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En el cierre del juicio oral Cristian Lanatta sostuvo la hipótesis de que “nos querían ejecutar”. Por su parte, Martín Lanatta se explayó sobre el enfrentamiento con el comandante Valdez y su intención de “desarmarlo” para seguir huyendo. Víctor Schillaci se abstuvo.
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Los hermanos Martín (45) y Cristian (46) Lanatta declararon este martes ante el Tribunal Oral Federal de Santa Fe, en lo que fue la última audiencia de juicio por los enfrentamientos mantenidos con Gendarmería Nacional la mañana del jueves 7 de enero de 2016, en zona de campo del departamento Las Colonias. Mientras que el primero dijo que hirió al comandante Valdez “para desarmarlo”; su hermano mayor desarrolló la teoría de que “nos querían ejecutar”, como una plan con origen en “la política” desde el momento mismo en que “nos fugaron” de la Unidad Penal N° 30 de General Alvear, la madrugada del 27 de diciembre de 2015. El menor de los imputados, Víctor Schillaci (37), se abstuvo de prestar declaración.
Bajo la presidencia de la Dra. María Ivón Vella, y los jueces José María Escobar Cello y Luciano Homero Lauría, los protagonistas de la triple fuga comenzaron a ser juzgados en Santa Fe el lunes 5 de noviembre, solamente por los hechos ocurridos desde su hallazgo en las cercanías de una tapera rural de la zona de San Carlos Sud y hasta que volvieron a escaparse a bordo de una camioneta VW Amarok blanca en la que viajaba un ingeniero agrónomo cordobés que trabajaba para la empresa Bayer.
El lapso en el que se produjeron los delitos que ahora se les endilga transcurrió en un puñado de horas que van de las 6.30 a las 10 de la mañana aproximadamente. En ese breve período los prófugos hirieron al comandante José María Valdez, robaron sus armas, sus chalecos antibalas y sus radios y huyeron en un utilitario Citroën Berligo blanco que utilizaba la fuerza para tareas de inteligencia. En la escapada se tirotearon con otros cinco miembros de gendarmería que iban a bordo de una VW Amarok con identificación de la fuerza, a la que inutilizaron con un tiro de fusil FAL en el motor.
Tras las dos primeras jornadas -lunes y martes- por las que pasaron más de veinte testigos, en su mayoría miembros de la fuerza nacional, el miércoles se llevó a cabo una inspección ocular en el lugar de los hechos y la actividad se reanudó este martes con las declaraciones de los imputados.
Sin chalecos
“Cuando se produce el desarme de Encina y Valdez estábamos muy cerca de los grupos especiales”, destacó martín Lanatta, que fue el primero en tomar el micrófono desde el penal de Ezeiza, donde siguen el juicio por videoconferencia.
El instructor de tiro y experto en el manejo de armas centró su relato en el disparo efectuado contra el comandante Valdez, al que calificó de un hecho “lamentable”, aunque aclaró que “le podría haber tirado donde quería”. “Tuve que dispararle donde ocasionara menos daño, que era el bíceps, para que se le caiga el arma”.
“Él pedía refuerzos” con el handy y miraba hacia donde se encontraba (Roberto) Encina que en ese momento ya había sido reducido” por Cristian y Schillaci. “Como última alternativa pensé en dispararle al arma, pero le iba a romper los dedos”, destacó. “Él estaba esperando refuerzos y en ningún momento depuso la actitud de tiro. Tenía el arma en posición uno para hacer el disparo”, reiteró.
Además, dijo que “ninguno de los dos tenía chaleco antibalas puesto” sino que “los vimos en la camioneta” y pidió que se coteje si el de Valdez tiene manchas de sangre para comprobar sus dichos.
Tiro al motor
Luego volvió sobre el momento del disparo y como “yo sabía que Valdez se caía”, al pasar a su lado “le dije: ‘agarrate que no te hice nada’” y le reprochó no haber contado ese diálogo al tribunal.
Luego se explayó sobre cuestiones referidas a las características del armamento que por su especialidad de tirador profesional pudo explicar con solvencia.
También dijo que “la camioneta (Berlingo) estaba en marcha y con la puerta abierta” y que “teníamos que llegar al vehículo para huir con vida”. Después se refirió a la persecución de la camioneta Amarok de GNA y reconoció que fue él quien abrió fuego contra el vehículo en respuesta a una andanada de disparos. “Le tiré al motor para detener la marcha” afirmó y cuestionó que después “gendarmería acomodó su declaración” porque “ellos dispararon primeros”.
Martín Lanatta reveló el misterio de la conservadora roja que nadie reconoció en el lugar. “Estaba adentro de la Amarok del ingeniero agrónomo” y la arrojaron a una zanja porque “con mi hermano no entrábamos”. También destacó que sus perseguidores “nunca nos perdieron de vista” y que “lo único que nos separaba era una cortina de tierra”.
Sobre el cambio de la Berlingo a la Amarok dijo que primero pensaron que era otro vehículo de Gendarmería, pero al advertir que no había nadie arriba cruzaron la Berlingo en el camino de tierra “para que piensen que estábamos parapetados” y huyeron en la camioneta en medio de una nube de polvo “por eso nunca vieron salir a la Amarok”.
“Gente que no”
Su hermano Cristian reafirmó los dichos anteriores, aunque ahondó sobre los motivos que derivaron en la fuga. A propósito de los gendarmes con los que se enfrentaron primero dijo que “nunca le quisimos hacer daño a ellos”. “Yo no sé si Encina y Valdez eran del grupo de los malos, creo que no, pero nos querían ejecutar”, denunció.
También dijo que el arma que él llevaba, que durante el juicio se dijo que era una M4, en realidad es un subfusil Colt SMG con cargador con 32 disparos que lo tomó del puesto N° 1 del Penal N° 30 de General Alvear cuando escaparon y que no fue utilizado.
“Para no enfrentarlos salimos por la parte lateral de la casa”, destacó el acusado y recordó que “ellos gritaban pero no entendíamos qué decían porque todos gritaban” en ese momento.
Cuando le preguntaron por qué terminaron en esa tapera contestó que “no teníamos un lugar específico” pero reconoció que “conocía la zona”. También le preguntaron por las camperas azules que supuestamente usaban, lo cual descartó de plano porque “era un día tremendo de calor”, exclamó.
“Había gente que quería hacer las cosas bien y gente que no”, deslizó el acusado. “Está a las claras que nos quisieron matar y que en ningún momento se buscó una detención limpia. Desde el momento que nos obligaron a escapar de la Unidad N° 30” de donde “es imposible salir hasta con la llave” dijo. “Fue una falsa evasión, a nosotros nos fugaron”, dijo y volvió a nombrar a Aníbal Fernández como artífice de “la cacería esta que pasó en contra nuestra”.