Las fiestas de fin de año son una época de alegría y celebración, pero también pueden convertirse en una fuente importante de estrés para muchas personas.
Estas fechas pueden ser una oportunidad para disfrutar y conectar con los demás, siempre que recordemos priorizar nuestro bienestar y mantener un equilibrio saludable.
Las fiestas de fin de año son una época de alegría y celebración, pero también pueden convertirse en una fuente importante de estrés para muchas personas.
Karen Basabilbaso (Mat.1679), psicóloga, explicó a El Litoral cómo las demandas sociales, los compromisos familiares y las presiones económicas pueden afectar nuestra salud emocional y física durante este tiempo. Además, brindó consejos para gestionar estas situaciones de forma saludable.
Basabilbaso identificó varias razones por las que las personas pueden sentir estrés durante diciembre. La primera es la falta de tiempo. “Nos proponemos muchas cosas y asumimos numerosos compromisos, lo que puede resultar agobiante y saturador”, explicó. El exceso de eventos sociales y despedidas puede provocar un fenómeno conocido como “jet lag social”. Este se caracteriza por una sintomatología similar al desfase horario, pero asociada a cambios en la rutina, como dormir menos, comer de manera desordenada y salir de la rutina diaria.
El factor económico también juega un papel importante. “Los gastos acumulados, ya sea en eventos sociales o regalos, pueden generar un efecto estresante”, señaló la psicóloga. Además, el deber de cumplir con tradiciones familiares, como pasar las fiestas con parientes con quienes no se tiene una relación cercana, puede generar desconexión y malestar.
Otro motivo de estrés está relacionado con la ausencia de seres queridos. “Estas fechas movilizan mucho, sobre todo en personas que han perdido familiares. La silla vacía puede generar dolor, sufrimiento y un aumento del estrés”, dijo la profesional.
La psicóloga hizo hincapié en la importancia de ser fiel a uno mismo. “Es fundamental escuchar el deseo personal y preguntarnos qué queremos realmente. Por ejemplo, ¿quiero ir a esa reunión familiar o lo hago por compromiso? Estas preguntas nos ayudan a evitar sentirnos arrasados por planes ajenos y a no sobreadaptarnos a situaciones que nos generan malestar”, detalló.
La sobreadaptación —es decir, ajustarse excesivamente a demandas externas— puede generar estrés tanto emocional como físico. Esto puede manifestarse en trastornos gastrointestinales, dolores de cabeza, contracturas musculares, insomnio y fatiga. “En casos más complejos, también puede haber aumento de la presión arterial o exacerbación de síntomas en personas con patologías crónicas”, advirtió.
Basabilbaso subrayó que el estrés está estrechamente relacionado con la ansiedad. Aunque una cierta cuota de ansiedad es necesaria para afrontar las demandas de la vida, cuando se vuelve invalidante es motivo de preocupación. “Si la ansiedad genera evitación o paralización, es importante prestarle atención”, comentó.
La profesional diferenció entre ansiedad como síntoma y ansiedad de rasgo. La primera es temporal y está ligada a situaciones puntuales, mientras que la segunda es una característica más estable de la personalidad, que lleva a experimentar ansiedad en diversas situaciones. “En este momento, muchas personas pueden experimentar ansiedad como síntoma, pero es clave revisar si hay una tendencia de base que pueda complicarse”, aclaró.
El estrés prolongado puede tener consecuencias serias para la salud. “Cuando no nos hacemos cargo de los síntomas, ya sean emocionales o físicos, el organismo responde con inflamación crónica de bajo grado. Esto predispone al desarrollo de enfermedades y a la agravación de cuadros existentes, como trastornos de ansiedad o depresión”, advirtió Basabilbaso.
Estrategias para reducir el estrés
Para enfrentar estas situaciones, la experta brindó una serie de recomendaciones:
Planificar con anticipación: “No es necesario decir sí a todos los eventos. Es mejor organizar nuestras actividades y priorizar lo que realmente deseamos hacer”.
Delegar responsabilidades: “Evitemos asumir todas las tareas, como organizar cenas o eventos. Incluir a otros puede aliviar la carga”.
Cuidar los hábitos saludables: Mantener una buena alimentación, dormir lo suficiente y realizar actividad física moderada son claves. “En situaciones de estrés, recomiendo ejercicios de baja intensidad, como caminatas, para no sobrecargar al cuerpo”.
Buscar momentos de autocuidado: Basabilbaso sugiere regalarse instantes de pausa, como una tarde al aire libre, una sesión de masajes o simplemente tiempo en silencio.
Evitar temas conflictivos: “Es mejor no tratar de resolver conflictos familiares durante las fiestas. Si hay tensiones previas, puede ser más prudente evitar ciertas conversaciones”.
Conectar con el verdadero significado de las fiestas: La psicóloga enfatizó la importancia de reflexionar sobre lo que esta época significa para cada uno. “Saber que el 31 de diciembre no es el fin del mundo y que podemos seguir haciendo actividades en enero ayuda a aliviar la presión”, concluyó.