El rival de Colón, la muerte de Raggio, Aimar y la anécdota con Passarella
Estudiantes ganó el primer partido de este torneo y fue el único que dirigió Raggio antes de su muerte. El jugador más famoso que dio su historia fue el "Payaso" Aimar. "Señor Aimar, le habla Passarella, ¿por qué no lo deja a su hijo que venga a jugar en River?", "¿Usted es Passarella?, entonces yo soy Juan XXIII". Así arrancó aquella historia.
Gustavo Raggio, fallecido en los últimos días, armó el plantel de Estudiantes para la presente temporada y lo dirigió en el primer partido.
Colón va a jugar por primera vez en la historia con Estudiantes de Río Cuarto. Pero al margen de eso -no deja de ser un dato curioso como lo fue cuando enfrentó a Defensores Unidos de Zárate-, hay un par de aspectos muy particulares. Estudiantes perdió hace algunos días al hombre que armó el plantel: Gustavo Raggio, recientemente fallecido. Y en Estudiantes de Río Cuarto dio sus primeros pasos uno de los mejores jugadores que tuvo River en los últimos tiempos, actual integrante del cuerpo técnico de Lionel Scaloni: Pablo Aimar.
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Fernando Stagnari seguirá a cargo del plantel superior de Estudiantes de Río Cuarto en la Primera Nacional, junto a Juan Palandri y Luis Pérez Araya, quienes son sus colaboradores. Ellos se hicieron cargo del equipo luego de la muerte de Gustavo Raggio, que justamente dirigió en el primer partido, cuando Estudiantes le ganó a Deportivo Madryn por 1 a 0 con gol del Villalba en tiempo de descuento del primer tiempo. Después, el equipo cayó consecutivamente ante Defensores Unidos en Zárate y frente a Atlanta, en Río Cuarto. Luego de esos dos partidos, que ya no fueron dirigidos por Raggio porque estaba internado, se produjo el deceso de "Carozo" y se suspendió el partido de la cuarta fecha que debía jugarse ante Almirante Brown, en Isidro Casanova el pasado fin de semana. Luego de algunos días sin actividad, el plantel volvió a los entrenamientos en el Predio Pablo César Aimar ya pensando en el partido del domingo con Colón. Y Fernando Stagnari comentó: "Hoy estamos atravesando un momento durísimo. Más que un compañero de trabajo, un jefe, yo tenía una relación de amistad con él (por Gustavo Raggio). Hoy no tenerlo con nosotros es un dolor que te atraviesa el alma. Algo tan impensado y rápido, no nos dio tiempo ni a reaccionar. Es un contexto difícil. Cuando uno se lleva en el corazón, se recuerda y nunca muere. Esa es una forma de recordarlo para mí". En cuanto a la confirmación del club que seguirá al mando del plantel, el orientador táctico expresó: "La confirmación nos llena de gratitud. Tuvimos una charla con Alicio (Dagatti, quien asumió por quinta vez la presidencia en setiembre del año pasado) donde fue muy buena. Yo le dije que la decisión que tomaran iba a ser la correcta y que fuera por convencimiento, no por lástima".
El equipo que paró Delfino en la goleada de Colón ante Patronato. Crédito: Pablo Aguirre
"Lo hemos charlado con el profe, en renunciar. Hablando con la familia, amigos y con algunas charlas con Gustavo en los últimos días de vida, donde él quería que nosotros pudiéramos continuar con esto, me dijo ojalá lo pudiéramos sostener. Vamos a hacer lo posible para sostener lo que él tanto anheló", expresó Fernando Stagnari, quien dirigirá al equipo en el encuentro del domingo.
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Fundado en 1912, Estudiantes vivió su mejor momento histórico a mediados de la década de 1980, cuando llegó a disputar los Nacionales de 1983, 1984 y 1985 (en uno de ellos enfrentó a Unión). Tras aquellos años de esplendor, Estudiantes no volvió a los primeros planos del fútbol argentino: desde su primera participación en el ya extinto Torneo del Interior de 1986/87, el club intentó sin éxito llegar a la B Nacional. Con la reestructuración de los torneos a mediados de la década de 1990, el Celeste se mantuvo en el Argentino A (actual Federal A) hasta su descenso en 2000, que inauguró una época oscura: entre las temporadas 2000/01 y 2015/16, pasó 12 años en el Argentino B, con apenas dos ascensos en el medio. Hasta que en 2019 ascendió por fin a la B Nacional ganándole la final, en aquél entonces, a Sarmiento de Junín. En aquéllos tiempos de participación en los desaparecidos Nacionales, nombres como los de Cariaga y Crema (jugaron en Colón), Rago, Santecchia, Luis Ludueña, Roberto Mouzo, el "Sapito" Coleoni, el "Loco" Ferrari y Carlos Trucco (ambos atajaron en Unión), Daniel Pedro Killer (jugó en Unión y fue campeón del mundo con la selección en 1978), Llop, Rizzato (también jugó en Unión), Ramonda y la "Chancha" Villagra, se inscribieron en esa historia de los cordobeses en la máxima categoría, algo que por entonces parecía exclusiva prioridad de los equipos "capitalinos", como Belgrano, Talleres, Instituto y Racing.
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Enero del 2018 es un mes y un año imposible de olvidar. Ante una multitud que colmó el estadio "Antonio Candini", Pablo Aimar -una de las glorias del fútbol nacional- terminó redondeando una noche inolvidable: disfrutó de los 50 minutos que jugó hasta que lo reemplazaron en el complemento, concretó el sueño de compartir cancha con su hermano y se despidió del fútbol a lo grande. Entre los miles de hinchas que asistieron al partido se encontraba Marcelo Bielsa, quien lo dirigió en la Selección Argentina. Pablo "El Payito" Aimar que dejó el fútbol en 2015, volvió a las canchas a sus 38 años para despedirse con el club donde nació. Así se lo conocía en Río Cuarto, como el "Payito", porque el "Payo" era su padre. Seguramente como un desprendimiento de ese apodo, vino lo de "Payasito". Dos años y medio después de ponerle punto final a su carrera profesional, se dio el gusto de volver a pisar una cancha de fútbol para despedirse definitivamente de su gran amor, la pelota . Y lo hizo nada menos que junto a su hermano, Andrés, en el club de su ciudad, Estudiantes de Río Cuarto, y en un partido oficial. El ex jugador de River, retirado de la actividad desde mediados de 2015 tras no ser tenido en cuenta por Marcelo Gallardo para las instancias finales de la Copa Libertadores -que terminó ganando el club de Núñez- fue titular en el choque de vuelta por Copa Argentina entre el club donde se formó y Sportivo Belgrano de San Francisco tras la caída 1-2 en el primer encuentro.
Pablo Aimar se despidió del fútbol en 2018 con la camiseta de Estudiantes de Río Cuarto.
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Es una anécdota mínima que el padre, el "Payo", un ex jugador y técnico, haya sido el ideólogo de su segundo nombre —César— en homenaje al Flaco Menotti. Lo que marcó al Aimar más famoso fue el manual de vida que le inculcó su familia desde el 3 de noviembre de 1979, desde el momento de su nacimiento en la Clínica del Sud de su Río Cuarto, cuando era una inocencia hermosa de 3,400 kilogramos. Le enseñaron a ejecutar lo que sentía. Con ese lema como bandera, en 1994, Pablito viajó hasta Buenos Aires para probarse en River y pasó el examen con comodidad. Sin embargo, se volvió a su tierra porque extrañaba a papá y a mamá, y a los dos hermanos, Laura y Andrés.
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Tiempo más tarde, Daniel Passarella y Héctor Pitarch (el que lo descubrió) convencieron a Aimar para que se afincara en Núñez. Y ahí empezó... Sabía que ya no era como antes, como cuando cursaba en el colegio Manuel Belgrano y sus amigos del barrio natal de Banda Norte casi que lo llevaron a los empujones a jugar a Estudiantes de Río Cuarto. Si el capitán de la Argentina campeona del mundo en el 78 lo buscaba con tanta ansiedad, por algo era... "Yo jamás soñé con jugar al fútbol. Hay gente que no me cree, pero es la pura verdad. Hoy vivo lo que me tocó vivir y no puede decir que me haya desilusionado o sorprendido. Empecé a jugar en Río Cuarto porque lo hacían mis amigos y llegué a Buenos Aires porque vinieron algunos de ellos. Después, estando acá, me di cuenta de que podía jugar en un club grande y ganar plata". Pero hay una historia muy particular con su vuelta a River luego de aquella primera prueba. Mientras padre e hijo volvían a su ciudad natal, Daniel Pasarella, alojado en un hotel con el equipo de Primera, le preguntó al presidente millonario Alfredo Davicce qué había pasado con las pruebas de esa mañana. "Me dijo Pitarch que había un pibe que la rompió, Aimar se llama. Pero no quiso quedarse, dice que no le gustó", le contestó el presidente. Pasarella, sorprendido por cómo habían dejado ir al jugador, no dudó un segundo y se comunicó urgente con Pitarch para pedirle el teléfono de la casa de Aimar. Una vez que lo consiguió poco le importó el horario, era alrededor de la una de la mañana, y llamó al domicilio del Payaso donde lo atendió el padre. "Hola, ¿Hablo con la casa de Pablo Aimar?... Quisiera hablar con el padre de Pablito", le preguntó el Káiser. "Si, él habla. ¿Usted quién es?", contestó el señor Aimar sorprendido por el horario del llamado. "Mire, soy Daniel Passarella y quería saber por qué no trae a Pablito a jugar en River", se explayó el DT Millonario hasta que fue interrumpido por la voz del otro lado, que le dijo: "Si usted es Passarella, yo soy Juan XXIII" y enseguida le cortó. A la anécdota, Passarella la contó en varias oportunidades. Y es imperdible.
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