Por Jorge Bello
Por Jorge Bello
Al terminar el invierno, el médico suele a veces cometer un error de diagnóstico. Es que al terminar dicha estación, o un poco antes, comienza todos los años la epidemia de sarampión. Y el médico, que se ha acostumbrado a no ver esta infección desde el año anterior, no piensa en ella cuando atiende a un niño con fiebre y resfriado. Al tercer día de la enfermedad le llama la atención la conjuntivitis, y entonces descubre el exantema.
Un exantema es una erupción en la piel. Este párrafo que acabo de transcribir nos demuestra, y nos recuerda, que el sarampión era antes cosa de todos los años, y que todos los años había epidemia de sarampión. Hasta que llegó la vacuna.
El párrafo está en la página 559 del libro Medicina Infantil, escrito por el pediatra y ya entonces profesor Juan P. Garrahan, cuya memoria y autoridad se perpetúan en el nombre del hospital de niños más importante del país. Este libro, todo un testimonio de una época todavía no del todo superada, se editó en Buenos Aires, en 1938.
La vacuna contra el sarampión llegaría más de veinte años después. Y gracias a la vacunación, sistemática y masiva, año tras año, de todos los chicos, el sarampión quedó controlado en todo el mundo, aunque recién en 2016. Controlado, aunque no eliminado. Argentina quedó libre, oficialmente liberada del sarampión hace poco, en 2020, pero aún hoy persiste un importante riesgo de rebrote.
El sarampión rebrotó en 2018 en Venezuela, y en 2019 hubo más de seiscientos casos de sarampión en Brasil. El sarampión, en efecto, está rebrotando en América.
El sarampión fue siempre una enfermedad de niños, sobre todo menores de 5 años. Pero en los países donde la vacunación infantil es efectiva y llega a casi todos los niños (tal el caso de Argentina), el sarampión afecta sobre todo, pero no exclusivamente, a los adultos, a partir de los 18 o 20 años.
Es una enfermedad fea, y peligrosa, y que se contagia con suma rapidez. La fiebre es alta, muy alta. El exantema aparece después, en un contexto donde la fiebre continúa alta, las tos es intensa, la conjuntivitis es notable y de la nariz no para de salir una mucosidad abundante. Las complicaciones son frecuentes, algunas graves, incluso mortales.
Ningún tratamiento es efectivo para detener el sarampión. Algunas complicaciones, como la neumonía, pueden mejorar con antibióticos aunque puede pasar que no lo hagan. Pero las complicaciones más temidas, y sin tratamiento posible, son las que afectan al cerebro. Tanto a corto como a mediano plazo, e incluso a largo plazo, las varias formas de encefalitis por sarampión dejan tras su paso un desolador panorama de secuelas sin remedio.
La vacuna es efectiva, y se necesitan dos dosis. Los niños argentinos están protegidos porque la vacuna está incluida en el calendario de vacunas para todos, y así entonces la reciben todos o casi todos los bebés y pre-escolares del país.
Se considera que los nacidos en 1998, o poco después, tal vez no estén bien vacunados. Y que los nacidos antes de esta fecha tal vez no lo están en absoluto. Los rebrotes de sarampión que se han observado en países con un alto porcentaje de vacunados, como Argentina, no se han observado en niños sino en adultos jóvenes.
Por lo tanto, todos los de más 18 años deben asegurarse de estar bien vacunados. Si hay dudas, o si falta una dosis, o las dos, sin pérdida de tiempo, y por el bien propio y de todos, deben vacunarse. Esto es válido para adultos de hasta 56 años, puesto que a partir de esta edad se entiende que son inmunes al sarampión por haberlo ya tenido, de niños o de jóvenes.
Puede pasar que una persona, unos días después de recibir la dosis de la vacuna contra el sarampión, presente un pico de fiebre, incluso de fiebre alta. Menos probable es que presente una fugaz erupción en la piel. Son efectos breves e inofensivos. Y que no impiden recibir luego una segunda dosis de la vacuna.
La vacuna contra el sarampión se puede administrar como parte de la vacuna doble viral (MR, contra sarampión y rubeola), para niños o adultos. O bien como parte de las vacunas triple vírica (MMR, también contra paperas) o cuádruple (MMRV, también contra varicela), ambas destinadas en especial a la población infantil.
Las embarazadas no deben recibir la vacuna contra el sarampión, pero pueden recibirla en seguida después de nacido el bebé. Las personas que tienen deficiencias en el sistema inmune tampoco la deben recibir. Para todos los demás, de 18 a 56 años, estar bien vacunados contra el sarampión es muy recomendable.
Gracias a la vacunación sistemática y masiva, año tras año, de todos los chicos, el sarampión quedó controlado en todo el mundo, aunque recién en 2016. Controlado, aunque no eliminado. Argentina quedó libre hace poco, en 2020, pero aún persiste un riesgo de rebrote.
Es una enfermedad fea y peligrosa, y que se contagia con suma rapidez. La fiebre es muy alta. El exantema aparece después, en un contexto donde la fiebre continúa alta, las tos es intensa, la conjuntivitis es notable y de la nariz no para de salir una mucosidad abundante.
Todos los mayores de 18 años deben asegurarse de estar bien vacunados. Si hay dudas, o si faltan dosis, sin perder tiempo y por el bien de todos, deben vacunarse. Los mayores de 56 años no tienen que hacerlo puesto que se entiende que son inmunes por haberlo tenido.