Hagar Blau Makaroff
Sintió un fuerte dolor de cabeza, como una catarata, una vorágine de síntomas. Desde entonces libra una dura batalla contra los impedimentos que el ACV le dejó.
Hagar Blau Makaroff
Cada 29 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Concientización sobre el Accidente Cerebrovascular (ACV), con el objetivo de concientizar a la población sobre una enfermedad grave, prevenible y tratable en la mayoría de los casos, que en Argentina es la tercera causa de muerte.
A cuento de esta fecha, la historia de Sofía Irene Bauzá, cuyo ACV le paralizó la mitad de su cuerpo y le perjudicó el habla. Una entusiasta mujer cuya curiosidad no teme fronteras, ni las de su mente. Es licenciada en Relaciones Internacionales recibida en la Universidad Nacional de Rosario, una mujer muy amiguera que disfrutó siempre de hacer viajes, y participó muchas veces de carreras de running. En enero de 2017 su vida dio un vuelco de 180 grados, porque estaba por hacer trekking al Aconcagua en Mendoza cuando comenzó a sufrir un accidente cerebro vascular. Si ocurría arriba, no la contaba.
Como ella era diestra, tuvo que volver a aprender a escribir, y su madre Silvia Faggiani, quien es además docente escolar, le volvió a enseñar a escribir (como cuando era chica pero ahora con la mano izquierda), y ahora su letra es de una prolija cursiva. Desde entonces también trabaja arduamente con una kinesióloga sobre su diestra, y con una fonoaudióloga en su afasia, y a fuerza de tenacidad, Sofía recuperó el habla dos años después.
Casi cinco años pasaron del episodio que le cambió la vida a la joven de 38 años, y su capacidad de resiliencia y entusiasmo por la vida, así como sus ganas de ayudar a familiares y víctimas de ACV, la llevaron a que a la par de recuperar su vínculo con el mundo, ella diera charlas por el país, coaching sobre ACV en instituciones de salud, y hasta escriba un libro con su experiencia. Meses antes de su ACV corrió la 42K de Buenos Aires, por lo que ahora, consciente de sus limitaciones, volvió a correr en las carreras de 5 kilómetros.
El libro sobre la experiencia de vivir un ACV, sobrevivirlo y contarlo, lo dio en llamar "Y después del ACV... ¿qué?", y fue impreso por Ciccus Ediciones. Se puede descargar en la web de la editorial (ciccus.org.ar), y en Rosario se consigue en Cúspide.
El próximo 8 de noviembre, a las 13, Sofía llegará a Rosario y a la Facultad donde estudió su formación en Relaciones Internacionales para presentar su libro en el marco del Congreso de la Democracia (en el Aula Biblioteca). La resiliente joven contó que se siente "contenta y complacida de presentar el libro en esta ciudad donde viví muchos años, y donde tengo a mi hermana Florencia y muchas amigas".
Como Juan Forn en Gesell o Neruda en Valpo, Sofía ahora vive en la tranquila ciudad de Pinamar desde mayo pasado, junto a su novio y compañero incondicional, donde disfruta la tranquilidad del mar, y donde sale a correr en los bosques, "porque en la playa es mucho el viento". Pero Sofía es una trotamundos en su propia auto definición, por lo que antes vivió en Adrogué, antes en Rosario, y su infancia fue en Teodelina y después en Saladillo.
Luego de haber atravesado toda la pandemia "guardados todo el tiempo, aprovechando a escribir el libro", de a poco se anima a pensar en un futuro emprender un próximo viaje, aunque no haya fecha aún: "Me gustaría viajar a Jujuy, donde tengo a mi amiga Ana Bárcena. Ahí hay una localidad se llama Volcán, y es conocida como 'el pórtico de la Quebrada de Humahuaca'. Tiene encanto, calma, mixtura de cerros áridos y verdes, un pueblo que nos recuerda que hubo un tiempo de ferrocarriles, de otra Argentina".
Cuando tuvo el ACV, Sofía estaba por hacer una expedición al Aconcagua. En cambio, tras el fuerte dolor de cabeza, la atendieron en Uspallata un grupo de médicos, aunque ella sobre aquel momento no guarda recuerdo alguno. Sabe que le preguntaron su DNI, y su pareja fue quien dio los datos porque no los recordaba. "Desde entonces estoy desarrollando mis habilidades con mucha creatividad y ganas de reinventarme -dijo con un entusiasmo indescriptible- porque eso es encontrar la salida, sino no seguía viva. Fui a terapia, y desde que volví a escribir fui anotando cada día, como desarrollo mis distintas actividades", aseguró.
Como volver a hablar le llevó los dos primeros años, recordó: "Fue un proceso largo hacerme entender, dos años que no me entendían nada, pero yo soy observadora, y les expresaba a mis alrededor y escribía como me sentía".
Además de correr y caminar, Sofía contó que para mantener a raya toda posibilidad de estrés en su vida (algo que se recomienda para evitar un ACV), realiza una hora y media de ejercicio al cuerpo, con yoga y meditación, aunque reconoció: "Meditar me cuesta, no es fácil callar los pensamientos pero lo intento y es muy efectivo para decir 'estrés no, calma' a esos pensamientos que son como un mono en la cabeza".
El Día Mundial del Accidente Cerebrovascular (ACV) se conmemora con el objetivo de concientizar a la población para identificar la patología a tiempo, y disminuir el riesgo y las consecuencias. También llamado "apoplejía" o "ictus cerebral", es cuando una parte del cerebro muere porque ha transcurrido tiempo sin irrigación sanguínea.
Existen dos tipos principales de accidente cerebrovascular: el isquémico, causado por un bloqueo en un vaso sanguíneo en el cerebro por una trombosis o una embolia; y el hemorrágico, causado por la ruptura de un vaso sanguíneo hacia dentro del cerebro. Detectar los síntomas y reconocer que un paciente está sufriendo un ACV, la atención rápida de un médico y una tomografía son claves para que el cuadro no empeore. Las primeras tres horas desde el inicio de los síntomas son cruciales.
Los posibles síntomas son: si la cara de la persona luce torcida o caída de un lado, si la persona siente debilidad o adormecimiento en uno o ambos brazos, y/o si uno de los brazos se cae si la persona intenta mantenerlos a ambos levantados; si tiene problemas para hablar, o su forma de hablar suena extraña; si la persona tiene dificultad para estar de pie o caminar, y si la persona está teniendo problemas súbitos con la visión.
Para estar prevenidos de un ACV: si bien hay una predisposición genética posible, La hipertensión arterial es uno de los principales factores de riesgo. Y el 22% de quienes tienen un ACV son diabéticos. Por otro lado, el peligro aumenta entre un 50% y un 70% en fumadores, y el impacto es mayor en las mujeres. Otros factores de riesgo son el colesterol alto y el alcoholismo. De esta forma se recomienda controlar la presión arterial, la diabetes, y enfermedades del corazón. Tratar la adicción al cigarrillo, realizar actividad física periódica, evitar la obesidad y sobrepeso, llevar una dieta equilibrada y evitar el alcohol.
Una clave que ayudó a que Sofía vuelva a desarrollar las habilidades de una vida saludable fue "tener la capacidad de ver cuál es mi deseo ardiente, y así viajé y viajo a cada lugar que quiero. Sea sola, con mi pareja o con amigas".
Como antes se menciona, Sofía es un ser muy social, y hace unos años cuando vivió en Rosario incluso fue docente de Historia Latinoamericana en la carrera de Relaciones Internacionales, donde recordó el placer de "enseñar, aprender y curiosear". Por eso no le fue difícil encontrar en el camino que recuperó el habla, esta nueva veta de su vida, en la que brinda charlas y coaching sobre la vida con ACV, que dio en el Fleni y en tantos otros lugares. "La primera vez que di una charla fue en un hospital donde me dio pudor, pero sentí que era un honor que me llamen para contar mi vida", recordó y agregó con risas: "Me encanta hacer relaciones públicas".
Con el espíritu encendido, aseguró: "Quiero llevar mi libro a otros lugares, cumplí el sueño de publicarlo. Rendirme jamás, porque soy consciente de mi enfermedad, pero le pongo ganas. Ya en un comienzo sentí enojo, ira, incertidumbre, de por qué me pasó a mí, que era tan saludable mi vida. Pero esa etapa ya la pasé, y hoy vivo con alegría, con el alivio de poder contar lo que me pasó". De esta forma, cada día Sofía se actualiza la agenda, se marca una rutina, trabaja en Fecofe, activa "la fuerza interna".
Dentro de la difícil situación que le tocó, Sofía considera que su desgracia fue con suerte, gracias a todo el acompañamiento que tiene desde ese momento, y que ayudaron cada cual a su modo a transitar el ACV: "Estoy muy agradecida la intensa e inmensa solidaridad y apoyo de los seres que me rodean. Siempre están Antonela De Baere y Natalia Farroni (quien leyó mi libro), los hermanos Flor y Pablo Y Fran. Guillermo Velarde mi pareja, mi familia y mi mamá. La Federación Argentina de la Mutual de Salud, Federada, Comité de Equidad Género de Cooperar, y mi trabajo, Fecofe (Federación de Cooperativas Federadas Ltda) que lo siento como mi segundo hogar".