"Asesino sexual": por qué acusan a un santafesino de dos femicidios y una violación
Terminaron de declarar los testigos, a través de los cuales la fiscalía intentó reconstruir qué sucedió con las víctimas y cómo se vincula Jonatan Rivero -para quien piden prisión perpetua- con los hechos.
Este miércoles terminaron de declarar los testigos en el juicio a Jonatan Rivero, acusado de los femicidios sexuales de Sandra Ojeda y Ramona López y el abuso sexual a una joven. A través de las distintas declaraciones, la fiscalía intentó reconstruir las circunstancias en la que sucedieron los hechos, por los cuales pretende lograr una condena a prisión perpetua.
Como si cada escena del crimen se tratara de un rompecabezas cuyas piezas había que organizar, policías, peritos y civiles acudieron a la sala 1 de los tribunales para aportar detalles, utilizados por las fiscales Alejandra Del Río Ayala y María Celeste Minniti para reconstruir los sucesos llevados a juicio. Más de treinta testigos declararon ante los jueces Rosana Carrara, Sergio Carraro y Pablo Ruiz Staiger, quienes darán a conocer su veredicto la última semana de julio, luego de la feria judicial.
Los casos fueron presentados en orden cronológico. Primero se produjo la prueba relacionada con el femicidio de Sandra Ojeda, ocurrido el 6 de diciembre de 2014. Luego fue el turno del crimen de Ramona López, cuyas hijas presenciaron todo el debate, ocurrido en noviembre de 2018. Finalmente, se trató la violación a una joven de 21 años el 31 de diciembre de 2018.
El crimen de Sandra
Sandra Ojeda tenía 22 años cuando fue asesinada en un descampado, ubicado al norte de la ciudad de Santa Fe, en inmediaciones de Camino Viejo a Esperanza. Fue Rivero quien dio aviso a la policía esa madrugada del 6 de diciembre, ya que se presentó en el destacamento de Acería y, "muy nervioso", dijo que tres hombres lo habían secuestrado a punta de pistola. Explicó que lo habían llevado al descampado a bordo de un Ford Falcon, que Sandra estaba con ellos y que cuando intentaron obligarlo a abusar de ella, él se resistió, forcejeó con los hombres y logró escapar.
Los policías lo subieron a un patrullero y se dirigieron a la zona en cuestión. Antes de que pudieran percatarse de lo que estaba sucediendo, Rivero exclamó: "¡No, la prendieron fuego!". Cuando se acercaron, el cuerpo de Sandra estaba envuelto en llamas.
Se montó el operativo y más policías comenzaron a llegar a la escena del crimen. Una oficial recordó que Rivero estaba nervioso, tartamudeaba (por eso le dicen "Tarta") y aclaraba constantemente que él no le había hecho nada a la joven. Tenía una mordedura en el brazo, marcas de rasguños en el rostro, aliento etílico y parecía que "se había tirado un frasco de perfume encima".
Otro policía recordó que Rivero brindó por lo menos tres versiones distintas de lo que estaba haciendo momentos antes de ser secuestrado, e indicó que cuando lo trasladaron hasta la división Homicidios para entrevistarlo, el muchacho -por entonces de 26 años- se autoincriminó. Manifestó que conocía a los secuestradores porque les debía plata, y que había sujetado a la chica mientras la golpeaban.
Según la autopsia, Sandra fue golpeada y asfixiada, antes de ser rociada con combustible y prendida fuego. Del descampado se secuestró una calza y ropa interior que luego fue reconocida por la hermana de la víctima, que además dijo que esa noche vio a Rivero consensuar un pase sexual con Sandra, tras lo cual se fueron juntos. Un playero de la estación de servicio ubicada en Blas Parera y Regimiento 12 de Infantería recordó que la madrugada en cuestión Rivero le compró una botella con combustible.
El muchacho fue imputado y permaneció más de un año en prisión preventiva, hasta que en 2016 se le otorgó la libertad. Las prendas que usó Rivero esa noche, las uñas, vellos y las muestras tomadas de la mordedura que tenía en el brazo no fueron enviadas a peritar. Esos exámenes fueron solicitados recién en 2021, siete años más tarde, cuando la causa pasó a la Unidad Fiscal de Violencia de Género, Familiar y Sexual (Gefas). En la ropa y las uñas del acusado había ADN de Sandra.
El femicidio Ramona
El cuerpo de Ramona López fue hallado por una de sus hijas la tarde del 17 de noviembre de 2018, en su casa de barrio San José. La mujer de 68 años estaba en el interior del dormitorio, sobre el suelo, tapada con una frazada; a su alrededor estaba todo revuelto. Según la autopsia, fue abusada, empalada y golpeada hasta la muerte.
La declaración de su hija fue clave. Esa madrugada había estado junto a dos conocidos en su casa, de la que se fueron cerca de las 7 de la mañana. Un vecino los vio marcharse y observó cómo minutos más tarde uno de los varones, que tenía una camiseta de Colón, regresó e ingresó a la vivienda.
La chica sabía que al hombre le decían "Jona", y aportó una foto que se habían sacado esa noche. La policía realizó una serie de medidas para "ponerle nombre y apellido a la persona de la foto", a quien finalmente identificaron como Jonatan Rivero.
De la escena del crimen se secuestró un preservativo, colillas de cigarrillo, un palo y una maza, los cuales fueron analizados. En los dos primeros se encontró un perfil genético masculino, que al ser comparado con el ADN de Rivero arrojó resultado positivo.
Jonatan Rivero (34) se enfrenta al pedido de prisión perpetua.
Abuso sexual
El tercer hecho por el que se acusa al santafesino de 34 años ocurrió entre la noche del 30 y la madrugada del 31 de diciembre de 2018. Según explicó la oficial que tomó la denuncia, Rivero había convenido un pase con una trabajadora sexual que tenía su parada en Blas Parera, con quien se dirigió hasta un descampado ubicado detrás de la escuela Juan de Gray.
Una vez allí, el hombre la amenazó con un cuchillo, le sacó la ropa y la violó dos veces. Antes de irse, le robó los $1000 que tenía guardados en una media y le exigió "que no le dijera nada a la flaquita", en referencia a quien por entonces era cuñada de la mujer, de quien Rivero era un cliente habitual. La víctima le pidió ayuda a un hombre, que llamó al 911.
La médica que la revisó planteó una contradicción, ya que dijo que el hecho había iniciado como una relación sexual consentida tras la cual el hombre sometió a la mujer, amedrentándola con un arma blanca.
En cuanto a la víctima, que por entonces tenía 21 años, decidió no acudir al juicio. De hecho, no pudieron encontrarla ya que se mudó sin avisar, y su madre manifestó a la policía que la chica no se presentaría a declarar por miedo a represalias. Esta situación fue dada a conocer por la fiscal Alejandra Del Río Ayala, que señaló que "más allá de que sea una testigo muy importante, no se puede forzar a una víctima a declarar en un debate, por lo que nos vemos obligadas a desistir de su testimonio".
Agenda
Este jueves se realizarán los alegatos finales del juicio. En cuanto a la lectura del veredicto, está prevista para el lunes 25 de julio, al concluir la feria judicial.
Delitos
Rivero está acusado por el "femicidio sexual" de Sandra Ojeda, el "femicidio sexual" y "abuso sexual con acceso carnal" de Ramona López, y el "abuso sexual con acceso carnal calificado por el uso de arma" y "robo simple" cometidos en perjuicio de una joven.
"Asesino sexual"
"El asesinato sexual es la expresión última de la sexualidad como un acto de poder, asesino sexual es quien se motiva en la lujuria de matar a una mujer", explicó la fiscalía al comienzo del juicio, en referencia a Jonatan Rivero.
Testigos de la defensa
La últimas en declarar fueron las dos testigos aportadas por las defensoras públicas Silvina Corvalán y Betina Dongo. Se trata de la madre y una de las hermanas de Jonatan Rivero. Ambas se refirieron al primer crimen, el de Sandra Ojeda, que data de diciembre del 2014.
La primera manifestó que estaba durmiendo cuando su hijo llegó a su casa y le dijo "mami mataron a una chica, acompáñame a denunciarlo", pero "yo no le creí a mi hijo" y "le dije andá a dormir". La fiscalía planteó una contradicción, basándose en la declaración que la mujer brindó ante la policía en aquel entonces, en la quedó asentado que la mujer relató que su hijo le había dicho: "mataron a la chica que estaba conmigo".
Luego fue el turno de la hermana mayor de Rivero, quien recordó que esa noche estaban juntos en su casa y él se fue a comprar cervezas. Como no llegaba, salió a la calle y fue entonces que un vecino le dijo que se había subido a un auto.
Jonatan Rivero sostiene su inocencia respecto a todas las acusaciones y pretende que lo absuelvan de culpa y cargo.
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