa Fe en el centro de la escena ya que el gobierno provisional había convocado allí a una Convención Reformadora de la Constitución. La medida anunciada, decía, "satisface un viejo anhelo de nuestra ciudad y reconoce su derecho histórico a ser la sede de esta nueva Asamblea".
En la misma página, con el autorretrato de Prilidiano, se afirmaba con razón: "El conjunto que se ofrecerá a la contemplación del público santafesino constituye un esfuerzo extraordinario, pues si en la misma capital federal donde vivió y pintó toda su obra Pueyrredón, no sería fácil reunirlo, doblemente difícil resulta en el interior del país, donde casi no existen cuadros del artista". Tal era el prestigio que había alcanzado el museo provincial que "ha tenido la más amplia acogida que podía esperarse de los museos e institutos oficiales de Buenos Aires, que, comprendiendo la importancia de esta iniciativa para la cultura pública del país se han avenido a prestar sus obras capitales, muchas de las cuáles se exhibirán por primera vez".
Las obras expuestas
El Museo de Bellas Artes facilitó diecisiete obras, entre ellas "Retrato del coronel Álvaro Barros", "Retrato de la niña M.L.C.", "El pantano", "Un alto en la pulpería", "Un patio porteño en 1850", "Retrato de Manuelita Rosas", "Lavanderas en el Bajo Belgrano" (1865), "Retrato de Miguel de Azcuénaga", "Vista de Aldea" (paisaje), "Capricho" (Olivos, 13 de noviembre de 1858), "Paisaje" (Recoleta), "Bosques de Palermo", "Ciego popular en Cádiz", "La Lavandera", "Paisaje de la Costa" (San Isidro) y "Paisaje" (Suiza). Llama la atención la cantidad de obras, ya que en la exposición de Buenos Aires sólo se facilitaron ocho y un boceto, siendo sólo el retrato de Manuelita y las Lavanderas exhibidas en aquella oportunidad.
El Museo Histórico Nacional envió cinco cuadros: "Retrato del canónigo Julián Segundo de Agüero", "Retrato de Juan Antonio Lavalleja", "Retrato del general Juan Martín de Pueyrredón", "Asesinato de Manuel Vicente Maza" y "Retrato de Ciriaco Cuitiño", todos ellos exhibidos en 1933 a excepción del último de los nombrados.
A su vez, el Museo Eduardo Sívori facilitó cuatro de sus trabajos: "Retrato del general Manuel Guillermo Pinto y su esposa doña Juana García", "Carro del año 1860", "Dama porteña" y "Gaucho" (1840). Además, la Facultad de Derecho se hizo presente con los retratos de Juan Martín de Pueyrredón, Julián Segundo de Agüero y del Presbítero Valentín Gómez (estos dos últimos no se habían conocido en la muestra de Amigos del Arte).
El Museo Mitre dio la primicia de enviar el autorretrato de Prilidiano, mientras que desde Rosario, el Museo Castagnino facilitó el retrato de un personaje desconocido y el histórico del coronel Celedonio Rodríguez. El Museo Histórico de Santa Fe, finalmente, hizo lo propio con los retratos de Matías de Irigoyen, Ventura Coll y Diez de Andino. En total, 36 obras. Muchas de ellas exhibidas por primera vez en una muestra, que mereció el elogio de su tiempo, y que entiendo no se ha vuelto a realizar en ninguna otra provincia.
La cantidad de obras de estos clásicos que poseen algunos museos en sus depósitos, nos hacen pensar en la necesidad de convenir este tipo de exposiciones en el interior, porque además de hacer conocer lo que hay, la experiencia nos dice que lo que no vemos es muy fácil que olvidemos y si eso pasa con una prenda en el fondo del placard, porque no en el depósito de un museo. Le queda a Santa Fe haber sido la pionera en mostrar a Prilidiano en su esplendor, hace ya casi setenta años.
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos. El autor es Miembro Correspondiente en la ciudad de Buenos Aires.
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