Las vereditas de Santa Fe tienen ese no sé qué…

Por María Alejandrina Argüelles

A raíz de la oportuna preocupación de El Litoral por las veredas -o lo que eran veredas- los sufridos contribuyentes tenemos algo que decir: ¿Cuál es el fundamento por el cual la municipalidad determina y obliga al frentista a arreglar las veredas? Ya se sabe que hay una ordenanza pero es necesario que se nos den los fundamentos de esa medida unilateral.

En esa nota se hace referencia al Código de Habitabilidad que “establece las condiciones que deben tener las veredas”. Y sí: las condiciones que deben tener cuando se construye, pero no es posible que “La responsabilidad del mantenimiento y la linealidad de las veredas está a cargo del frentista”. Parece una ordenanza hecha para no ocuparse de lo que sí les corresponde.

La vereda es de uso público, al igual que las calles, las plazas, los parques. ¿por qué debe arreglarlas el frentista si son de uso público?

A la vereda la rompen frecuentemente los trabajadores de compañías tipo Aguas, Gas, las de cables de internet, tv etc. que jamás se acuerdan de arreglar lo que rompieron. Y cuando lo hacen son arreglos tan malos que no duran. Se “olvidan” o bien nadie las intima tal vez porque es más fácil y recaudatorio dirigirse a los frentistas. A eso se suma el vandalismo frecuente que no se limita a los grafittis sino que se evidencia en roturas de zócalos y baldosas y robo de rejillas, para descargar algún descontento o para agredir. Y agregamos los árboles, algunos de ellos plantados por el propietario (ahí sí cabe una responsabilidad individual) y otros por algún iluminado empleado estatal, en general sin tener en cuenta el ancho de las veredas y mucho menos la especie elegida, con lo cual hoy las raíces destrozan piso y las cañerías y convierten la acera en pequeños montículos intransitables.

Yo rompo, vos arreglás

¿Y todo lo que se rompe en las veredas es a cargo de los frentistas? ¿La norma sería: ¿Yo vandalizo tú arreglas?

Bastante es ya con que mantengamos las veredas baldeadas y aseadas, aunque sea por el breve tiempo que media entre que pase algún desaprensivo dueño de perro, los que tiran papeles, volantes o lo que sea porque sí, o porque no encuentran recipientes de basura o permanecen repletos, más el uso que hacen personas en situación de calle (para quienes no hay alguna solución a la vista), y los que abren las bolsas de basura y desparraman el contenido…

Es innegable que las actuales autoridades recibieron así la ciudad, con calles y veredas intransitables entre otras cosas, y también es evidente una gran dosis de incultura ciudadana, pero no puede cargarse al vecino con una tarea que a todas luces no le corresponde, y mediante una norma sin fundamentos de sentido común.

En países civilizados es la autoridad (comunal o municipal) la que se ocupa de solucionar el aseo de la comunidad: recoger la basura e incluso lavar las veredas, como también se ocupa de controlar y sancionar a quienes rompen o ensucian, sea arrojando basura, sea no levantando lo que hace su mascota. Quiero decir que no sólo hay inspectores para recaudar por mal estacionamiento…

Una sugerencia a los responsables de mejorar la ciudad (que, reitero, la han recibido altamente deteriorada): bajen de los autos y caminen. Y esta es una sugerencia también a niveles no sólo municipal, ya que este tema de veredas y suciedad es muy evidente en lugares como garajes de provincia, sectores de Vialidad, edificios patrimoniales (Santo Domingo, San Jerónimo al 1900) por citar sólo algunos.

Algo más, un pedido al diario: ¿pueden implementar el veredrómetro al igual que funciona el bachómetro?. Tal vez así las autoridades pertinentes del Estado y de compañías implicadas puedan ver el desastre de de las veredas, no sólo para el común de los vecinos sino sobre todo para gente con discapacidades, gente con cochecitos de bebés, adultos mayores.