Martes 19.4.2022
/Última actualización 17:31
El arzobispo de Salta, monseñor Mario Cargnello, fue denunciado por violencia de género por las monjas del Convento San Bernardo de Carmelitas Descalzas, junto a otros dos religiosos, por lo que se le prohibió el acercamiento a la residencia de las hermanas y deberá presentarse a una audiencia el próximo 3 de mayo, informaron fuentes vinculadas a la causa.
“Las situaciones de hostilidad, que se dieron desde 1999 hasta el lunes pasado, llevaron a que la madre superiora decidiera hacer esta denuncia, porque las carmelitas descalzas necesitan vivir sin violencia, cuidar su integridad física, que respeten sus creencias y la autonomía del monasterio”, expresó la abogada Claudia Zerda Lamas.
La letrada, que patrocina a las monjas denunciantes junto a José Viola, aseguró en declaraciones a FM Aries que “el hostigamiento” del arzobispo de Salta sobre las monjas de ese convento es “insoportable”.
Se trata de una denuncia radicada la semana pasada ante la Oficina de Violencia Familiar y de Género de la justicia salteña, que recayó en el Juzgado de Violencia Familiar y de Género 3, a cargo de María Carolina Cáceres Moreno, cuya carátula es "Monasterio San Bernardo de Carmelitas Descalzas contra Cargnello, Mario Antonio; De Elizalde Martín, por violencia de género”, aunque los denunciantes agregaron al cura Lucio Ajaya.
La jueza resolvió de manera provisoria intimar a Cargnello, De Elizalde y a Ajaya a que se abstengan de ejercer actos de violencia de todo tipo y bajo cualquier modalidad en contra de la madre priora, María Fátima del Espíritu Santo, otras dos monjas mencionadas en la denuncia y las demás hermanas del monasterio.
Además, a los tres denunciados se les prohibió el acercamiento a 300 metros del Convento San Bernardo, se ordenó una custodia policial y se fijó audiencia judicial para el 3 de mayo.
El abogado Eduardo Romani se presentó ayer ante la justicia salteña como representante de Cargnello y según dijo a Télam aún no tuvo acceso al expediente, por lo que está “esperando que lo habiliten”.
Por su parte, Zerda Lamas reveló que "esta denuncia en la justicia ordinaria de Salta ya ha sido motivo de otra denuncia en la Santa Sede”, pero señaló que “el tiempo canónico es distinto al tiempo real”.
“Evidentemente esto está en tratamiento”, detalló, tras lo que apuntó que existió “una visita apostólica” en la que el visitador “es uno de los denunciados, monseñor Martín Elizalde”.
"Fue una visita difícil, donde las monjas han sentido que se ha querido romper su juicio, que han querido minimizar la situación de violencia que viven”, dijo y agregó que esperan “lo que vaya a decir la Santa Sede” sobre este caso.
Para la abogada, el trato que reciben las monjas por parte de la máxima autoridad de la Iglesia Católica de Salta les genera un “enorme sufrimiento y daño desde hace muchos años”, prácticamente desde la llegada del actual arzobispo a Salta, momento en que se registra un cambio en el trato entre el convento y las autoridades eclesiásticas.
Por ello, consideró que la decisión de realizar la denuncia judicial responde a la necesidad de “asegurar que el trato del señor arzobispo sea en condiciones de dignidad y respeto”.
La letrada omitió referirse a los hechos puntuales denunciados “por entender que las cuestiones de género rozan aspectos muy personales y sensibles tanto de las denunciantes como del denunciado”, y aclaró que “las hermanas carmelitas no tienen celulares porque son monjas de clausura”, al referirse a los rumores que indican que existen videos que avalan lo que se denunció.
Zerda Lamas se limitó a explicar que se trata de “agresiones verbales, otras que han ido un poquito más, amenazas”, tras lo que sostuvo que el solo hecho de “amenazar o soslayar la posibilidad que pueda ser intervenido el convento, sin razón por supuesto, y que pierdan su casa, su hábitat natural”, ya altera la vida de las monjas, que se rigen por las “reglas carmelitanas”.
Asimismo, comentó que son 18 las monjas que residen en el Convento San Bernardo, situado en la primera calle de la calle Caseros, en el centro de la ciudad de Salta, a las que consideró “personas alegres, que transmiten optimismo y esperanza, dedicadas a la oración y al trabajo en el marco del silencio”.