Mauro y Magalí tienen 32 años. En barrio Escalante, más precisamente en la cuadra de calle San Jerónimo al 5100, entre Agustín Delgado y Martín Zapata, tienen su hogar. Allí crían a sus hijos, un niño de 6 años y una chiquita de apenas un mes.
Las víctimas salieron por dos horas con sus pequeños hijos para un encuentro familiar y al regresar hallaron un escenario desolador.
Mauro y Magalí tienen 32 años. En barrio Escalante, más precisamente en la cuadra de calle San Jerónimo al 5100, entre Agustín Delgado y Martín Zapata, tienen su hogar. Allí crían a sus hijos, un niño de 6 años y una chiquita de apenas un mes.
La pequeña, que estaba internada en la sala de neonatología de una clínica céntrica, fue dada de alta este viernes. Sus felices padres organizaron una bienvenida, con globos de colores incluidos, pero todo terminó dramáticamente cuando la casa fue blanco de despiadados delincuentes.
Eran aproximadamente las 22 de este viernes cuando el matrimonio abordó su auto, con sus dos hijos. Como tenían previsto, partieron rumbo a un encuentro familiar. Se confirmaba en su fe uno de los sobrinos del hombre. Por dos horas aproximadamente compartieron la noche con sus parientes, pero no querían regresar tarde a su domicilio, especialmente porque la bebé acababa de salir del sanatorio.
"Cuando volvimos nos encontramos con la reja que da al frente rota. La habían barreteado. para ingresar a nuestra casa también habían destrozado una ventana y cortado una reja de manera impecable. Tenían herramientas. Se vinieron preparados", contó Magalí ya en horas de la mañana y "sin pegar un ojo" desde entonces.
Adentro, el panorama era desolador. Estaba todo roto y dado vuelta. No había habitación que no sea un caos. "Rompieron todas las puertas de los armarios. Absolutamente todo. Hasta en la pieza de los nenes. Se llevaron de todo, el televisor, la consola de juegos, ropa nuestra y de nuestros hijos, zapatillas, botines… y bastante plata que teníamos guardada. No sabemos todavía todo lo que nos robaron, porque es un desastre. A cada rato nos damos cuenta de que desapareció otra cosa", se lamentó la mujer.
"No solamente querían robar. Evidentemente también tenían toda la intención de hacerles daño", les reconoció uno de los policías que llegó al lugar minutos después.
Los delincuentes actuaron con profesionalismo y los peritos estiman que utilizaron guantes, porque no hallaron ninguna huella dactilar. "Los ladrones conocen muy bien cuáles son los procedimientos de la policía y se cuidan. Encima, ningún vecino vio nada. La gente no se mete, no ayuda. Cada uno vive en lo suyo, porque todos vivimos con miedo. Lamentablemente no te podés ni ir un rato de tu casa porque te puede pasar esto y te llevan lo poco que podés hacer trabajando. A nadie le importa nada. Lamentablemente vivimos en una sociedad en la que las personas no somos nada. No tenemos derecho a nada. Estamos indefensos", dijo Magalí.
La mujer habla llena de "bronca" e "impotencia". "El único consuelo que tenemos es que no estábamos adentro y nuestros hijos no tuvieron que pasar por esa experiencia", se conformó.
Ella se dedica a servicios de estética y su marido a la herrería. Ambos están sin dormir. Pasaron la noche y la madrugada en vela, junto a familiares que les hicieron "el aguante", porque el domicilio estaba totalmente expuesto con sus rejas y ventanas vulneradas.
"Sólo nos queda cuidarnos entre nosotros, con la familia, porque nadie puede hacer nada, ni la policía, ni los peritos. La inseguridad está cada vez peor", disparó.