Viernes 24.4.2020
/Última actualización 9:41
A cada familia la cuarentena le impacta de manera diferente. Algunos que trabajan desde casa sienten que están viviendo la “invasión de los bárbaros”. Otros, acostumbrados a estar poco en el hogar o en determinados momentos, repentinamente se encuentran en un mundo desconocido. Y hay quienes tienen un desafío enorme: concurrir a sus lugares de trabajo y tener los chicos en casa, sin escuela.
Muchas veces escuchamos que cada familia es un mundo. Y la verdad de este dicho hoy se evidencia completamente. No hay recetas mágicas. Hay atención, cuidado y tiempos propios. Sin embargo algunas sugerencias generales, nos pueden servir:
—Fijar un horario: la idea es que sea flexible, pero que haya un momento para cada cosa. Elaborar una rutina básica: a qué hora nos levantamos y a qué hora nos acostamos, y mantener las rutinas de baño e higiene.
—Cada miembro debe tener sus encargos domésticos según su edad: el cuidado del hogar es de todos. Evitarles esfuerzos no los hace más felices, los hace más débiles.
—Colocar en un lugar visible la agenda: es fundamental que ellos participen en su confección. Si son preescolares, imprimir dibujos que representen las acciones que pueden hacer ellos. Las recortan, pintan y pegan en orden secuencial.
—Respecto a los trabajos escolares que se envían para realizar en casa: si durante el año no puedo acompañar a mi hijo, ahora tengo la oportunidad. Averiguamos juntos las respuestas o podemos involucrar a tíos y abuelos con videollamadas.
—La relación familia-escuela en estas situaciones se muestra con mayor claridad. Las consignas dadas por los docentes deben ser claras y realistas en relación al tiempo de duración del aislamiento y brindar la posibilidad de contacto virtual con el personal a cargo del grupo.
—Establecer la hora de estudio para realizar los trabajos escolares. Televisión apagada, celulares fuera. Este puede ser un hábito a conservarse durante el año.
—Recordar que las tareas escolares son responsabilidad de nuestro hijo. Puedo ayudarlo o buscar ayuda, pero nunca hacer los trabajos por él o por ella. La autoestima y la responsabilidad van juntas.
—Las plataformas de entretenimiento pueden darnos una mano con los chicos cuando por ejemplo, tenemos que trabajar o necesito tiempo a solas. En esos momentos que vean el capítulo de la serie o la película, nos permite concentrarnos mejor. Es importante que nosotros sepamos lo que ven: jamás hay que dejar a un niño navegando solo en internet. Disfrutar juntos de esa serie como hace rato a lo mejor no podíamos. Evitar “las maratones”, y tener noción aproximada de cuánto tiempo están frente a la pantalla.
—Realizar actividad física, en poco metros cuadrados podemos armarles una rutina gimnástica. Muchos profesores ya están enviando videos para que los chicos puedan realizar en casa sin alterar el espacio común.
—Favorecer la conciencia social. Cuando a los niños les damos la posibilidad de colaborar con quiénes más lo necesitan, suelen estar atentos a hacerlo. Si, por ejemplo, tenemos vecinos que están en grupos de riesgo, podemos ofrecer realizarle la compra y pedirle a nuestro hijo que nos lo recuerde cuando vamos a hacer la nuestra.
—Olvidarnos de ser mamás y papás perfectos. Dejar espacio para el aburrimiento y el juego. La creatividad de nuestros hijos nos va a sorprender. Aprovechar para hacer esa receta que nunca hacemos, enseñar a coser un botón, prender el lavarropas, o tener esa conversación que hace tiempo queremos tener.
Este es un momento único. Estamos fabricando recuerdos que pasarán a formar parte del anecdotario familiar. Tal vez pueda parecernos una estación larga, pero sabemos que va a terminar. Es tiempo de relaciones vitales que pueden ser la ocasión de redescubrir la belleza de lo nuestro, lo cotidiano y lo comunitario.