Bienvenidas, golondrinas: por qué son un bello y necesario espectáculo para el cielo de Santa Fe
Comenzó el proceso migratorio de estas aves desde el norte continental hasta esta región. Ahora están en proceso de nidificación. Su presencia es importante porque equilibran ciclos biológicos. Un experto invita: "Es hora de bajar un cambio, levantar la cabeza y contemplar este regalo de la naturaleza".
Bienvenidas, golondrinas: por qué son un bello y necesario espectáculo para el cielo de Santa Fe
En un empecinado aleteo y después de haber recorrido miles de kilómetros desde el Norte continental (Centroamérica y Estados Unidos), las golondrinas han llegado a la ciudad de Santa Fe. A los ojos despistados y sometidos por la alienación urbana todavía pasaron desapercibidas, y hasta se las confunde con otros pájaros; pero algunos, los amantes de la naturaleza -incluso aquellas parejas que celebran el amor romántico, a la vieja usanza- las esperaban.
El vuelo de la golondrina es el de la anunciación de una estación que ya empezó, la primavera. Y aquí están, en busca del necesario calor, de poder nidificar y de alimentarse del "abundante menú" de insectos voladores, que son su principal alimento. En la "capital de los mosquitos", será muy difícil que pasen hambre.
Pablo Capovilla es un entendido en los movimientos de las aves y los ciclos de la naturaleza. En la foto, durante una recorrida en la Reserva Natural Urbana. Foto: Luis Cetraro
A la ciudad y a la provincia llegan durante cada año llegan un total de 11 especies de golondrinas: dos en invierno (ya se fueron a regiones más frías) y las otras nueve llegaron ahora, buscando temperaturas más elevadas. Las más comunes son la doméstica, la parda y la negra. Éstas vinieron a nidificar, es decir, a instalarse para tener sus pichones.
Las golondrinas hacen sus nidos en los huecos de las paredes de los viejos edificios (por ejemplo, hoy pueden verse en el Molino Marconetti y otras áreas de la zona del Puerto de Santa Fe); en las paredes, en los resquicios de las canaletas. Pero hay una curiosidad: la especie parda, sobre todo, lo hace en los nidos de horneros que quedaron vacíos.
"Es que el hornero hace un nido por temporada, entonces queda siempre alguna 'casita de barro' desocupada. Y las golondrinas los reutilizan. Sabidurías de la naturaleza" le explica a El Litoral Pablo Capovilla, experto en aves, quien junto a Eduardo Beltrocco son guías intérpretes de naturaleza tanto de la Reserva Natural Urbana del Oeste como del Jardín Botánico.
Y una vez que nidificaron, se reproducen los pichones; éstos ya vuelan y son juveniles, ahí sí se empiezan a ver en las plazas y en los grandes arbolados de la ciudad. Este momento es el final del verano y la llegada del otoño en la Argentina, que a su vez marca que ha llegado la hora de volver a migrar hacia el norte continental. En esas aglomeraciones es como si estuvieran despidiéndose de una ciudad que hospitalariamente las acogió, sólo por sus características ambientales y geográficas.
¿Y por qué las golondrinas llegan de una forma tan masiva a la ciudad capital? "Las golondrinas vienen aquí porque hay un aumento del alimento de ellas, además del calor. Es que se alimentan de insectos voladores chiquitos: mosquitos, moscas, abejas, algunos escarabajitos que vuelan, pero sobre todo mosquitos. Y claro, en la ciudad hay muchos...", sonríe Capovilla, como dando por sentado lo antes dicho.
Y la altura a la que vuelan depende siempre de dónde está ese alimento. "Cuando los insectos voladores están altos, las golondrinas los van a buscar más arriba; si están más abajo, reducen la altura. Esto pasa para todas las especies. En este punto, da para pensar que los diferentes venenos que se tiran al ambiente para combatir los insectos también a las golondrinas quizás las afecta en algo, por comerse insectos envenenados... Pero hasta ahora no hay registros certeros de esto", advierte el experto.
¿Pueden verse en la provincia otras especies de golondrinas más raras, además de la doméstica, la parda y la negra? Hay algunas, sí, que están más cerca del río y no se quieren meter tanto en el ruido de la gran ciudad. Un ejemplo de la golondrina que casi no se ve es la especie "tijerita".
Curiosamente, la golondrina "tijerita" empezó a nidificar en la Argentina hace unos 50 años. "Esto está en estudio científico. Pero al parecer, se vinieron por la escasez de insectos voladores en el Hemisferio Norte. Hay un montón de factores que inciden en la no aparición de estos insectos en aquel sector del Continente, y en consecuencia algunas golondrinas raras ya nidifican en la provincia, sobre todo en el sur. Es muy raro que esta especie haga semejante cambio", explica Capovilla.
¿Y cómo cuidarlas? ¿Qué tener en cuenta al momento de preservarlas? "Primero, creo que es fundamental conocerlas y saber que están. Darnos ese ratito para tomar conciencia de que estas aves que están en la ciudad, no son las que vemos todo el año. Ellas generan un equilibrio biológico (con los insectos, que son su fuente de alimento); entonces, molestarlas o tapar los huecos de nidificación no es pertinente", explica Capovilla.
"Me parece que la gente de esta querida ciudad tiene que frenar un poco su ritmo y disfrutar de las golondrinas. Si alguien se sienta hoy en los banquitos del casino y del Puerto, mirando hacia el río, podría simplemente contemplarlas. Esto sirve para darnos cuenta de que convivimos con muchas especies. Ellas son esos 'vecinos' que necesitamos conocer, porque de lo contrario, todo nos da lo mismo y en un momento nos daremos cuenta de que estamos aislados de lo que realmente nos rodea", da su opinión el especialista en aves.
Una vez, Luis Alberto Spinetta escribió: "Las golondrinas del Plaza de Mayo, se van en invierno, vuelven en verano; y si las observas comprenderás que sólo vuelan en libertad". El "Flaco Eterno" las estaba mirando en Capital Federal, hace 46 años, quizás sentado en un banco, sólo mirando hacia arriba, y compuso la canción. Es la idea de contemplación y libertad. Algo muy necesario por estos días tan difíciles.