"Santa Fe judaizada": antisemitismo exacerbado y extremo en la provincia
El pasado que debe contarse.
"Santa Fe judaizada": antisemitismo exacerbado y extremo en la provincia
Viernes 25.10.2024
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Última actualización 22:18
Además de la obra de Gustavo Martínez Zuviría (Hugo Wast) que citamos y describimos con anterioridad, otra muestra de literatura antisemita y antijudía que cabe mencionar en este repaso fue la publicación de un libelo titulado "Santa Fe judaizada", de Juan Carlos Moreno. Publicado a través de una desconocida editorial porteña, llamada 3 A (¿Premonitoria quizás de la siniestra y sombría organización paramilitar surgida hacia 1973?), este libro de Moreno forma parte de la colección "Cuadernos Antijudíos" y apareció en apoyo a una "campaña antijudía", para la que había que suscribirse al "Plan de Difusión Antijudía". Más explícito imposible.
Literatura antisemita en Argentina. "El Kahal", obra de Hugo Wast que Juan Carlos Moreno toma como referencia para exponer una visión grosera y hasta grotesca de los judíos de Santa Fe. Gentileza
El folleto -a nuestro entender una tosca transliteración de "Los Protocolos de Sion", en clave santafesina- culmina con esta verdadera amenaza: "Santa Fe está judaizada en su vida económica, en sus ideas, en sus costumbres. (…) El Nacionalismo ya tiene su norma sobre la cuestión judía y sabrá aplicarla a su tiempo". El texto carece índice. Se divide en una "Noticia" como introducción y en seis capítulos, titulados: "La invasión", "El judío italiano", "Relajación y miseria", "Los altos hipócritas", "El médico judío" y "El Kahal en acción". Cada uno trata una cuestión diferente, pero están hilvanados de modo que se lean como una denuncia -a juicio del autor- de "la descomunal y potente presencia del judaísmo en la provincia de Santa Fe".
El contenido en sí es una larga serie de injurias y falsedades, con las que el autor intenta de demostrar que "la provincia de Santa Fe ha sido virtualmente capturada por los judíos, judaizantes y masones en todos sus ámbitos". Su comercio, su industria, su educación, el Rotary Club, las finanzas, la salud pública, el aparato del Estado, la universidad, la economía y el manejo de los granos, asegura Moreno, "han sido capturados por los judíos", acusando de ello, aunque sin dar nombres, al gobierno provincial (recordemos que el gobernador era Manuel de Iriondo), al intendente de Santa Fe (Francisco Bobbio) y al rector de la Universidad (Josué Gollán).
Es bueno saber que "Manucho" de Iriondo era un radical anti personalista, conservador y miembro de la Liga Patriótica, así como Bobbio era un católico practicante integraba, entre otras instituciones, la Bolsa de Comercio. Pero, según Moreno, "el judaísmo está más sólidamente afianzado en Santa Fe" que en otras partes. En La Capital, Rosario, Rafaela, Coronda, Virginia, Ceres, Palacios, Hersilia, San Gerónimo, Reconquista; comercio, industria, bancos, centros culturales, profesiones están en sus manos. Algunas localidades, escribe este autor, "son casi enteramente israelitas, como Moisés Ville, Lambí Campbell, Villa Ángela y Las Toscas (…)". (**)
Para Moreno, todas las riquezas del campo (cereales, cuero, lana) son adquiridas por "compradores y comisionistas, judíos o no judíos, que la entregan en depósitos de los acopiadores judíos, que son las grandes y únicas bocas insaciables adonde se almacena esta producción lograda con esfuerzo y cariño por los agricultores cristianos". Y en cuanto a los derivados de las materias primas, todo es absorbido, o dirigido, o controlado, por las firmas comerciales judías, que en Santa Fe alcanzan estas dos máximas expresiones: Luis Dreyfus y Cía., y Bunge y Born Limitada.
Finalmente, como corolario dice que con esto se cumple la aspiración de la Alianza Israelita Universal: "No está lejano el día en que todas las riquezas de la tierra serán de los hebreos". En esos días, la ciudad de Santa Fe tenía unos 150.000 habitantes, según lo publicado por la Guía Oficial de la Provincia de Santa Fe de 1931, y de acuerdo a la información brindada por la Dirección de Estadística Municipal, en ese mismo año la ciudad contaba con 125.295 habitantes, excluyendo Rincón y Colastiné. El departamento La Capital tenía 131.404 y la provincia 1.400.000.
En realidad, si se leen con cierta atención los listados del personal de las instituciones oficiales -ministerios, policía, justicia, educación (común y superior) y de profesiones (abogados, contadores, escribanos, ingenieros, médicos)-, se puede observar la escasa presencia de judíos en ellas. Puede haber alguno que otro en las actividades portuarias y acopio de granos, pero la gran mayoría está incluida en el comercio minorista (como sastres, carniceros, herreros, carpinteros/muebleros, almaceneros).
El libro enumera una serie larga de inexactitudes, fantasías y exageraciones, con una notoria ausencia de referencias, por lo que cabría la pregunta: ¿Habiendo tan solo unos 2.600 judíos en la ciudad de Santa Fe (el 2% de la población, aproximadamente) y unos 12.000 a 13.000 en la provincia (menos del 1% del total poblacional), serían capaces de tener tanta eficacia, tanto poder como el que señala el escriba? Es evidente no solo la ignorancia del mismo, sino también sus profundos prejuicios racistas y antisemitas.
Es muy probable que ni Hugo Wast ni Juan Carlos Moreno hayan conocido un judío real, uno de verdad, con carne, huesos, pensamientos y sentimientos. La base de sus textos la constituye el "estereotipo del judío", descripto siempre como "avaro, miserable y vulgar", sin reparar en que la enorme mayoría de los judíos inmigrados -especialmente de Europa Oriental- y sus descendientes eran campesinos de las colonias (los "gauchos judíos"), obreros textiles, de la madera, panaderos y pequeños comerciantes.
Pero es muy factible que no les interesara conocer a esos judíos concretos, fundadores de cooperativas, sindicatos, bibliotecas, grupos culturales, escuelas, periódicos, clubes, editoriales, innovadores en las tareas rurales y producción manufacturera, artes y ciencias. Es muy posible que quizás no conocieran a ningún judío de verdad y toda su parafernalia se basara entonces en los supuestos de una lectura alucinada y fantasiosa, ya digerida por otros antisemitas.
El pensamiento "clásico" sobre el judío
En las palabras previas a sus novelas, Gustavo Martínez Zuviría (Hugo Wast) nos adelanta su pensamiento "clásico" (estereotipado) sobre los judíos: no son productivos, tienen un amor desmesurado por el oro, controlan las finanzas mundiales, la cultura y los medios de comunicación, afirman que quieren destruir al cristianismo mediante el liberalismo y el socialismo. Todas y cada una de estas definiciones, además de grotescas y ridículas, falsas y mentirosas. A nuestro entender, sus escritos buscan el efecto sensiblero y el impacto emocional fácil.
La obra de Hugo Wast en muchos casos ha sido panfletaria, no literaria; son proclamas antisemitas revestidas de un cierto (y dudoso) vuelo literario. Su éxito editorial, según Manuel Gálvez era el único escritor que podía vivir de sus publicaciones, es posible que sea la causa de su renombre, para nosotros injustificado. Lamentablemente en Santa Fe se lo alabó durante mucho tiempo, tratándolo como una verdadera personalidad, cuando en realidad no fue sino un vulgarizador de ideas preexistentes.
Una avenida del noroeste de la ciudad aún lleva su nombre y también lo tenía un establecimiento educativo terciario oficial, el Instituto N° 12, donde se forman comunicadores sociales (periodistas y locutores) y otros profesionales. La presión ejercida por el estudiantado, diversas entidades, personalidades culturales y la ciencia lograron modificar el nombre de esa institución por el de Gastón Gori, honrando al autor de un trabajo señero en la investigación histórico-social ("La Forestal") y en desagravio también a ese centro educativo.