Nicolás Loyarte
Tiene su puesto en la Costanera frente a la Tecnológica y su atelier en barrio Sargento Cabral. Es socio honorífico de la Asociación de Fileteadores de la Argentina y una de sus obras fue expuesta en el Senado nacional. Su cuenta pendiente es exponer en su ciudad.
Nicolás Loyarte
nloyarte@ellitoral.com
@nicoloyarte
Desde hace más de tres décadas, Peco “hace hablar” a los pinceles. Con su arte provoca que los textos vuelen en firuletes espiralados y colores fuertes. Las ideas expresadas con la técnica del filete porteño, desde los dedos de la mano derecha de Peco, cobran belleza. Colectivos, carteles, guitarras, baúles y todo tipo de objetos son vehículos donde canalizar este arte —nacido a fines del siglo XIX en Buenos Aires— que parece extinguirse en nuestra ciudad. Es que Peco no encuentra heredero, es el único fileteador santafesino, y quiere que su pasión lo trascienda, perdure en el tiempo.
Por ello es que Peco (Oscar Pecorari, 63) se contactó una vez más con El Litoral, ansioso por contar sobre las actividades de las que participa como miembro de la Asociación de Fileteadores de la Argentina (es socio honorífico), con sede en Buenos Aires, donde muchas veces pareciera que es donde todo ocurre. Y con el orgullo de la pertenencia, recordó que el año pasado la Unesco declaró al filete porteño Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
La charla se dio en su atelier de barrio Sargento Cabral, en Sarmiento al 5400, donde Peco creó un ambiente plagado de colores a fuerza de tarritos llenos de pintura, pinceles, atriles y todo tipo de objetos invadidos por el filete.
—Peco, ¿cuántos años hace que te dedicás al filete porteño?
—Empecé fileteando los colectivos urbanos hace unos 35 años.
—¿Qué materiales utilizás?
—Esmalte sintético, porque es tradicional y es con lo que puedo pintar. Ahora otros fileteadores están pintando con acrílico o sintéticos al agua, que los probé en Buenos Aires y no me convenció; depende de cada fileteador. Y luego, se utilizan pinceles especiales para letras, que tienen más pelos y son más largos, para cargar mayor pintura y poder realizar trazos más largos.
—¿Tenés predilección por alguna tipografía?
—Ninguna... es como para un nadador tener una buena pileta. Tuve la ventaja de empezar pintando letras, entonces, cuando comencé a filetear ya sabía manejar los pinceles.
—¿Seguís en contacto con los fileteros porteños?
—Sí, nos encontramos todos los 14 de septiembre en el Día del Fileteador. Y desde hace cinco años en esa fecha se realiza el Encuentro Anual de Fileteadores. Nos reunimos tres días en Buenos Aires —este año fue el 16, 17 y 18 de septiembre—, el primero se inaugura una muestra, el segundo se realizan talleres y charlas, y el tercer día, una asamblea para delinear el trabajo anual de la Asociación de Filiteadores de la Argentina.
—¿Hay fileteadores en otras provincias?
—Hay más de lo que uno pensaba. Cuando se realizó el primer encuentro, hace cinco años, se conformó la asociación. Y a consecuencia de ello, al año siguiente se sumaron fileteadores de Córdoba, Mendoza, Bahía Blanca y otras provincias. Y a medida que pasa el tiempo se van sumando cada vez más. Este año se presentaron 148 obras, una por cada expositor. Como perlita, hay un fileteador boliviano que vive en La Paz y es autodidacta, al igual que yo. Es increíble como este arte trascendió los límites del país, por ello es que ya no se circunscribe a los porteños, pero su nombre es correcto porque marca una identidad.
—¿Y en Santa Fe no hay otro fileteador?
—No, nadie. Se ha acercado gente a querer aprender pero ninguno se enganchó. Algunos lo ven como algo comercial, pero para aprender este oficio no hay que buscar la veta comercial. Hay que saber pintar y descubrir su encanto.
—¿Tampoco se acercó nadie de las escuelas de arte o del Liceo Municipal?
—No, nadie, y eso que tengo cierta trayectoria en la ciudad, pero no soy de andar atrás de nadie.
—Pero es algo que se puede perder...
—Nunca se vio al filete como un arte. Con las exposiciones realizadas y su difusión, hoy eso está fuera de discusión. Y al haber sido declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, este año la exposición anual se realizó en el Senado de la Nación, lo que le otorgó mayor relevancia; y se me infla el pecho al saber que un trabajo mío está en el Museo del Senado. Pese a ello, nunca expuse en Santa Fe, nadie me buscó ni me abrió una puerta. Tengo muchos reconocimientos, hasta una medalla a la trayectoria otorgada por entonces vicegobernador Jorge Henn.
—¿Dónde te gustaría exponer?
—En una sala que no sea tan grande, donde se luzcan las obras. Quiero que la gente vea mi trabajo, lo conozca y lo difunda; que diga “esto se hace en Santa Fe”, no para agrandarme sino para que se sepa que tenemos a nuestro representante de este arte.
—¿Te gustaría intervenir con un filete el Puente Colgante?
—Sí, claro, pero que donde se pinte se respete, porque este tipo de trabajos se degradan con el tiempo y, por ahí aparece alguno que lo pinta encima, lo tapa, y se terminó. Pienso que el trabajo debe perdurar, por eso quizá se pueda realizar una intervención en otro espacio urbano más protegido, una sala o espacio de cultura de la ciudad. La idea no es que se diga “lo pintó Peco”, sino que quede la huella del arte, del filete, porque uno le pone mucha pasión, le pone el alma a esto. Antes las huellas del filete eran los colectivos urbanos...
—¿Te acordás cuándo fileteaste el último colectivo?
—En el año 2004, un coche de la Línea 18. Ahí se terminó todo...
>> Patrimonio de la Humanidad
El 1º de diciembre de 2015, la Unesco declaró al filete porteño Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
>>> fileteadores.com es la página en Internet de la Asociación de Fileteadores de Argentina.