Dr. Hugo D. Valderrama | Médico neurólogo - Máster en Neurociencias (Mat. 5010)
Dr. Hugo D. Valderrama | Médico neurólogo - Máster en Neurociencias (Mat. 5010)
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Si lo tomó desprevenido y no comprendió el título en la primera lectura, puede que tenga que concentrarse y releer. Sin instrucciones, solo inténtelo nuevamente. Si ya lo logró, estará pensando... ¿Cómo lo hice?
El ejercicio de leer y comprender, necesita de "gimnasios" y más que nada, de sus "entrenadores personales". Necesita de las escuelas y sus maestros. No hay genes específicos, como tampoco un centro en el cerebro con que se nazca, exclusivamente para la lectura.
La escritura y su interpretación es un invento cultural, que iniciamos su elaboración hace aproximadamente 6.000 años. No se adquiere espontáneamente, se transmite de generación en generación. Gracias a esto último, seguramente pudo decodificar todo o parte del título, que le dí a esta columna: ¿"Cómo logra nuestro cerebro entender esto?"
Neuronas para la lectura
Las neuronas para la lectura surgen del reciclaje, una muestra más de la plasticidad que posee nuestro cerebro. Reciclamos parte de las neuronas especializadas en la percepción visual de las caras y objetos, para darles otra tarea: identificar símbolos. Con la escolaridad las ponemos a ejercitar, para identificar letras, patrones de letras, e incluso unidades llamadas morfemas.
Luego de un entrenamiento arduo y suficiente en las aulas, nos volvemos más efectivos, llegamos a automatizar a ese grupo de neuronas. De la misma manera que automáticamente podemos reconocer comida, para nuestra supervivencia, generamos una conexión para el significado de los símbolos, prácticamente instantánea.
En el proceso final intervienen varias redes neuronales, tardamos diez años en promedio en alcanzar su plena madurez. Pero la educación nos lleva ir un paso más allá de solo identificar letras, nos lleva a elaborar conexiones más eficientes, que generan pensamientos más complejos.
En el título de la columna hay transposición de letras –es decir, la alteración de sus órdenes en la palabra– y también reemplazos por otros símbolos. Pero nuestro cerebro cuando lee, tiene claro para que lo entrenaron en las aulas, ser lo más eficaz posible en ello. Intenta llevarse "puestas" todas estas barreras, cuando necesita comprender. Con que la primera y la última letra de la palabra, estén escritas en la posición correcta y con símbolos más o menos similares visualmente (en este caso el número 3 por E), puede llegar a lograrlo.
Aprovecho la oportunidad de dar infinitas gracias para aquellos maestros, que se enfrentan o enfrentarán al riesgo de esta maldita pandemia, así como lo hacen los médicos, policías y millones de trabajadores de todas las áreas. Basándonos en los datos que progresivamente nos aporta la ciencia y aprendiendo, de la experiencia de aquellos países que pudieron por el momento reiniciar las clases... como dijo Quino por medio de Mafalda: "Que lo urgente, no quite tiempo para lo importante".