Barranquitas Oeste: una chica muerta en la calle y una trama llena de violencia narco
El juicio por el homicidio de Melanie Mansilla, ocurrido en marzo de 2018, dejó al descubierto el movimiento de grupos armados que se disputan el territorio en los barrios periféricos. El miedo, los vínculos familiares y sobre todo el negocio de la droga, conspiran con el conocimiento de la verdad.
El tribunal que conforman los jueces Susana Luna, Gustavo Urdiales y José Luis García Troiano fijó para el jueves a las 8 la audiencia de alegatos de clausura. Crédito: Guillermo Di Salvatore
En los próximos días se define el destino de dos vecinos de barrio Barranquitas Oeste, que enfrentan un juicio oral -en libertad- por el homicidio de Melanie Mansilla, ocurrido la noche del 20 de marzo de 2018, cuando se encontraba en la calle, tomando una gaseosa con un amigo.
El juicio, que comenzó la semana pasada, llegó a un punto clave este martes con la declaración de los últimos testigos, muchos de los cuales olvidaron detalles, nombres y hasta cambiaron sus versiones a cuatro años y medio del hecho.
El miedo, las relaciones familiares y de vecindad propias de la vida de barrio, pero sobre todo la continua mención al trasfondo narco, dificultan la tarea del tribunal que integran los jueces Gustavo Uridales, Susana Luna y José Luis García Troiano, a la hora de determinar quién dice la verdad y quién miente.
Certezas y dudas
En su alegato de apertura, los fiscales Andrés Marchi y Estanislao Giavedoni, adelantaron que pedirán 24 años de cárcel para Mauricio Ariel Pereyra (28) y Jonatan Federico Silva (26). "Titi" y "Bunda", como los identifican los testigos, llegaron al debate en libertad, tras haberse vencido los plazos legales de la prisión preventiva.
"Titi" Pereyra cuenta con la defensa de los abogados Claudio Torres del Sel y Natalia Giordano; y "Bunda" Silva es representado por el Servicio Público Provincial de la Defensa Penal (SPPDP), a cargo de Gustavo Durando e Ileana Echaniz.
La Fiscalía adelantó la semana pasada que pedirá 24 años de prisión para los acusados Mauricio Pereyra y Jonatan Silva. Crédito: Guillermo Di Salvatore
Fue justamente el Dr. Durando quien al momento de pedir la absolución para su pupilo vaticinó: "La única certeza que se podrá acreditar es la muerte de Mansilla, pero no la responsabilidad de Silva". "Había otras personas que no fueron imputadas, ni citadas a juicio, ni siquiera investigadas en alguno de los casos" y "mi defendido es inocente", recalcó.
El mismo planteo de "absolución de culpa y cargo" fue expresado por la dupla que lo defiende a Pereyra, que "se encontraba con su pareja y una amiga al momento del hecho", dijeron.
Tiro en la cabeza
En cambio para la fiscalía es claro que ambos abrieron fuego aquella noche de martes en la que Melanie terminó ejecutada con un tiro en la cabeza.
Melanie Antonella Lorena Mansilla (20) estaba en la vereda de Laguna del Desierto 4430, cuando desde la esquina de calle Bolivia efectuaron una serie de disparos, uno de los cuales impactó en su cabeza y le ocasionó la muerte la madrugada siguiente.
Para la fiscalía, los ejecutores fueron Pereyra y Silva, junto a otros dos cuya identidad todavía no fue descubierta. Abrieron fuego desde unos 80 metros aproximadamente, desde la esquina noroeste, donde funciona un comercio.
Las defensas de ambos acusados solicitaron la absolución de culpa y cargo en el juicio. Crédito: Guillermo Di Salvatore
Una bala del calibre 22 se incrustó en el parietal derecho de la joven, que fue trasladada en forma urgente al hospital, donde falleció en durante la madrugada del 21 de marzo de 2018.
Hubo "una andanada de disparos" dijo el fiscal Marchi. Prueba de ello fue que en la esquina mencionada, los peritos encontraron cuatro casquillos del calibre 22 mm los cuales habrían sido percutados todos con el mismo arma.
De "los Acosta"
La primera tanda de testigos fue del personal policial que intervino en el caso. El perito planimétrico marcó el lugar donde cayó Melanie y quedó la mancha de sangre; también un disparo en el parabrisas de un Peugeot 504 blanco que estaba estacionado en la vereda de enfrente y los cuatro vainas servidas halladas 80 metros hacia el norte, en la esquina de Bolivia y Laguna del Desierto.
El fotógrafo forense mostró los registros tomados esa misma noche, en las que puede verse una calle iluminada, más que aceptable más allá del horario. Personal de la Seccional 6ta. y efectivos de Homicidios de la exPDI enmarcaron la historia, que comenzó a perfilarse en toda su complejidad cuando empezaron a hablar los vecinos.
De las declaraciones de testigos se supo que el lugar del crimen era la casa de "los Acosta", una familia con tres de sus siete miembros abatidos producto de la violencia -una hija, un hijo y el padre fueron asesinados en los últimos años- y otro hijo permanece privado de su libertad en la cárcel de Coronda.
"Amigos de Mustafá"
Melanie vivía a unas dos cuadras de donde fue ejecutada y esa noche estaba con Uriel Acosta, que entonces no superaba los 15 años. El chico es el único testigo directo del ataque y si bien se encargó de señalar a Silva y a Pereyra como los responsables del tiroteo, en el juicio sorprendió a todos con una versión nueva.
Previamente, una de las policías del área de inteligencia de la AIC que entrevistó al menor, acompañado por su madre, recordó que esa misma noche surgió el nombre de (Diego Martín) Mustafá, el histórico narco del bario, asesinado a mediados de este año en Sauce Viejo.
"Estos chicos eran de molestarnos porque eran amigos de Diego Mustafá" que le pedía a uno de los hermanos mayores de Uriel (a Maximiliano Acosta) "que vendiera droga en su domicilio". A partir de la negativa comenzaron los tiros.
La versión se sostiene a través de otros testigos, que ratificaron la puja existente entre los soldaditos del narco fallecido y la familia Acosta.
Como un colador
La propia madre del chico Acosta, María Isabel Valdez reconoció que "mi casa adelante es un colador de los tiros que tiene", en referencia al conflicto mantenido por entre uno de sus hijos y el capo narco del barrio.
Aunque aclara que "yo no vi nada porque estaba adentro", recuerda que "mi hijo me dijo que andaba el Jonatan Silva y el otro de apellido Pereyra. Siempre me tirotearon la casa", lamentó. Tras hacer una referencia a la muerte de su marido, ejecutado de dos tiros en marzo de 2019, la mujer contó que "yo tengo un hijo Maximiliano que siempre se agarraba con Mustafá porque nunca quiso vender".
"Mustafá era el narco de ahí del barrio" y "dicen que Silva y Pereyra andaban con él en la venta de drogas", "siempre fue el mismo conflicto", asegura.
Confesión y cambio
Pero sin dudas fue la versión de Uriel Acosta la que descolocó a los fiscales cuando dijo: "Quiero confesar algo".
Habló de Melanie con la cual "teníamos una relación de amigos" y la recordó como "una buena chica". "Esa noche hubo un problema unas horas antes entre mi hermano (Maximiliano) y Silva. Una pelea de puños. No pensamos que iba a pasar esto".
Para Uriel, Silva se lo confundió con su hermano "y empieza tirar" desde la esquina. Pero lejos de ubicarlo a Pereyra en el lugar dijo querer "aclarar". "Porque no puedo dormir desde esa noche. No puedo dormir, lo tengo en la mente. No hubo otra persona más que Silva. La otra persona que yo nombré no estaba en el lugar del hecho. Yo jamás he tenido problema con esa familia", lo desligó.
Consultado por el cambio de versión, el muchacho se excusó en su adicción a las drogas -de la cual dijo haberse recuperado- y que "en el barrio se decía que el otro era Titi Pereyra". También dijo que "el problema viene desde hace muchos años", aunque circunscribió el conflicto a una disputa "con el narco Mustafá". "Ellos tenían una banda atrás y mi hermano una adelante", reconoció.
Con la etapa probatoria cerrada, el tribunal fijó para el próximo jueves a las 8 de la mañana a las partes para que presenten los alegatos de clausura y luego pasar a deliberar para dar a conocer el veredicto cuya fecha todavía no fue fijada.
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