Un año pasó de aquel viernes 20 de marzo de 2020 cuando comenzó en todo el país el "Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio" (ASPO). Por aquel entonces, la gente imaginaba que sería algo pasajero, que en "unos 15 o 20 días" todo volvería a la normalidad. Pasaban los días, y la situación no cambiaba, al contrario, cada vez había más incertidumbre respecto a lo que podía pasar.
En el ámbito de la salud, aquí en la ciudad de Santa Fe, y concretamente en el Hospital José María Cullen, los "preparativos por si llegaba alguien con coronavirus" comenzaron en febrero.
El Litoral dialogó con su director, Juan Pablo Poletti, a quien a un año del comienzo del ASPO, se le vienen muchas cosas a la cabeza.
-Más allá de la información que llegaba de distintos lugares del mundo, ¿qué pasaba en el Cullen antes del 20 de marzo?
-En enero de 2020 ya se empezaba a hablar algo de lo que pasaba en China e Italia, pero muy lejano a lo que era la realidad de la ciudad de Santa Fe. Estábamos en un mes que para nosotros es siempre alto en lo que se refiere a heridos y accidentados, que se resume en un aumento de casos en lo que era hasta ese momento lo preponderante del Cullen: urgencia y emergencia. A mediados de febrero vino la primera visita ministerial para ver cómo se podía armar en algún lugar un consultorio, tal como armamos para la gripe, por las dudas que viniera el covid.
-Parecía algo muy lejano como para que ocurra acá.
-Sí, tal cual. Pero a principios de marzo empezaron a caer los viajantes, por ahora nada autóctono.
-¿Qué se acuerda del primer caso que llegó al hospital?
-Se da un sábado a las cinco de la tarde. Me llaman del Ministerio para avisarme que venía la primera paciente Covid a internarse, que lo mantuviéramos en reserva porque ya se habían enterado algunos vecinos y en ese momento la gente se ponía muy violenta con el contagiado. Y lo que más me llamó la atención, más allá que durante casi todo marzo nos capacitamos, fueron los momentos duros que se vivieron ese día. El personal que estaba la pasó mal porque tenía mucho miedo, y los que tenían que entrar a las 22 no querían tomar la guardia. Esa fue la realidad que nunca nadie supo. Fue una experiencia que como director me marcó mucho, porque ver a una enfermera que tenía que tomar la guardia, llorando por miedo a algo que en ese momento no se conocía mucho... eran momentos de mucha angustia que se fueron por suerte con capacitación, información y un gran apoyo de todos los compañeros.
-¿Cómo manejaron las emociones, los miedos, el cansancio?
-Tuvimos siempre apoyo del equipo de salud mental. Hicimos muchas reuniones vía meet con los jefes de servicios médicos y no médicos, respondíamos preguntas y se dejó un canal abierto a todo el que tenía una duda. Tuvimos una ardua tarea para que no faltara un elemento de protección, porque si eso ocurría, el personal la iba a pasar muy mal. En ese momento conseguir un barbijo era sumamente dificultoso. Y teníamos que comprar un caudal de barbijos para 1800 empleados, teníamos más 300 camas y los pacientes también tenían que usar barbijos.
-¿Hubo que realizar cambios edilicios?
-En lo que se refiere a la organización y la logística, hubo 14 servicios que tuvieron que ceder lugares porque hubo que sacar vacunación, servicio social. El auditorio se transformó en posta de donación de sangre, el auditorio de sala 7 que es de cirugía se transformó en el auditorio del hospital. O sea, todos colaboraron, se fueron haciendo las salas de internación Covid, fuimos aprendiendo. Miro para atrás y puedo decir tranquilamente lo orgulloso que me siento como director del personal que uno tiene.
-¿Temieron en algún momento por el colapso en el sistema sanitario?
-En marzo pensábamos que vendría mucho más rápido la demanda de internación Covid, pero también hubo un gran trabajo en el área ambulatoria Covid, donde se hizo un protocolo de trabajo con neumonólogos en forma activa que daban soporte a los médicos de guardia que con gran valor decidieron venir a un área netamente Covid. Costó conseguir médicos, eran necesarios siete primero, luego 14 y llegamos a tener hasta 21, tres de guardia activa por día en cada día de la semana. Eso dio como resultado que casi el 90% de los pacientes evaluados en el área Covid se manejaron en forma ambulatoria y solo se tuvo que internar al 10%. Si hubiese habido miedo y desconocimiento se habrían internado muchos más pacientes y eso hubiera hecho colapsar el sistema.
Respecto a 2019, el año pasado hubo un aumento en el hospital de uso de barbijos descartables quirúrgicos de alta seguridad (N95); se usaron cerca de 400.000. El número de cofias también creció de manera considerable (más del doble) durante el mismo período y algo similar ocurrió con las botas/cubrecalzados y los camisolines.
"Esperamos con mucha emoción las vacunas. Entre Navidad y Año Nuevo se pudieron inocular los primeros trabajadores de salud. Eso empezó a dar una gran tranquilidad, más allá que sabemos que nos podemos contagiar igual, pero no será de forma grave. Hubo un trabajo interno para concientizar a todos los que nos debíamos vacunar y así es que llegamos casi al 95% de agentes de salud vacunados, lo que hace que enfrentemos este 2021 con la vacuna encima y una experiencia de un año de trabajo, donde lo que no puede pasar es relajarnos. No hay que confiarse porque es una enfermedad muy traicionera. Donde uno comete un error, justo ahí es donde se produce el contagio", aseguró Poletti.
"Lo más duro fue el miedo a volver a casa y contagiar a nuestras familias. Hace un año que llego al hospital y me pongo un ambo, y después vuelvo a casa y trabajo con la ropa de calle, que no usé acá. Al principio, en marzo, nos desvestíamos en el zaguán, nos limpiaban entero, íbamos al baño y después saludábamos a la familia. Extrañé mucho. Estuve casi cuatro meses sin ver a mis hermanos y casi siete a mis amigos, salvo por Zoom o Meet".
"Estamos muy alertas porque creemos que el 2021 puede venir muy duro. Será un año en el que todavía no tendremos inmunidad de rebaño donde van a seguir los contagios. Y, lamentablemente, la gente le perdió el miedo al Covid, nadie se cuida, usan muy poco barbijo y eso nos trae un alerta especial en el hospital porque tenemos que prepararnos. Si la gente no se cuida, se va a contagiar", finalizó el Director del Cullen.