Con Nicolás Peisojovich
San Martín es uno de los grandes héroes de América, sacrificó hasta su buen nombre ganado en batallas solo por el hecho de ver una América grande y libre. Nunca desenvainó su tan famoso sable corvo para derramar sangre americana.
Con Nicolás Peisojovich
"Los hombres en general juzgan de lo pasado según su verdadera justicia, y de lo presente según sus intereses." General José de San Martín.
"Señores padres, tenemos el agrado de informar que su hijo ha sido seleccionado para interpretar a…" decía la nota pegada en el cuaderno y ya no importaba si en el acto de la escuela organizado para el 17 de agosto uno interpretaría a San Martín, a un granadero o a Cabral. Uno de los personajes más queridos y respetado de la historia argentina por los niños siempre fue "Cabral" (a uno se le inflaba el pecho de orgullo saber que iba a morir en el escenario salvando a San Martín, de hecho uno ensayaba un convencido gesto mortal y buscaba la mejor manera de morir contento). "Cabral", así a secas, porque creo que ninguno se acuerda del nombre de pila, y ya con solo decir Cabral nos hacíamos la idea de un gigante y morocho bonachón que no solo dio su vida por San Martín sino por todos nosotros. Ese mulato generoso tuvo hasta el gesto noble y altruista en su último gemido de vida de decir unas palabras que quedarían en nuestra memoria infantil como una de las frases grabadas a fuego y sangre de nuestro sentir patriótico: "General, muero contento, hemos batido al enemigo". ¿Mito?, ¿exageración?, ¿leyenda?, ¿libertad poética?, no lo sé y confieso que no profundicé en los archivos históricos para desasnarme; pero esa frase y el sentido de esas palabras, fueron en nuestra niñez las palabras justas y exactas con las que se nos insufló el sentir patrio y el orgullo de pertenecer y ser argentino y con el agregado por su inmediatez automática de poner en el rubro héroes de la infancia a San Martín y a Cabral. No me hago a la idea de que en el fragor de la batalla, con sables, fusiles, lanzas y a merced de los enemigos, con cuerpos destrozados por cañonazos y sablazos, con los gritos de dolor y/o de arengas, con el estridente sonido del chocar de las espadas o los relinchos y bufidos de los caballos, el soldado Cabral haya tenido ese asalto poético, esa inspiración en la espiración, que haya dicho esas exactas palabras… o que tuviese siquiera ese rapto de alegría antes de emitir su último suspiro. Pero hay que ver el contexto histórico, hay que ponerse en el lugar y en las motivaciones, tenemos que entender de las convicciones de aquellos fundadores de la incipiente patria y de la cual ellos serían sus primeros bastiones. Se trataba de ideales, ideales nobles y justos, fundamentados con la firme convicción de saber que estaban haciendo historia, ellos iban a ser el puntal, los guías, los hacedores del gran sueño de la Patria Grande, porque ellos la soñaban así, no peleaban para ellos, peleaban para América. Entonces creo que el soldado correntino, Juan Bautista Cabral, que según cuentan no murió en la batalla, sino siendo cuidado en el convento, debe haber sonreído y creo que hasta debe haber estado feliz por haber cumplido con el deber de dar su vida por la naciente patria y al mando de San Martín. Nunca mejores puestas las palabras del mendocino Carlos Benielli para poner poesía en la música del uruguayo Cayetano Silva en una de la más hermosas marchas militares del mundo como lo es la Marcha de San Lorenzo: "Y allí salvó su arrojo, la libertad naciente de medio continente, ¡Honor, honor al gran Cabral!"
San Martín es uno de los grandes héroes de América, sacrificó hasta su buen nombre ganado en batallas solo por el hecho de ver una América grande y libre. Nunca desenvainó su tan famoso sable corvo para derramar sangre americana. Al igual que Belgrano, la humildad de sus actos de grandeza fueron su sello.
Las casualidades de nuestra argentinidad; y las causalidades de los que somos tan afectos (y afectados) por los recuerdos, nos llevan por los laberintos de la memoria de forma caótica y... otro de los recuerdos que viene a mí es aquel que nos atemorizaba tanto siendo niños: el día de las vacunas, el temor de las agujas se equipara en nuestra tierna edad al temor a la oscuridad. Ni agujas ni cerrada noche.
Hoy la vacuna adquiere otra significancia. La trascendencia que toma la noticia de que nuestros científicos están a la orden del día con la investigación y la fabricación de una vacuna para el Covid-19 nos llena de orgullo y ansiedad a la vez. Aunque los yanquis se sintieran "primereados" por las hijas de Putin, ya que los rusos hicieron el anuncio de la vacuna para el coronavirus antes que ellos, la Sputnik V (todo un símbolo, Sputnik fue el nombre del satélite ruso que inició carrera espacial), Donald Trump minimizó la cuestión, coherente con el comportamiento demostrado desde que llegó la pandemia. Se vienen tiempos complicados, pero a su vez, llenos de esperanza
Vacunas, sanmartines y "cuareterna" son la marca de este patriótico "finde" largo (como dicen los pibes últimamente). Y lo lindo de los feriados largos es que nos fuimos acostumbrando a disfrutarlos al cien por ciento, aunque ahora ya sin desfiles y con muy pocas escarapelas en la solapa; nuestros feriados se fueron convirtiendo en el pretexto ideal para hacer turismo, así que voy armando las valijas y… ¡pará! ¡pará!… cierto que no se puede viajar, bueno, nos reuniremos en familia para tener un opíparo asado y comer hasta reventar y… ¡frena ahí! ¡tampoco se puede reunir! Ufa, tantos días desperdiciados haciendo de todo un poco y un poco de nada que ya no sé qué hacer, o qué no hacer. La excusa perfecta entonces para seguir haciendo nada ¡bah sí!, leer las Peisadillas.
San Martín es uno de los grandes héroes de América, sacrificó hasta su buen nombre ganado en batallas solo por el hecho de ver una América grande y libre. Nunca desenvainó su tan famoso sable corvo para derramar sangre americana. Al igual que Belgrano, la humildad de sus actos de grandeza fueron su sello.
La trascendencia que toma la noticia de que nuestros científicos están a la orden del día con la investigación y la fabricación de una vacuna para el Covid-19 nos llena de orgullo y ansiedad a la vez. Aunque los yanquis se sintieran "primereados" por las hijas de Putin... Se vienen tiempos complicados, pero a su vez, llenos de esperanza.