Domingo 10.3.2019
/Última actualización 17:00
Colón jugó su mejor partido en esta Superliga, mejor que con Domínguez, Fuertes y Comesaña. Jugaron como si fuera una final, con el cuchillo entre los dientes, apretando, corriendo una enormidad, con mucho coraje y también con fútbol. Hubo una idea definida, que se llevó a cabo casi a la perfección en el primer tiempo. Y en el segundo, con los naturales y acostumbrados bajones físicos a los que nos tiene acostumbrado este plantel, se jugó a achicar espacios cerca del área y contragolpear.
Las dos grandes preguntas son: 1) ¿por qué ahora sí y antes no?; 2) ¿qué pase de magia o de milagro tuvo el trabajo de Goux en tres días para revertir de esta manera la situación?
Y allí está la explicación del título de esta nota, que parece ambiguo o contradictorio, casi al límite de lo inentendible. El problema de Colón era Julio Comesaña; pero no era el DT. Porque si Goux logró, en tres prácticas, lo que no consiguieron Domínguez, Fuertes y Comesaña, pues entonces debería quedarse con el equipo para sostener y mejorar lo conseguido en el más que aceptable partido ante el puntero del torneo, al que superó en el primer tiempo y lo llevó a cometer errores poco habituales y a sufrir hasta el final para llevarse un puntito de oro de Santa Fe. Pero el fútbol no es así. O mejor dicho, no debiera ser así.
El plantel se rebeló y en buena hora. Dicen que hubo una charla en la semana, entre ellos, y algunos quisieron poner la cara en circunstancias impropias para la salud de un deportista: Fritzler jugó con una fisura en uno de sus dedos, infiltrado en la semana para entrenar y el sábado para jugar. “Esperemos que todo salga bien”, fue la frase que, internamente, el mismo jugador y el cuerpo médico se dijeron. ¿Puede ser “cagón” un jugador que juega en esas condiciones?, ¿puede ser “miedoso” un jugador que arriesga así?, evidentemente no.
Los jugadores de Colón demostraron que, en el fútbol, los que definen son ellos, los jugadores. Superan y trascienden cualquier táctica o estrategia, pero también es cierto que necesitan de un orden y una preparación que viene de afuera y es responsabilidad del cuerpo técnico. Domínguez no le estaba dando una línea de juego y el equipo dependía del “mal humor” y los errores del rival, porque jugaba a eso, a la equivocación del rival.
Por fin se vio algo diferente: el primer tiempo de Colón fue de “mojada de oreja” permanente al rival. Le iba ganando bien y de no ser por los groseros y perjudiciales errores de Baliño (debió expulsar a Neri Cardozo y debió dar el primer penal en perjuicio de Morelo), el resultado podría haber sido mayor. Colón fue protagonista, metió, luchó, apretó, corrió y jugó. Tenía un equipo “atado con alambres”, con varios cambios, con Toledo de “8”, con Fritzler infiltrado, con el “Pulga” en el banco. Sin embargo, fue al frente ante el embalado puntero y lo superó, por momentos con amplitud.
Es cierto que cuando un técnico se va, hay cosas que aparecen como por arte de magia. El plantel no estaba a gusto con Comesaña; y Comesaña no estaba a gusto en Santa Fe. Esto acrecienta el error de haberlo traido, del cuál se hizo cargo Vignatti. Y también el error de no advertir algunas situaciones que se iban dando en la relación técnico-plantel y que eran extremadamente negativas y ya se hacían insoportables. Por algo, Comesaña ni siquiera se despidió de sus jugadores, un hecho inédito, increíble, que no ha sido una habitualidad y casi me animo a decir que ni siquiera son excepciones. Los técnicos, sumergidos en el fondo del mar y colmados de tristeza, lo primero que hacen, cuando se van de un club, es despedirse de sus jugadores. Comesaña no lo hizo. Y previamente dijo: “Los jugadores tienen miedo de jugar”...
Algunas cosas se han escapado de las manos en este proceso. La mala preparación física anterior (los jugadores se arrastraban en los segundos tiempos) y esto de Comesaña. Pero además, una actitud que se vio ante Racing y que no era la habitual. Los jugadores son, también, grandes responsables. Por eso, es responsabilidad de la dirigencia la de analizar muy detenidamente los comportamientos y los hechos que se van sucediendo. O de un manager que advierta con conocimiento y percepción, que no sólo se dedique a aspectos de logística sino a descubrir estas situaciones que en el fútbol de alta competencia cuestan muy caras.
La gente saca conclusiones los fines de semana, viendo al equipo en los 90 minutos y conociendo el 1 por ciento de las cosas que suceden en un plantel. Más allá de la pasión, que muchas veces obnubila el pensamiento, pueden advertir cuándo un equipo se la juega y cuándo un jugador entrega un plus e intenta ir más allá de sus posibilidades. Colón jugó así ante Racing. ¿Por qué no antes?... La contestación está en el título paradójico que elegí para este artículo.
El plantel no estaba a gusto con Comesaña; y Comesaña no estaba a gusto en Santa Fe.