En su estadía de varios días en Santa Fe, al líder latinoamericano acaso por el magnetismo de su personalidad o por los logros de su país se le acepta todo. También que con insistencia haya preguntado por qué lleva su principal anfitrión político, el diputado provincial Leandro Busatto, el apodo de Quico, o Kico. Quienes presenciaron la escena observaron que el hombre que cambió la historia boliviana contemporánea estaba sorprendido. Es que en otras latitudes ese trato afectuoso tiene una connotación negativa extraña para los argentinos: es "un Quico" un niño bien o con pretensiones de tal, como lo era el adorable personaje de la serie El Chavo del Ocho.