I
Un repaso ligero por los acontecimientos ocurridos en los últimos días en una Argentina que votará el domingo 14 de noviembre dan cuenta de los disparates cometidos por un gobierno que brinda señales más que elocuentes acerca de su extravío respecto de la realidad.
I
Las pensiones de más de dos millones y medio de pesos mensuales a favor de Cristina Kirchner en una Argentina donde los jubilados cobran el uno por ciento de esa asignación y sus juicios por reactualización se extienden hacia el infinito; la liberación de José López, el funcionario kirchnerista que hizo célebre el escenario constituido por los bolsos, un convento, una monja y armas de guerra, el caballero que ocupó los primeros planos del poder kirchnerista y que recupera la libertad con una fianza de setenta mil dólares, menos del uno por ciento de los bolsos que con singular garbo revoleaba bajo la pálida luz de la luna; las declaraciones del presidente de la Nación calificando a la provincia de Córdoba como territorio hostil por la curiosa circunstancia de que en ese territorio el kirchnerismo obtiene menos votos que una secta trotskista; y el asesinato de un kiosquero en la localidad de Ramos Mejía, una localidad de La Matanza, el municipio que el peronismo gobierna desde 1983 aunque las responsabilidad de sus males, tragedias y dolores las tiene la señora María Eugenia Vidal, son algunos de los "obsequios" del actual oficialismo a la ciudadanía a menos de una semana de las elecciones. Los hechos mencionados son apenas un repaso ligero de los acontecimientos ocurridos en los últimos días en una Argentina que votará el domingo 14 de noviembre.
II
Leemos los disparates cometidos por un gobierno que brinda señales más que elocuentes acerca de su extravío respecto de la realidad y no faltan los que suponen, con cierto toque de humor, que Alberto Fernández y sus principales colaboradores están trabajando decididamente para lograr su propia derrota. Humoradas al margen, convengamos que los acontecimientos mencionados podrán leerse como una respuesta coherente con la cultura política que designe al peronismo en su versión kirchnerista. Que la abogada exitosa perciba beneficios previsionales de más de dos millones de pesos mensuales, más un retroactivo que supera los cien millones de pesos, no deberá asombrarnos. Si algo distingue a Cristina, además de la construcción de un empalagoso relato épico y cargado de los lugares comunes más triviales de la cultura setentista, es la exhibición obscena e impúdica de riquezas, trasformada además en algo así como un paradigma del populismo K: hablar de los pobres y vivir como millonarios.
III
En la rumbosa mitología populista se dice que cuando Evita lucía en ciertos actos oficiales un vestuario millonario, de alguna manera satisfacía con esa exhibición las fantasías de sus encantadores "grasitas" (el término es creación de ella) en tanto reconocían fascinados en el "hada rubia" los privilegios que a ellos les estaban negados. Dicho con otras palabras, Evita los representaba y de alguna manera encarnaba algo así como una revancha imaginaria contra las clases altas, contra las señoras de la oligarquía y sus hipócritas sociedades de beneficencia. El mito podrá discutirse con diversos argumentos, pero para el caso que nos ocupa el tema es absolutamente innecesario por la sencilla y elocuente razón de que Cristina no es Evita y no lo es ni como mito ni como leyenda ni como épica y tragedia. La historia, sabemos, no se repite, y mucho menos los mitos. Cristina no es Evita, no tiene modo de serlo y todo intento de comparación es una caricatura y una estafa emocional. Cristina será reconocida en la historia por haber sido dos veces presidente y por ser la esposa de otro. Tal vez, en términos cotidianos, la frase que mejor la expresa con cierto toque de ironía sea la pronunciada por ella misma: "Abogada exitosa". Dos palabras cargadas de ambigüedad con un cierto toque entre patético y burlesco.
IV
No conforme con sus lucimientos en los salones del mundo, lucimientos poblados de calurosos abrazos y discursos pronunciados frente a auditorios desiertos a los que no se dignaron a sumarse ni siquiera la borrascosa multitud que acompañó al presidente a esta gira financiada por los contribuyentes argentinos, Alberto Fernández visita la provincia de Córdoba y se prodiga en declaraciones que le aseguran al kirchnerismo continuar siendo una fuerza absolutamente minoritaria en la provincia. ¿Lo asesora el enemigo? ¿Quiere la derrota de los K? ¿O a su manera lo suyo obedece a una lógica rigurosa? A decir verdad, lo que dijo no es una anécdota o un detalle menor. No solo agravia a una de las provincias más importantes de la Argentina, sino que la agravia porque le desagradan los persistentes resultados electorales. En el contenido de esas frases está latente de una manera tal vez oblicua, pero no por ello menos vigente, el concepto tan peronista que supone que quienes no nos votan a nosotros, quienes desconocen los evidentes y eficaces beneficios del movimiento nacional no son argentinos y de alguna manera son un enemigo de la patria. Córdoba para el presidente Fernández es un territorio hostil, algo así como una zona enemiga, aunque generosamente la llama a integrarse a la Nación, como si fuera una ínsula extranjera, algo así, ya que estamos en tema, como un territorio mapuche.
V
Especular sobre los resultados electorales del 14N puede que sea un ejercicio vano. Los vaticinios, los pronósticos, los augurios serán confrontados con los rigores del escrutinio el domingo a la noche. Sin embargo, algunas tendencias pueden registrarse. Las elecciones PASO del 12 de septiembre son un indicio y un indicio fuerte. ¿En dos meses el gobierno nacional podrá dar vuelta estos resultados? No es imposible, pero convengamos que es difícil y para algunos llega a ser casi imposible. El peronismo apuesta a que la movilización de recursos estatales permita "dar vuelta" el resultado de septiembre. A la apelación a ese recurso, el humor popular lo ha calificado de "Plan Platita". ¿Dará resultados? Si al reparto indiscriminado de objetos de consumo, dinero y planes lo confrontamos con algunas de las decisiones políticas prácticas tomadas por los principales dirigentes del gobierno nacional, confrontan con la supuesta felicidad de la que sería portador el "operativo platita". Puede que el domingo esté planteado como un signo de interrogación. De lo que hay menos dudas es de los problemas que se presentarán el lunes. Dicho con otras palabras: las elecciones medirán el humor de los ciudadanos y reacomodarán las relaciones de poder en el ámbito parlamentario, pero las elecciones no provocarán resultados automáticos en el proceloso campo de las relaciones sociales. Hecho el escrutinio, concluidos los festejos de los ganadores y secadas las lágrimas de los perdedores, al otro día nos reencontramos con lo real. Una realidad que incluye en primer lugar a un gobierno hipotéticamente derrotado con mandato hasta 2023 y una realidad cuyo devenir cotidiano está signado por la pobreza, la inseguridad y los numerosos problemas económicos y sociales que nos agobian desde hace tiempo.
La historia, sabemos, no se repite, y mucho menos los mitos. Cristina no es Evita, no tiene modo de serlo y todo intento de comparación es una caricatura y una estafa emocional.
El peronismo apuesta a que la movilización de recursos estatales permita "dar vuelta" el resultado de septiembre. A la apelación a ese recurso, el humor popular lo ha calificado de "Plan Platita".