Había pasado las horas del mediodía y la familia de Celso Ludueña, quien tenía 16 años, terminaba de almorzar, él junto a sus padres y seis hermanos se encontraban en su casa y relató el momento de como el tornado tocaba tierra “se levantó la tormenta y el viento era fuerte. Mi papá tomó una máquina fotográfica y comenzó a tomar fotos desde la puerta principal de mi casa y vio a la distancia algo que parecían papelitos y en realidad eran chapas y otras cosas que el viento iba succionando. De golpe comenzaron a golpear esas cosas contra las paredes y la puerta y nos metimos debajo de una mesa en el comedor grande. Se sintió un estruendo. Un ruido fuertísimo que duró dos minutos. Cuando mermó el viento salimos de debajo de la mesa y el techo no estaba mas. Tampoco el cielorraso. No entendíamos nada”.
“Mi padre buscó el auto, un Chevy amarillo modelo 72 , que tenia ramas y gajos de arboles de eucaliptos y como pudimos nos trasladamos a la policía ubicada en el centro de la ciudad para avisar lo que ocurría. La ciudad en la parte noroeste había quedado destruida”.
Cómo fueron los días siguientes
“Puntualmente la vida de mi familia no cambió salvo lo de los días cercanos al tornado. En ese lapso se reinstaló el techo, se hizo el cielorraso y nuestra vida cotidiana continuó como siempre. Pero si llenó de tragedia y enlutó a varias familias que perdieron seres queridos y quedaron sin techo y en la calle”.
El miércoles 10 de enero de 1973 quedará presente en todos los habitantes de San Justo y en quienes perdieron familiares y amigos de una localidad que quedó desvastada por el paso del tornado, que tuvo que ser reconstruida, pero que gracias a la solidaridad de la gente pudo salir adelante.
Aclaración: esta nota fue publicada originalmente el 10 de enero de 2020