¿Piensan ustedes, que hoy las cosas han cambiado mucho? ¿Piensan ustedes que en nuestra sociedad hay lugar para Dios? Yo tengo mis serias dudas, porque hay hechos que nos cuestionan.
Una cosa es llamarse cristiano y otra bien distinta es pensar, sentir y actuar como Jesús.
Queridos Amigos. ¿Cómo están? Hace poco terminó el año 2024. El tiempo pasado no volverá jamás. Podemos felicitarnos por haberlo aprovechado o podemos lamentarnos por haber perdido tantas hermosas oportunidades. ¿Cambiar? No. La vida no admite retorno.
Muchas personas a lo largo del año pasado partieron a la Casa de Dios, pues morir es la ley de la vida. Todos consciente e inconscientemente nos encaminamos hacia ese momento. Algún día será el último día, pero hay hechos que nos dejan consternados e invitan a la profunda reflexión.
El 30 de diciembre de 2024 se cumplieron veinte años de la Tragedia de Cromañón. Pasa el tiempo, pero es como si no pasara. Las familias, las madres que perdieron a sus hijos y a sus hijas no encuentran consuelo.
Y entonces se preguntan: ¿Por qué Señor? ¿Se puede comprender o explicar racionalmente la muerte de los 197 jóvenes? Lo vivido en aquella noche traumática ha dejado huellas profundas en nosotros, el síntoma Cromañón, no nos debe dejar tranquilos.
Sin embargo, con mucho dolor observo que las cosas no cambiaron, no hemos aprendido mucho, todo sigue igual o peor. El consumo de alcohol y de estupefacientes entre nuestros jóvenes preocupa mucho, la violencia bajo el efecto del alcohol va en aumento... Más me gusta ver a nuestros queridos adolescentes y jóvenes con un libro en la mano que con la copa de vino o una lata de cerveza.
Queridos Amigos. El año 2025 ha comenzado y con él nacen muchas de nuestras expectativas, nuestros sueños y utopías, pero a la vez surgen muchas preguntas, dudas respecto al futuro. Las fiestas navideñas, a pesar de la alegría, del mensaje de esperanza, representan también algo trágico y preocupante.
San Juan, en el prólogo del evangelio de hoy recuerda: "Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron (…)". En aquel mundo había lugar para los comerciantes, para los administradores, los gobernantes, para ricos,… pero no había lugar para Dios.
¿Piensan ustedes, que hoy las cosas han cambiado mucho? ¿Piensan ustedes que en nuestra sociedad hay lugar para Dios? Yo tengo mis serias dudas, porque hay hechos que nos cuestionan. Doy un ejemplo: el 30 de diciembre de 2020 fue sancionada por el Congreso la denominada Ley del Aborto.
Lo hicieron nuestros legisladores, muchos de ellos bautizados. Ahora bien, los que votaron a favor del aborto… ¿pueden llamarse discípulos de Jesús? Una cosa es llamarse cristiano y otra bien distinta es pensar, sentir y actuar como Jesús.
San Juan, por otro lado, también nos dice: "(…) Pero a los que lo recibieron, dio el poder de llegar a ser hijos de Dios". Y felizmente hoy, muchos son los que creen, aceptan y comunican la Palabra de Dios. Muchos son los que quieren seguir las huellas de Dios, muchos son los que bregan para transformar la sociedad según el evangelio y son muchos los que se juegan.
¿Cómo será el nuevo año 2025? Nadie lo sabe. Pero, lo que viene no depende del horóscopo, de lo que diga la vidente o la gitana, o un político de turno. La respuesta depende de lo que nosotros vamos a hacer y de la gracia de Dios.
Permítanme en este momento contar la siguiente historia. En el siglo V, cuando San Agustín escribía una obra realmente monumental, "De civitatte Dei" ("La ciudad de Dios"), los tiempos eran difíciles.
San Agustín de Hipona.
El otrora poderoso Imperio Romano, que parecía de hierro, se caía a pedazos debido a la grave crisis ética y moral que lo corrompía. Mucha gente, que vivía atemorizada, se decía: "Los tiempos son malos". Y San Agustín le respondía a su gente: "Ustedes son el tiempo: sean buenos y los tiempos serán buenos".
Ciertamente, el tiempo no tiene problemas… ustedes y yo somos los que tenemos problemas. Nuestra patria tiene problemas y muchos.
Hace tiempo, el monje benedictino Mamerto Menapace se preguntaba, tal vez como usted y yo hoy: ¿Qué tengo que hacer yo para poder construir un buen año? Y él mismo se respondía: "Para poder construir un buen año es necesario aprender todos los días a ser mejores y a entender que a esta vida vinimos a tres cosas: a aprender a amar; a ser felices; a dejar huellas".
Debemos dejar el mundo un poco mejor de lo que lo hemos encontrado. Uno no solamente debe vivir para sí mismo, sino para la comunidad y hacer algo por el mundo en el que uno vive.
Hoy, nuestra patria, Argentina, quiere resucitar, quiere levantarse de un empobrecimiento tremendo causado por nuestra clase dirigente, por los que nos gobernaron, pero también por muchos de nosotros (cristianos) que nos llamamos al silencio, cuando deberíamos actuar.
Nuestra patria necesita grandes gestos de todos nosotros. Nos toca, en los difíciles contextos actuales, escribir una nueva historia. Que privilegio y que responsabilidad con las nuevas generaciones. ¿Verdad? Hagámoslo -mis queridos amigos- inspirados en las palabras del papa Francisco, que nos dice: "Hay que ser como Jesucristo, hay que dejar huellas que cambien la historia".
San Agustín y su obra
Aurelio Agustín de Hipona, más conocido como San Agustín (354-430 d.C.), escribió "La ciudad de Dios", colosal trabajo compuesto por veintidós libros, durante su vejez, entre los años 412 y 426 de la era cristiana.
Eran los tiempos de la sucesión del emperador Teodosio l El Grande (347-395 d.C.), en los que el poderío imperial romano sufría en términos estructurales y geopolíticos la división entre Imperio Romano de Occidente e Imperio Romano de Oriente. Se trata de una apología del cristianismo, en la que se confronta la "Ciudad de Dios" (o celestial), con la "Ciudad Pagana".
Busto de Teodosio I en Coca, España.
La esencia de la obra se sintetiza en la siguiente frase del autor: "Las dos ciudades, en efecto, se encuentran mezcladas y confundidas en esta vida terrestre, hasta que las separe el juicio final. Exponer su nacimiento, su progreso y su final, es lo que voy a intentar hacer, con la ayuda del cielo y para gloria de la Ciudad de Dios, que hará vivo el resplandor de este contraste".
En "La ciudad de Dios", su creación más destacada junto a "Confesiones", San Agustín trató temas de muy diversa índole, como la naturaleza de Dios, el martirio, el judaísmo, el origen y la sustancialidad del bien y del mal, el pecado y la culpa, la muerte, el derecho y la ley, la contingencia y la necesidad, el tiempo y el espacio, la providencia, el destino y la historia, entre otros.
Feliz Año Nuevo 2025 y que Dios nos bendiga.
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