Gastón Neffen
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@gneffen
Algunos automovilistas, ciclistas y motociclistas tienen una cosa en común en Santa Fe: les cuesta cumplir las normas.
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La “bici” está creciendo como medio de transporte en la ciudad. Pero Santa Fe no es Copenhague —“la tierra prometida” de las bicicletas— y acá los protagonistas del tránsito todavía tienen un vínculo laxo con las normas: a veces las cumplen y otras no.
Los automovilistas hacen cosas insólitas, como doblar en U después de salir del Puente Colgante en el ingreso a la Costanera Oeste. En las avenidas del norte de la ciudad, la circulación de las motos es anárquica y hace rato que imitan una extraña conducta de muchos ciclistas: cruzar los semáforos en rojo, cuando ven que hay margen.
La semana pasada, un relevamiento de El Litoral volvió a poner en foco la cantidad de autos que estacionan en la ciclovía de la Costanera Oeste de lunes a sábado (los domingos está permitido) y que obligan a las “bicis” a circular en medio del tránsito, una situación que es peligrosa. Lo mismo pasa en el espacio exclusivo que tienen los ciclistas en Marcial Candioti y Gobernador Candioti.
Un lector recogió el guante y envió a El Litoral un montón de fotos con infracciones que cometen los ciclistas. Los fotografió circulando por avenida Alem —está prohibido—, cruzando semáforos en rojo en bulevar, y otro lector los grabó haciendo maniobras peligrosas entre los autos en uno de los aliviadores de la ruta nacional 168.
En realidad, el eje de las tensiones entre ciclistas, motociclistas y automovilistas es el “dale que va”: la flexible relación con las normas de tránsito. Es cierto que Santa Fe puede actualizar las ordenanzas de tránsito para que la ciudad sea más amigable con peatones y ciclistas, estimular flujos de circulación más sustentables y lograr un control más eficiente del tránsito para cortar con “los deslices” que ponen en riesgo a todos. Pero también hay una responsabilidad individual, un compromiso con el otro —que comparte el espacio público— y un cierto grado de civismo esencial para construir una ciudad más ordenada y segura.
¿A los ciclistas se los puede multar?
Los automovilistas que cometen una infracción pueden ser multados pero en la ciudad no existe una reglamentación que permita sancionar a un ciclista. Desde el municipio le explicaron a El Litoral que las multas se labran sobre las patentes y que las “bicis” no las tienen. En los últimos años se analizaron proyectos en el Concejo para identificar a las bicicletas —y así tener alguna herramienta de control y seguimiento—, pero hasta el momento no se cristalizó ninguno.
Pero el problema va más allá del marco legal: las motos tienen patentes y muchas cruzan el semáforo en rojo igual.
El nuevo cantero central de bulevar Gálvez —la columna transversal de la ciudad— ahora es el escenario de tensiones entre los peatones y los ciclistas. Cuando se inauguró el paseo, el municipio planteó que los ciclistas podían circular por el cantero, pero a una velocidad moderada, como un sector de uso recreativo y no de transporte.
El problema es que hay ciclistas que pedalean a mucha velocidad —incluso chicos haciendo willy— en los horarios pico de la tarde-noche, cuando hay gente haciendo running, parejas caminando y gente paseando el perro. ¿La solución es prohibir la circulación de los ciclistas, que tienen una ciclovía a dos cuadras? Con responsabilidad y sentido común, todos podrían disfrutar del espacio.