“La pirotecnia manejada por inexpertos, y todos lo somos, es un riesgo con consecuencias muy graves”, advierte el Dr. Nicolás Morello, integrante del Comité de Lesiones de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), Filial Santa Fe. Por eso, a la hora de festejar, muchos terminan en la guardia de un hospital. Y los números lo confirman.
El comité de prevención de lesiones de la Sociedad Argentina de Pediatría realiza un seguimiento anual de lesionados por pirotecnia. En este marco relevó una base de datos del Hospital de Niños Dr. Orlando Alassia, tomando un período que abarca desde el año 2000 a 2011.
Por manipulación de pirotecnia se registró un total de 281 casos de incidentes en ese lapso de tiempo, observándose en el 2003 un gran pico de incidencia, luego del cual se ve claramente un descenso en el número de accidentados. Sin embargo, en el 2008 comienza nuevamente una tendencia creciente en cuanto al número de lesiones secundarias, alcanzando un nuevo pico en el 2010.
“Si bien actualmente estamos frente a un descenso en el número de casos de niños que han padecido este tipo de trauma, igualmente nos debe poner en alerta y continuar con medidas preventivas para reducir la casuística de este año, ya que son 14 los casos ocurridos”, advierte el especialista.
En cuanto a la distribución por edades, los niños de 7 a 14 años representan el grupo donde ocurre el mayor número de casos, representando más del 75 % del total de pacientes ingresados al hospital en el período estudiado.
Las zonas corporales donde se observaron mayor cantidad de lesiones fueron cara y manos. En las primeras predomina el compromiso ocular, demostrando la peligrosidad de este tipo de hechos. En cuanto a las extremidades superiores, se observaron quemaduras leves hasta amputaciones de los dedos de las manos. Cabe resaltar, que estas lesiones representan un hecho secuelar e invalidante para el resto de la vida del niño.
Por todo esto, desde el comité sostienen que “la mejor prevención es no usar pirotecnia. Este tipo de hechos son 100 % evitables si los niños y los adultos se abstienen de consumir los productos”. Y advierten que la raíz del problema “no está solo en la existencia de los fuegos artificiales o los artefactos de estruendo, sino también en las manos de quienes prenden sus mechas y, sobre todo, en el desconocimiento del peligro que encierran”. Desde el punto de vista de la salud, “no hay buena o mala pirotecnia, ni autorizada o no autorizada, ni pólvora negra o blanca. El peligro radica en usarlas, esa es la única causa en este tipo de accidentes”.