Juliano Salierno
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Mario Dutrenit, el trabajador gráfico que fue hallado el 30 de diciembre en un zanjón a la vera de la Circunvalación Oeste, detrás del barrio San Lorenzo, se recupera lentamente de las graves lesiones sufridas en lo que hasta el momento se presenta como un hecho de robo.
Actualmente, se encuentra internado en el Hospital Cullen, donde sobrelleva con éxito una operación para quitarle dos coágulos en el cerebro. Aunque reconoce a sus familiares, amigos y compañeros de trabajo, no recuerda lo ocurrido la madrugada del 30 de diciembre, cuando, se presume, fue agredido por delincuentes que se llevaron su moto -una Yamaha de 150 cc- y el resto de sus pertenencias cuando regresaba del trabajo en la planta industrial de la firma Artes Gráficas del Litoral, donde se desempeña en tareas de preprensa.
Si bien el ataque se habría producido pasada la medianoche del lunes 29 de diciembre, Mario fue encontrado medio día después por un vaqueano que hacía pastar unas vacas detrás del barrio San Lorenzo, a metros de la Circunvalación Oeste.
Según los primeros registros, la víctima fue trasladada al hospital Iturraspe alrededor de las tres de la tarde y se reencontró con su familia pasadas las once de la noche. Durante todo ese tiempo, Mario no habría recibido la atención médica adecuada y su vida corría serio peligro cuando su madre y su hermana decidieron trasladarlo al hospital Cullen, donde fue higienizado y operado.
Como un borracho
Tanto el relato de su mamá Miriam Albelo, como el de su hermana María de los Ángeles, coinciden en cuanto al pésimo estado en que encontraron a Mario, en una silla de ruedas en el patio, con los pantalones bajos, sucio y con evidentes signos de haber sido golpeado.
“Esta mañana escuché que dijeron que mi hijo había sido atendido”, declaró Miriam, en referencia a las entrevistas que dio el director del Hospital Iturraspe, Francisco Villano, al diario La Capital de Rosario y Radio LT9.
“Señor, lo tenían en una silla de ruedas, por qué no lo llevaron a una cama”, cuestionó la mujer que sólo piensa en la recuperación de su hijo. “Él estaba en el patio y nos decían: ‘Su hijo está alcoholizado señora’, me lo decía el doctor y nos pedía que nos calmemos -contó la mujer-. Es vergonzoso lo que han hecho con mi hijo. Estaba sucio y abandonado; no estaba borracho, eran los traumatismos que tenía en la cabeza”, prosiguió.
Impotencia e indignación
Miriam se mostró impotente ante tanta desidia, y continuó diciendo que su hijo “pasó toda la tormenta de la madrugada del martes tirado en una zanja, picado por las hormigas y así como lo encontraron lo dejaron. Yo lo encontré a las 11 de la noche en una silla de ruedas. Yo sé lo que es mi hijo y sé lo que tengo, ojalá hubiese estado tomando y con mujeres, pero lo encontramos sucio y con los pantalones bajos en la silla de ruedas. Y aunque hubiese sido una persona abandonada, tiene derecho a ser atendida, no hay que discriminar si es un pobre o un borracho, tengo una indignación muy grande”.
Finalmente, Mario fue trasladado al Cullen a las 3.30 del 31 de diciembre. “En 20 minutos, le hicieron una tomografía y lo higienizaron”, y por la mañana fue sometido a una difícil operación. “Él tendría que haber sido operado muchas horas antes”, les dijo uno de los médicos que lo atendió. Dutrenit tenía dos coágulos de sangre, hemorragias internas y un cuadro infeccioso producto de las horas que permaneció a la intemperie.
Su hermana María de los Ángeles, que es enfermera y trabaja en otro sector del Iturraspe, no sale de su asombro sobre lo que hicieron con Mario. Su declaración coincide en todo con la de su madre y se encuentra agregada a la carpeta judicial en la que se investiga el hecho.
Por este caso, la fiscal Carolina Parodi abrió dos líneas investigativas, una tendiente a esclarecer el móvil del ataque y la otra a establecer las responsabilidades de los profesionales de la salud que intervinieron en el lamentable episodio.