Por Carlos Retamal
A 90 días de la reunión y de las fotos, ya se llevan cometidos 67 homicidios, a razón de uno cada 34 horas, lo que prácticamente mantiene el triste y peligroso promedio de un muy violento 2022.
Por Carlos Retamal
A tres meses del desembarco en Rosario de los jueces de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en Rosario, para participar de un encuentro nacional sobre narcotráfico, en materia de seguridad o mejor dicho de inseguridad, nada ha cambiado: los crímenes siguen a la orden del día, al igual que las balaceras y las denuncias –en su gran mayoría– por redes sociales de la violencia narco.
Desde el 12 de mayo (día de la reunión) hasta mediados de esta última semana se han cometido 67 crímenes en el departamento Rosario, lo que equivale a uno cada 42 horas en el departamento más importante del sur santafesino. Además, se han registrado más de un centenar de heridos de arma de fuego en distintas circunstancias, la mayoría vinculada con la llamada violencia narco, que incluye ajustes por demoras en el pago, amedrentamiento y marcado de territorio, en muchos casos en zonas que parecen prácticamente liberadas.
En estos 90 días hubo algunos operativos antinarco en los cuales se incautaron en su gran mayoría pocos gramos de droga y se realizaron algunas detenciones. Aunque hubo una que llamó la atención por su despliegue mediático: un "megaoperativo'"que incluyó 21 allanamientos simultáneos en los cuales se secuestraron drogas (cocaína, marihuana, metanfetamina y ketamina), dinero en efectivo, armas, vehículos, celulares y se detuvo a 18 personas, entre ellas un policía de la provincia de Santa Fe. Según indicaron en su momento fuentes de la Policía Federal, la causa se había iniciado cinco meses antes, como desprendimiento de la investigación por la cual fue detenido otro policía, a quien le encontraron drogas de diseño, como pastillas de éxtasis y cristal. Pero fue solamente eso. En medio de eso, la ola de crímenes no para.
Quizás la última muestra de estas zonas liberadas se dio en la primera semana de agosto en barrio Ludueña, en el noroeste rosarino, con el crimen de tres personas en menos de 72 horas en un radio de 700 metros, todos con la firma inequívoca del submundo narco.
Así lo dejó entrever el fiscal Adrián Spelta, de la Unidad de Homicidios Dolosos del Ministerio de la Acusación provincial, que además mencionó que hubo una cuarta víctima, que se recupera de las heridas recibidas.
Esos datos fueron aportados por vecinos de la zona a la hora de buscar respuestas ante la inusitada violencia que se registra desde hace tiempo.
Además de estas tres víctimas fatales, la última de ellas acribillada a tiros al interponerse en forma circunstancial entre los sicarios que fueron a cobrarse la vida de un supuesto vendedor de drogas que ocupa su territorio, hubo al menos una docena de crímenes más en lo que va de 2022, repartidos entre los barrios Ludueña y Empalme Graneros.
Como otra prueba de que la ciudad y la región está realmente tomada por la violencia se da en que, en estos 90 días, del total de crímenes, 6 corresponden a menores de 18 años y 1 de ellos a bebés de menos de 24 meses.
En agosto (al día 12) hubo 13 crímenes y un total de 177 en lo que va de 2022.
Lucas Vega Caballero, de 13 años, fue asesinado de un disparo en el pecho en la noche del primero de agosto, mientras estaba con un grupo de amigos en la esquina de González del Solar y Génova, en el corazón de barrio Emaús, en el noroeste rosarino. Se dice que ese crimen tiene la marca de los sicarios que intentaron marcar territorio en una disputa por la venta de drogas.
Dos noches más tarde, en la puerta de una vivienda de Garzón al 3800, del barrio Triángulo y Moderno, en el oeste rosarino, fue asesinada Zoe Romero, de 15 años. Fuentes de la investigación dijeron en su momento que pasadas las 21, alguien tocó el timbre de la casa en la que vivía y cuando ella salió a abrir, fue alcanzada por una ráfaga de disparos en la zona del tórax. Fue llevada por vecinos hasta el hospital de emergencias, donde falleció.
En el lugar del ataque, los investigadores recogieron una decena de vainas servidas, que quedaron diseminadas en la vereda de tierra y cerca de los vidrios de un local comercial, que fue destrozado por uno de los plomos, en lo que para voceros de la investigación (en estricto off) es un mensaje intimidatorio.
Y otro, que generó una andanada de muestras de repudio y pedidos de mayor protección policial fue el de una beba de tan solo 18 meses, Geraldine Gómez, quien, en la noche del lunes 13 de junio, recibió tres disparos en el marco de una balacera registrada contra una vivienda del barrio Coronel Aguirre, al noroeste de Villa Gobernador Gálvez.
La menor, junto a otras dos personas (una mujer de 41 años y un joven de 22), fue trasladada al hospital Anselmo Gamen, de Villa Gobernador Gálvez. Geraldine tenía tres impactos de bala: uno en el muslo izquierdo, otro en el brazo derecho y el tercero a la altura de la sien. Debido a la gravedad de su lesión, fue trasladada de urgencia al hospital de niños Víctor Vilela, ubicado al sur de Rosario, donde finalmente falleció.
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