Joaquín Fidalgo
El sargento asegura que se siente solo y teme por su vida. Las autoridades decidieron sumariarlo. La Justicia investiga las graves acusaciones que realizó Cejas.
Joaquín Fidalgo
jfidalgo@ellitoral.com
“No me pudieron callar con balas y ahora lo quieren hacer con mi estómago, sacándome mi salario”, disparó esta mañana Pablo Cejas, el sargento baleado ayer en Recreo en un incidente que está siendo investigado.
Este policía permanece desde ayer, junto a su esposa, encerrado en su casa de barrio Guadalupe. Teme por su vida y está totalmente convencido de que el ataque fue obra de sicarios enviados por sus propios jefes.
“Ayer a la tarde, me llegó una cédula para que me presente y cuando la mandan es porque te van a pasar a disponibilidad. Me quieren apartar de la fuerza. Me abrieron un sumario administrativo y me pidieron que me presente hoy con mi arma reglamentaria y mi credencial. Pero yo no puedo ni salir a la vereda y esta gente pretende que yo me cruce toda la ciudad. Además, a mi pistola, por alguna razón, ya me la sacaron. Se la llevaron junto a mi chaleco, sin seguir la cadena de custodia, por lo que tranquilamente pudieron ser adulterados. Hasta la moto fue secuestrada y trasladada hasta la División Judiciales”, relató Cejas.
“Que vengan ellos -desafió-. Si les da la cara, que lleguen hasta mi casa el encargado del sumario administrativo y el jefe de unidad a querer quitarme la credencial. No se las voy a entregar, se las voy a tirar en la cara. La credencial no es chapa de guapo. Yo voy a seguir siendo Pablo Cejas si no la tengo. Soy policía circunstancialmente y estoy podrido de toda esta corrupción, de ver a la juventud destrozada por la ‘falopa’ que nosotros tenemos que combatir... Y no nos dejan. Estoy cansado de ver cómo algunos jefes cambian autos, casas. Yo heredé la vivienda de mi viejo, tengo tres hijos, el mes que viene voy a ser abuelo de una nena. Vivo de mi sueldo y no tengo ningún tipo de contención. No se acercó nadie a darme una mano. No vino un médico, ni un psicólogo. Sólo mis compañeros que estuvieron conmigo en la calle me apoyan”.
Luego, totalmente quebrado y con lágrimas en sus ojos, el policía tomó una cajita pequeña y arrojó con bronca sobre la mesa su contenido: un manojo de medallas. “Mirá. A esto me lo gané en la calle. A éstas me las dio el gobierno, por hacer mi trabajo, y ahora me quieren pasar a disponibilidad. Me piden que busque un abogado, pero no tengo dinero para pagarle a uno. Es más, no sé si voy a tener para comer el mes que viene”, se lamentó.
“Yo hice la declaración de ayer bajo un fuerte estado de estrés, minutos después de que me quisieron matar. Quiero que los jefes y que el gobierno se pongan una mano en el corazón y me digan si miento. Pero ellos no tienen corazón, porque son como pinocho, que no tenía corazón y le crecía la nariz por mentiroso. Yo voy a mantener todo lo que dije, porque no sé retroceder. Ni mi viejo, ni las fuerzas armadas, ni los buenos policías me enseñaron a retroceder. No lo voy a hacer, por mi familia, por mis hijos, por mi nieta y por el futuro de todos ellos.
“Protección”
“No hice antes las denuncias -aclaró- porque no sabía dónde hacerlo. Están todos metidos en esto. Ayer, cuando trataron de asesinarme, tuve que salir a decirlo públicamente para tener cierta protección. Ahora, me protegen los medios, los periodistas, la opinión pública. Muchos me están difamando, pero que me respondan: ¿la droga es mentira?, ¿no hay droga en la calle?”.
Cejas no duda de que los dos sujetos que lo atacaron sólo querían terminar con su vida. “Me querían matar. No hubo tentativa de robo, ni nada parecido. Llegaron en la moto cuando yo estaba detenido junto a la mía y me empezaron a tirar, me pegaron en las partes vitales. Un tiro en la cabeza y otro en el pecho. Afortunadamente, el caso y el chaleco frenaron los proyectiles. Me salvé porque mandaron a dos estúpidos a hacer el trabajo. No fueron capaces de venirme de frente. Son cobardes. Yo no sé rendirme, así que después de muerto hablamos. Les digo a los jefes que no me van a callar. Si quieren, que vengan y los llevo de la mano de kiosco en kiosco de droga, pero seguramente ya deben estar avisados. Si allanan ahora, no van a encontrar nada”.
Repercusiones
El secretario de Seguridad Pública de la provincia, Gerardo Chaumont, aseguró que el episodio sufrido ayer por Cejas y sus graves denuncias están siendo investigados por la División de Asuntos Internos y la Justicia Federal, respectivamente. “Pensamos que este uniformado no actuó de la manera apropiada, pero se entiende porque estaba en medio de un estado de shock. Acababa de ser baleado. Pero si él conocía algún delito tenía que haber hecho la denuncia previamente, ya sea ante sus superiores, el Ministerio Público de la Acusación o el Juzgado Federal. No debió hacer las acusaciones ante los medios”, puntualizó el funcionario.
Además, las máximas autoridades policiales de la Unidad Regional I y del Nodo correspondiente se negaron a dar precisiones por el momento, pero aclararon que tienen previsto brindar una conferencia de prensa el lunes, una vez que las investigaciones den sus primeros pasos.
Asuntos internos
El Ministerio Público de la Acusación dispuso que el ataque a Cejas y sus denuncias sean tratadas, en principio, por la División de Asuntos Internos.
Uno de los investigadores manifestó hoy que “los principales esfuerzos están dirigidos hoy a determinar las identidades de los sujetos que balearon al policía. Si podemos llegar a individualizarlos, vamos a dar un gran paso y estamos bien orientados para lograrlo”.
“Estamos trabajando para tratar de definir si fue un intento de robo ocasional o una tentativa de homicidio, en primer lugar. Las denuncias posteriores del sargento están dentro del caso y también se buscarán elementos para poder comprobarlas”, señaló.
Por otra parte, Pablo Cejas reiteró que realizará las denuncias contra narcotraficantes ante la Justicia Federal.