Jueves 3.2.2022
/Última actualización 23:27
El juguete solidario, ecológico y todo terreno creado en el sur de Santa Fe, conocido como “Bo-Tito”, se prepara en estos días para enfrentar un nuevo desafío. El “ecoguardián”, forma parte de una campaña junto a la Fundación Zaldivar, perteneciente a la reconocida clínica ubicada en la provincia de Mendoza, donde por cada kit o robot que se venda, van a estar donando un marco de anteojos pediátricos para las infancias que lo necesiten.
La particularidad, es que ese marco está realizado con el reciclado de tapitas y será la propia institución quien tendrá a cargo la distribución y aplicación de este acuerdo. “Con esto le damos trazabilidad y honestidad a la acción”, contó a El Litoral, José María Rodriguez, creador del robot junto a su compañera, Daniela Czajkowski.
Gentileza D.REn este orden, dijo que la idea, surgió a partir del excedente de plásticos en la fabricación de los robots y la necesidad de desarrollar un producto que tuviera un impacto positivo a nivel social y ambiental con la reutilización. “Nos pareció que el camino era por ahí, con los anteojos para las infancias”, admitió. Asimismo, adelantó que también están desarrollando un modelo de anteojos, pero en este caso para adultos.
“Lo que queríamos era generar un impacto positivo. Demostrar a las personas que se pueden hacer cosas útiles con la reutilización y que también tengan un significado ambiental y social. Por eso la alianza con la Fundación Zaldivar, porque en oftalmología son referentes a nivel nacional e internacional”, valoró.
Con esta campaña de salud visual infantil, los oriundos de la localidad de Carmen, buscan ayudar en la atención oftalmológica a personas sin recursos económicos y sin cobertura médico social, mejorando así su calidad de vida. “La propuesta es clara: intenta concientizar a grandes y chicos sobre la inclusión social y el cuidado del medio ambiente”, aclaró Rodriguez.
“Así, en una sola acción, niñas, niños y sus familias podrán acceder a una mejor calidad visual, crear conciencia sobre el cuidado del medio ambiente y conocer el gran trabajo de Fundación Zaldivar para cuidar la salud de las personas con problemas oftalmológicos”, agregó.
Es para señalar que la campaña estará en vigencia hasta el 20 de marzo. Para adquirir los “Bo-Titos” y colaborar, pueden hacerlo ingresando a botito.miempretienda.com. En Buenos Aires, se puede comprar en la tienda del Museo de Arte Latinoamericano – MALBA (Av. Figueroa Alcorta 3415). El envío es sin cargo para todo el país a la sucursal más cercana de Correo Argentino.
Fundación Zaldivar es una organización sin fines de lucro creada en 1990 por el doctor Roger Eleazar Zaldivar y su hijo, el doctor Roberto Zaldivar, con el deseo de dar asistencia oftalmológica a la población que carecía de medios para acceder a un sistema de salud visual calificado, basada en la experiencia y trayectoria de sus propios impulsores. Continuando con la obra, Roberto Zaldivar y Roger Zaldivar (nieto), hoy perpetúan el compromiso social y personal de seguir trabajando en mejorar la calidad visual de infancias y adultos mayores que lo necesitan.
Desarrollan y potencian las acciones de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) del Instituto Zaldivar, en relación con la comunidad en donde actúa, teniendo como misión la atención oftalmológica de infancias y adultos que carecen de cobertura médico-social. Dicha atención consiste en tareas de prevención, detección y diagnóstico, de tratamiento clínico quirúrgico y seguimiento de sus patologías visuales.
Gentileza D.RActualmente, encontramos plásticos en casi todos nuestros objetos de la vida cotidiana. Debido a su maleabilidad, plasticidad y versatilidad se convirtió en el material de mayor utilización para la fabricación y comercialización de muchísimos productos.
Pero la falta de educación respecto a la forma excesiva en que consumimos el plástico, y la escasa resignificación como materia prima para otros objetos, nos lleva a que sea uno de los residuos más habituales que encontramos. Sumado al tiempo que conlleva en degradarse y la contaminación que esto provoca, da como resultado que nuestra basura crezca exponencialmente.
“Lo que nos propusimos, es una experiencia eco sustentable que invita a tomar conciencia sobre esta problemática. Manteniendo la continua búsqueda del desarrollo de productos que resignifiquen y revaloricen los residuos urbanos cotidianos y la difusión del uso de los residuos como materia prima de otros objetos, que puedan insertarse en el mercado de consumo y potencien su innovación”, describió Rodriguez.
“Siempre se pregunta qué planeta le dejamos a nuestros niños, pero nosotros reformulamos esta incertidumbre y nos preguntamos qué niños les dejamos a nuestro planeta y para esto la respuesta clave, es apuntar a su educación. Por ello, estamos en la constante búsqueda e investigación de materiales de descarte que puedan resignificarse para co-crear a través de innovación ciudadana, elementos icónicos o lúdicos que permitan educar conductas o ser disparadores beneficiosos para la sociedad y su ambiente, especialmente los niños y quienes los rodean”, amplió.
Uno de los puntos a destacar. Porque: 1) desde el lado ambiental, resignifica a través del diseño, los residuos plásticos cotidianos transformándolos en objetos de alto valor agregado; 2) social, ya que respeta al medioambiente en los procesos, en búsqueda de la inclusión social y participación en los mismos; 3), económico, a raíz de que se obtiene un ingreso y moviliza a sensibilizar y capacitar a otros emprendedores.
“Cada juguete es único porque los plásticos no se tratan y se usan con su forma original. Lo que unifica a todos, es que comparten características de diseño: los plásticos utilizados no están deformados, por lo cual pueden identificarse y visualizar que son objetos que están en nuestra vida cotidiana; sus facciones siempre son amigables y amenas; no tienen armas ni fomentan la violencia, ya que son ecoguardianes”, señaló Rodriguez.
Esta iniciativa inédita, apareció por primera vez en el 2016. Hasta el momento se calcula que se recuperaron más de 5 toneladas de plásticos, transformados en los kit de “Bo-Titos” (200 gramos cada uno).
Además, fue creciendo y generando conciencia, expandiéndose por Uruguay, Chile, México, República Dominicana y hasta la Isla de Pascua. “Lleva sueños en su anatomía. A quien lo tenga en sus manos lo inspira a soñar, a crear, a transformar la realidad. Despierta el asombro, genera empatía y respeto por el cuidado del ambiente. A través del juego, exploramos, desarrollamos nuestra creatividad e innovamos, probamos, redescubrimos el mundo, siendo el juego un instrumento educativo integral”, reflexionó.