Danilo Chiapello
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Lo sufrió un farmacéutico. Fue maniatado, golpeado y secuestrado por delincuentes que lo atacaron en su domicilio.
Danilo Chiapello
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Una verdadera noche de terror fue la que pasó un farmacéutico que reside en la localidad de Gdor. Candioti, a manos de dos delincuentes que lo atacaron en su vivienda particular.
Alejandro Ferrarasi (31) fue maniatado y golpeado por rufianes que estaban armados y cubrían sus rostros con pañuelos del tipo árabe y bufandas.
La pesadilla que comenzó en la propiedad del profesional se extendió luego en el negocio, lugar donde los maleantes arribaron en el automóvil de la víctima, a quien tenían reducida en el asiento trasero del coche.
Tras algunos intentos fallidos para abrir la puerta del negocio el plan de los ladrones tuvo un inesperado giro: esto fue cuando escucharon (y vieron) que el patrullero del pueblo, encendió el motor para dar una recorrida.
Este detalle puso en fuga a los malvivientes aunque derivó en un “paseo” obligado del comerciante, que luego fue abandonado en un descampado próximo a la planta de relleno sanitario, a la vera de la circunvalación.
“Si suena la alarma sos boleta”
* “Los lunes tenemos una peña con los muchachos del pueblo. Cerca de las 23 me retiro del bar, que está sobre la ruta, y me vine para mi casa. Ingreso por la galería y cuando apago las luces del auto, se me aparecen dos personas, que tapaban sus rostros con pañuelos o bufandas. Me dicen: ‘Quedate quieto’. Me tumban al suelo y me atan las manos con una soga. Me cubren la cabeza y me piden el código de la alarma. Me amenazaban diciendo que si sonaba me mataban. Ingresamos a la casa y ahí me hacen tirar al suelo, con la cabeza para abajo, y me atan también los pies”, dijo hoy Alejandro en diálogo con El Litoral.
“—¿Dónde está la plata?. Nos pasaron un dato que tenés plata -gritaban los rufianes. Y yo intentaba explicarles que acá no tengo plata, sólo lo de la billetera”, agregó.
* “Comenzaron a requisar buscando dinero. Y ahí fue cuando empezaron los golpes. Me pegaban en la cabeza con la culata de un arma u otro elemento contundente. En un momento, les digo que podía llegar a haber algo de plata en la farmacia. Entonces me dicen: ‘Vamos para allá’. Me suben a mi auto y así, maniatado y vendado, me tiran en el asiento de atrás”.
Patrullero oportuno
* “Otra situación difícil fue cuando llegamos a la farmacia, porque no encontraban las llaves. Yo les explicaba que estaba junto a la palanca de cambios, pero ellos creían que los estaba ‘chamuyando’. En ese momento justo sale el patrullero de la comisaría. Entonces los tipos es como que se asustaron. Comenzaron a decir: ‘¡Vamos, vamos que viene la cana!’”, contó.
* Luego, “vuelven a poner en marcha el auto y nos vamos. Agarran la Ruta 11 y luego la circunvalación. Iban a toda velocidad y con la música al máximo volumen. En una parte disminuyen la velocidad y se meten por un camino hacia el lado del río Salado. Me hacen bajar a los empujones. Camino unos metros y me dicen: ‘Nos llevamos el auto’ (Un Nissan Tiida)”.
Pidieron disculpas
Pero antes de finalizar esta historia guardaba un capítulo insólito.
“Al momento de irse uno de los tipos se me acerca y me dice: ‘Disculpá por la changa que te hicimos comer’”, comentó Alejandro.
* “Cuando siento que se va el auto comienzo a desatarme. Me levanto perdido entre los pastizales y rodeado de bolsas de basura. Me incorporo y trato de ubicarme. Lo primero que veo es la ruta y camino para allí. Después caminé como pude (hice señas a los autos y colectivos, pero nadie paró) hasta que llegué a la dependencia policial, en la rotonda del hipódromo”, recordó.
Descontrol
Este martes por la mañana, y aun bajo el shock por los momentos vividos, Alejandro tuvo lugar para una reflexión. “Todo esto te deja muy mal. Acá, la situación se está descontrolando. Tuvimos tres robos en 9 días. Primero fue una familia que vive en el campo y después un muchacho que le entraron a robar cuando fue a visitar a su novia. No sé cómo sigue esto”, sentenció.