Griselda, la santafesina que apadrina una escuela en El Impenetrable en honor al hijo que perdió
Es docente y hace años que viaja al Chaco través de la Escuela 420 de Elortondo. En uno de esos largos recorridos, le surgió un deseo, que luego pudo materializar. Formó un espacio que reúne actualmente a un centenar de personas, donde el dolor más duro se transforma. “Conozco realidades y se que necesitan mucho de nosotros”, dijo.
De Chovet al Chaco para apadrinar una escuela en nombre de Gastón Petrelli.
Griselda Martinotti vive en la localidad de Chovet (departamento General López) y en noviembre del 2020 perdió a uno de sus hijos, Gastón de 25 años, en un siniestro vial. Buscaba sanar, volver a construirse y en ese trayecto creó un grupo de trabajo solidario en nombre de “El Petru”, como le decían a su hijo.
Entre viajes y charla familiar, terminó apadrinando a una escuela en nombre de Gastón en El Impenetrable chaqueño, a la que asisten niños de una comunidad Wichi. En simultáneo, creó un grupo al que llamaron “Sonrisas de cielo”, que integran personas de diferentes localidades del sur provincial como Elortondo, Melincué, Carreras, Firmat, Cañada del Ucle, Los Quirquinchos, Venado Tuerto, Chovet y Arroyo Seco, entre otros.
Gastón tenía 25 años cuando falleció. El auto en el que viajaba junto a unos amigos despitó en la ruta 33 cerca de Firmat.
Casualmente este domingo 1º de octubre en su pueblo natal se organiza un Bingo Solidario, cuyo propósito es juntar dinero para poder comprar mercadería y llevar todo lo recaudado en abril del año próximo al sueño chaqueño.
La actividad será a las 17 horas en la Biblioteca “Alberto Chovet”. La entrada tendrá un valor de $1000 e incluye tortas, infusiones y un cartón. También habrá sorteos.
La herida que no cierra
“La vida nos sorprendió con algo impensado, fuerte, duro y muy doloroso. Un golpe que estamos atravesando la familia (junto a su esposo Juan y la hija de ambos Clarisa) hace casi tres años. El tiempo no dice nada porque parece que fue ayer la pérdida física de nuestro hijo Gastón, persona bondadosa, único, un ser amigable y compañero de todos los que lo conocían”, expresó Griselda en diálogo con Sur24.
“El Petru”, falleció luego de que el auto en el que viajaba con sus amigos despistó en la ruta 33 a la altura de la ciudad de Firmat, cuando regresaba hacia su pueblo. “Llevar esta mochila tiene muchos altibajos, enojos, ira, incertidumbre. Pero debemos seguir por nuestra hija y por nosotros. Clarisa es nuestro sol y Gastón la luz que ilumina nuestros pasos”, aseguró.
Siempre juntos. Griselda con su esposo Juan, Clarisa y Gastón.
Cuenta que “soy una persona que siempre quiero ocupar el tiempo, por eso llego de la escuela y ya empiezo con mi emprendimiento de esencias”. “Este año me plantee ¿por qué no apadrinar una escuela en honor a Gastón? Lo charlé en familia. Mi hija y marido me apoyaron”, resaltó.
Fue una ex alumna que la llamó y le comentó de la Escuela 1074 Techat, en el departamento General Güemes, en la provincia de Chaco, que carecía de padrino y de ayuda. “Entonces con mi marido dijimos ‘ésta es la escuela, este es el lugar’. Me comuniqué con Fanny, la directora y sin pensarlo me dijo que si”.
Griselda se puso al día de lo que pasaba en la intimidad del monte chaqueño, conoció la realidad de la escuela donde asisten 120 niños Wichis carentes totalmente de recursos. Les falta desde un lápiz a una frazada. Así comenzó su propósito de transmutar dolor por amor. “En julio de este año viajamos con mi marido y cargamos el auto con cuadernos, lápices, juegos didácticos y ropa”, sostuvo.
“Cuando la apadrinamos en nombre de Gastón, le llevamos un colibrí donde sujeto a él están los nombres de los 120 niños Wichis. Nos encontramos con rostros felices que generaban amor y nos hacían bien; nos llenaban el alma, observando que la necesidad era mutua. Les hacemos mucha falta”, reflexionó.
“Ante esta cantidad de personitas y familias nos planteamos crear un grupo: ‘Sonrisas de cielo’. La aceptación fue grande. Hoy tenemos casi 100 participantes. Es un grupo activo”, ponderó.
Cada localidad está haciendo la colecta de ropa, útiles escolares, mercaderías, juguetes, entre otras cosas. Ya se realizó una peña folclórica en Venado Tuerto donde se logró juntar útiles. “Apenas un mes que se comenzó y el aporte solidario se manifiesta en cada rincón. Paralelamente está trabajando un grupo de chicos ‘Sonrisitas de cielo’, elaborando cartas, juegos para cada nena o nena de El Impenetrable”, agregó.
El viaje se va a realizar con adultos de las diferentes localidades que son parte. La idea es impartir talleres en la escuela Techat. Un camión va a llevar lo recaudado y cada persona va a pagar en forma individual su viaje en una trafic.
Cuando apadrinaron la escuela en nombre de Gastón, llevaron un colibrí donde colocaron los nombres de los 120 niños Wichis.
“El desafío es grande, pero con gente solidaria que me acompaña vamos a lograr el objetivo. Gracias familia, gracias amigos por ser parte de nuestra propuesta; nos enriquecen el alma”, resaltó.
Y enfatizó: “Una amiga me dijo ‘con la luz de amor que generan se ilumina el alma de Gastón a través de estos niños’. Por eso donde hay amor aparece un nuevo amanecer. Los invito a ser parte de ‘Sonrisas de cielo’”.
Un día a la vez
Griselda reconoce que “vivir con esta pérdida nos marcó” y que “ya no volvemos a ser los de antes, pero debemos afrontar este duelo como se pueda, cada uno con sus procesos, respetándonos”.
Los planteos, asegura que son muchos. “Lamento que ante esta adversidad no se puede hacer nada. Amigos y compañeros nos ayudan en el día a día. A través de terapias se van acomodando las cosas. Al año de lo sucedido retomé la escuela. Allí encuentro el cariño de mis alumnos, me ayudan y entienden cuando los días tienden a opacarse”.
Griselda viajó con su marido a llevar donaciones a El Impenetrable y ya planean regresar para seguir colaborando.
Admite que las aulas “son mi cable a tierra” como lo es su emprendimiento de velas “Esencia luz” donde elabora productos aromáticos que “me transportan y encapsulan; la aromaterapia me ayuda a sanar”.
Aclara que los fines de semana cuando su hija no puede volver a Chovet (es médica y trabaja en Rosario), junto a su marido van a llevar “luz” a distintos lugares. “Siempre digo que si alguien lleva a su casa nuestras velas, a nosotros nos mueve emociones, sentimientos, más allá del valor económico”. “Amo hacer velas, generar luz en medio de la oscuridad que nos atraviesa. Dar pelea, de eso se trata”, cerró.
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