"Nosotros somos los hombres hueco, los hombres embutidos de aserrín. Nos apoyamos unos en otros por las cabezas llenas de paja". Thomas Eliot.
Los continentes siguen desplazándose en un derrotero incesante sin tiempo, sin pausa y sin causa. Es posible que esta manifestación cósmica de permanente separación y movimiento en una ironía de la evolución, se haya transmitido a la esencia humana.
"Nosotros somos los hombres hueco, los hombres embutidos de aserrín. Nos apoyamos unos en otros por las cabezas llenas de paja". Thomas Eliot.
Hubo un momento de las eras geológicas de nuestro planeta en que todos los continentes estaban unidos, conformando lo que se denomina "Pangea", palabra acuñada por el alemán Alfred Wegener, autor en 1912 de la teoría de la deriva continental. A partir de ese momento geológico, por una serie de variables, aquella masa unificada de tierra comenzó a separarse, a partir de lo cual se fueron formando los continentes actuales.
Según los expertos, los continentes aún siguen desplazándose en un derrotero incesante sin tiempo, sin pausa y sin causa. Es posible que esta manifestación cósmica de permanente separación y movimiento en una ironía de la evolución, se haya transmitido a la esencia humana de persistente secesión y ruptura de los encuentros. El naufragio de nuestros continentes espirituales ha desteñido las letras de algunos buenos y prudentes contratos sociales. Las carencias conceptuales para gestionar ideas firmes, elásticas, adaptables y abarcativas, no nos permiten escribir en nuestra bitácora algo sensato, exento del canto destructivo de las sirenas de ocasión.
La Pangea humana está muy distante y los vigías no vislumbran aquella cita del espíritu universal de los acuerdos. La fe y la esperanza se sostienen una con otra al borde del abismo, mientras una romería distraída y de una actitud de rebaño caen en él. Probablemente el "panhomosapiens" sea el eslabón perdido. Mientras tanto, el mapa que nos indica el tesoro al final del arcoíris se quema en la hoguera de los desencuentros.
Discapacidad, libertad de desplazamiento y nacionalidad
De la ley 26.378, artículo n° 18, libertad de desplazamiento y nacionalidad, los estados partes reconocerán el derecho de las personas con discapacidad a la libertad de desplazamiento, a la libertad para elegir su residencia y a una nacionalidad, igualdad de condiciones con las demás, incluso asegurando que las personas con discapacidad tengan derecho a adquirir y a cambiar una nacionalidad y a no ser privadas de la suya de manera arbitraria o por motivo de discapacidad, no sean privadas por motivo de discapacidad de su capacidad para obtener, poseer y utilizar documentación relativa a su nacionalidad u otra documentación de identificación o utilizar procedimientos pertinentes como el procedimiento de inmigración que puedan ser necesarios para facilitar el ejercicio del derecho de la libertad de desplazamiento. Tengan libertad para salir de cualquier país incluido el propio, no se vean privadas arbitrariamente o por motivos de discapacidad del derecho a entrar en su propio país. Los niños y las niñas con discapacidad serán inscriptos inmediatamente después de su nacimiento y tendrán desde el nacimiento derecho a un nombre, a adquirir una nacionalidad y en la medida de lo posible a conocer a sus padres y ser atendidos por ellos.
Los continentes siguen desplazándose en un derrotero incesante sin tiempo, sin pausa y sin causa. Es posible que esta manifestación cósmica de permanente separación y movimiento en una ironía de la evolución, se haya transmitido a la esencia humana.