Ubicado en Avenida Blas Parera al 8300, el hospital Iturraspe estaba "haciendo pie" cuando se empezaba a hablar de un virus que tenía su génesis en China y que ya estaba haciendo daño en varios países de Europa.
El director del hospital Iturraspe, cuyo edificio estaba recién estrenado un año atrás, destacó la labor de los trabajadores del hospital.
Ubicado en Avenida Blas Parera al 8300, el hospital Iturraspe estaba "haciendo pie" cuando se empezaba a hablar de un virus que tenía su génesis en China y que ya estaba haciendo daño en varios países de Europa.
Francisco Villano, director del nosocomio del norte de la ciudad, dialogó con El Litoral y recordó los momentos vividos.
-Recién llegaban a la "nueva casa", y seguro con otras expectativas.
-En febrero de 2020 nos llega esta nueva situación de pandemia a un hospital que estaba organizado para un tipo de funcionalidad de un tercer nivel de complejidad en áreas quirúrgicas, clínica, neonatológica, obstétricas, ginecológicas. Mirábamos de reojo esta situación, pero cuando llegó a Europa es cuando empezamos a sentir que teníamos el problema cerca.
-¿Cómo fueron las primeras etapas de preparación?
-Las iniciales fueron etapas muy difíciles. El primer caso sospechoso que hubo en Argentina, y podía ser un caso confirmado pero que después se descartó, fue una mujer de la región que había viajado desde Japón y pasado por varios aeropuertos de Europa y Estados Unidos, y llega acá con fiebre. Dentro del hospital fue toda una revolución: en las áreas de enfermería, médicas, estaban todos muy asustados, angustiados, preguntándose por qué tenía que venir acá al Iturraspe alguien que puede estar en otro lugar por su condición social. Terminó siendo una Gripe A. Pero esa primera situación fue muy compleja y poder sostenerla fue difícil. Eso fue lo que nos dio la pauta para prepararnos y capacitarnos para lo que se venía.
-Tener suficientes elementos de protección personal (EPP) no debe haber sido nada sencillo.
-Tener un insumo para un paciente sospechoso de Covid, es tener 6 barbijos, 6 batas, 6 cofias, 6 pares de guantes y con cada paciente que se revisa, un equipo distinto porque hay que desecharlo. Y todo es implica una logística para conseguir estos insumos, fuera del costo que pueda tener. Teníamos que practicar como vestirnos y desvestirnos para no tocar nuestra propia ropa y evitar contaminarnos, cómo volver a nuestras casas, etc.
-¿El trabajo en equipo fue clave no?
-El hospital, desde mayo, se puso en "modo Covid". Y eso hizo que por ejemplo, a excepción de maternidad que tiene su propia burbuja, se suspendieran todas las cirugías programadas, no así las oncológicas. Pero el área quirúrgica se suspendió para poder disponer un área de internación clínica y quirúrgica y transformar un bloque clínico en internación exclusiva de Covid. En el área de terapia intensiva teníamos, cuando arrancamos en este edificio, 12 camas con sus respiradores. Afortunadamente, por gestiones políticas, pudimos ampliarla a 20 camas, luego a 28 y en el momento más crítico hasta 32 camas de terapia intensiva equipadas con la máxima complejidad que necesitaba la situación.
-¿Tuvieron miedo al colapso en el hospital?
-Tenemos un "número mágico". Cuando la capacidad operativa del área de internación Covid superaba el 85 o el 90 por ciento, estábamos al borde del colapso. Llegar a ese porcentaje de ocupación, hacía que el hospital tuviera 1 , 2 o 3 camas disponibles para internación de pacientes Covid y si llegaban 2 o 3 pacientes al mismo tiempo, ya no podíamos internar a nadie más. Por suerte no tuvimos que llegar a la situación de decir a este paciente no lo internamos o no lo ponemos en respirador para decidir por otro.
-¿Cómo manejaban los miedos?
-Personalmente no tenía miedo al Covid. Eso no quiere decir que no haya estado siempre con todos los métodos de protección. Decía que no había que tener miedo, sino estar atentos y preparados para tomar todas las medidas, porque si nos asustamos, nos bloqueamos. También tratábamos de no llevar la angustia o la problemática del trabajo a la casa. Con los años aprendimos a separar los ambientes y estar preparados para el día siguiente volver a la labor. Es parte de la higiene mental que debemos tener para que la familia no sufra lo que uno vive acá.
-¿Qué papel jugó el personal del hospital?
-Uno se siente responsable de la gente que trabaja en el hospital, porque son compañeros, soldados de trabajo. Estar codo a codo con ellos a quienes uno vio como gestor o director del hospital, como compañero de trabajo, pero también lo vi como paciente porque tuve Covid y estuve en terapia y podía observar cómo trabajaban todos. No tengo palabras de agradecimiento hacia ellos. Porque lo que en una primera instancia era miedo o desesperación, lo terminaron transformado en algo simple o normal.
El personal nos ayudó más a nosotros que nosotros a ellos. Uno quizá le dio las herramientas, pero el que le puso el pecho a las balas fue realmente el personal de primera línea de enfermería, médicos, mantenimiento, camilleros, bioquímicos, radiólogos, etc. Es un ejército de hormigas que todos tienen un mismo objetivo y trabajan para la salud.
"Dentro del hospital fue toda una revolución: en las áreas de enfermería, médicas, estaban todos muy asustados, angustiados, preguntándose por qué tenía que venir acá al Iturraspe alguien que puede estar en otro lugar por su condición social".