Sergio Ferrer
[email protected]
Así lo expresó el periodista especializado Emilio Ruchansky, autor del libro “Un mundo con drogas”. Dijo que la normativa de Santa Fe abarca dolencias que la nacional no tiene en cuenta. Participó de un encuentro sobre uso autorizado de marihuana y los alcances de las normativas que rigen en esta materia.
Sergio Ferrer
[email protected]
Recientemente visitó la ciudad de Santa Fe el periodista Emilio Ruchansky, quien tomó parte del encuentro denominado X Cannabis Medicinal + Voces + Diálogo, donde disertó sobre el uso medicinal de la planta de marihuana. La charla tuvo lugar en la sede de Demos, Comunidad Cultural Emergente. En la ocasión, el especialista destacó que la legislación de la provincia de Santa Fe es la más avanzada que hay en el país, fundamentalmente “porque no se quedó con la epilepsia refractaria”, como hizo el gobierno de la Nación, “sino que avanzó sobre el cáncer, la esclerosis múltiple y otras dolencias crónicas”. Y en tal sentido, también creyó necesario “alertar sobre lo que pasa con la ley nacional, ya que en la actualidad hay menos de 50 personas inscriptas para recibir la medicación y eso no es casualidad”.
“Solamente se está inscribiendo gente con chicos que tienen epilepsia refractaria, que es una entre quince tipos distintos de epilepsia”, enfatizó Ruchansky, sin dejar de señalar que “quedan sin cubrir todos esos casos que la ley nacional no abarca”, como por ejemplo los enfermos que están haciendo algún tratamiento oncológico, o recibiendo opioides, tramadol, o morfina, “cuando podrían recibir algo más suave, que ya viene recomendado por la Organización Mundial de la Salud”.
Los opioides no pueden ser la primera opción en el dolor, dijo, “no porque sean malos, sino porque si tenés un familiar medicado con opioides, metadona o morfina, incluso si se trata de un enfermo con cáncer terminal, no lo podés llevar a tu casa”. En cambio, si le suministras cannabis medicinal y mejora un poco, lo podés llevar a tu casa para que tenga una muerte digna. “Acá hay situaciones humanas que son urgentes, pero el gobierno nacional no lo entiende así”, redondeó Ruchansky el concepto.
“Es una planta”
Consultado sobre la trascendencia de habilitar el autocultivo en el proceso de aceptación del uso medicinal del cannabis, Ruchasky explicó: “Es importante y hay un caso muy claro que lo certifica, Canadá. En dicho país existía el autocultivo para fines medicinales y también la provisión a través de laboratorios. Entonces se sacó el autocultivo, pero mucha gente ya no pudo acceder a la medicina, por lo que tuvieron que volver a ponerlo”.
“Una cosa es contar con un producto farmacéutico que es necesario, como el sativex, que es para el cáncer y los dolores crónicos, pero también tenemos que tener la posibilidad de fabricar nuestros propios preparados”, acotó el especialista. “A veces nos olvidamos que es sólo una planta”, recordó Ruchansky, quien en el panel de expositores estuvo acompañado por Fabiana Roa (de la Asociación para Usuarios de Cannabis Medicinal, o Apucam), Laura Acosta (representante del grupo Mamás Cannabis Medicinal, más conocido como Macame) y el diputado provincial Paco Garibaldi, entre otros. “Nos quieren vender que el cannabis es como las anfetaminas o la cocaína, pero es una planta, ni más ni menos”, dijo.
Después, cuando se le preguntó si cree que a nivel social siguen estigmatizando o criminalizando el consumo y el cultivo de la marihuana, Ruchansky puso énfasis en la existencia de un fallo de la Corte Suprema de Justicia, el del caso Arreola, en 2009, el que por mayoría absoluta determina que la tenencia para consumo personal no se puede penar, es inconstitucional. “Pero la ley nacional no cambió, y mientras no cambie vamos a seguir siendo criminalizados”, completó el concepto anterior.
Para finalizar, Ruchansky puso énfasis en el tema de la desferalización: “En la provincia de Buenos Aires no se resolvió el problema, triplicó la cantidad de las mujeres presas. Mujeres que no son capos mafias, sino jefas de familia, generalmente desesperadas, que venden para mantener a sus hijos y terminan con penas de cuatro a quince años, la misma que tendría un traficante que saca una tonelada a Europa. La desferalización no resuelve el problema, lo agrava. Hace que mucha gente pobre vaya presa, sabiendo que a este negocio lo maneja muchas veces la policía con grandes tranzas o dealers, como los conocemos, que lo que hacen primero es entregar a las mujeres”.
El consumo y los dealers
En su libro “Un mundo con drogas” (Editorial Debate, año 2015), Emilio Ruchansky abre la discusión sobre el uso personal de las que se conocen como “sustancias tóxicas que alteran la conciencia”, exponiendo el debate del uso de la marihuana más allá de algunas estigmatizaciones (catalogarla como “puerta de ingreso a drogas más duras”) y considerando el consumo individual como parte de la conducta privada. En dicho contexto, el gran problema es la presencia, ya no del mero consumidor, sino del dealer, es decir el vendedor minorista de las drogas ilegales.
“A esto no lo digo yo, lo descubrieron en Holanda en los años setenta, cuando legalizaron el consumo; en realidad lo que querían era frenar la escalada de heroína inyectable, cuyo principal problema no era la sobredosis sino el contagio de HIV o de hepatitis C”, destacó Ruchansky al respecto. Posteriormente aclaró: “Así fue que descubrieron que la gente accedía a la heroína porque iba un dealer. La mayor parte de las veces, las personas buscaban cannabis, que es la droga más consumida, pero accedían a otras cosas, no por la marihuana en sí misma, sino por la presencia del dealer”.
“Si nosotros logramos que un montón de gente que quiere consumir marihuana puede comprarla en una farmacia, como pueden hacerlo en Uruguay, o en un dispensario, como en California y otros lugares de Estados Unidos, a esas personas no le van a ofrecer pasta base, cocaína, u otro tipo de droga”, acotó. “Eso está comprobado; Holanda en cuarenta años ha mantenido su política y tiene los niveles más bajos de consumo de heroína en Europa, sin que haya subido el consumo de marihuana”, concluyó.