La franja de viviendas que está a la derecha de la Ruta Nacional 168 yendo hacia Paraná es La Vuelta del Paraguayo. Hoy, quizás, no es tan visible por la construcción de boliches que se erigieron paralelos a la ruta, pero el barrio allí está.
A la Vuelta del Paraguayo se puede arribar de dos maneras: por tierra, por un camino que se abre apenas concluye el puente Héroes de Malvinas que conduce a Alto Verde; o por agua, a través de una canoa o lancha que sale desde el sector donde están emplazados los boliches. Es que el barrio está ubicado sobre la barranca del riacho Santa Fe.
Si bien hoy el contexto es completamente opuesto, en épocas de crecientes o abundantes lluvias no hay manera de entrar y salir del barrio que no sea en canoa. Todas las casas sienten el ingreso del agua y las familias se asientan sobre la vieja traza de la 168 - hoy con construcciones de confiterías bailables - y allí permanecen hasta que el agua se va.
La pesca y venta de carnada es el principal medio de subsistencia de la gente del lugar, que se considera conocedora del río y amante de la naturaleza.
Sobre las demandas de los vecinos sobresale la necesidad de elevar el camino de acceso para que no se corte ante una crecida o abundantes lluvias. También piden por un dispensario ya que el más próximo queda en Alto Verde y por iluminación.
La primaria Mateo Booz
La escuela Mateo Booz es una escuela rural, categoría establecida por el Ministerio de Educación de la provincia, dada la distancia que mantiene con la ciudad, a pesar de estar a 1.500 metros del Puente Colgante.
Para llegar hay que transitar por el camino principal, y único del barrio, hasta toparse con la institución o bien cruzar el riacho en canoa.
Silvina Beltramino, la directora, cuenta que " los maestros llegan a la escuela en su mayoría por colectivo y en la zona de boliches los espera el canoero que los cruza".
Con la llegada de la pandemia en el 2020, la escuela debió enfrentar un gran desafío para poder estar cerca de los chicos, "fue difícil al principio acomodarnos, porque acá no siempre hay internet. Entonces hubo que buscar la manera de hacer y estar cerca de ellos", explica Silvina Beltramino.
Fue a través de escritos que se pudo llegar a los alumnos, continúa la directora, "yo venía a entregar los bolsones de alimentos y aprovechaba para darles tareas escritas a los padres. También usábamos WhatsApp para estar en contacto, pero a veces acá no tenés buena señal o no tienen datos".
La matrícula de la escuela este año es de 22 chicos en primaria y 15 en nivel inicial. Siempre va cambiando pero se mantiene entre 35 y 40 alumnos por año.
Desde marzo la presencialidad es plena en esta escuela santafesina, o sea que "los chicos vienen todos los días desde hace meses porque los grados son reducidos. Eso ayudó mucho en el avance de los contenidos", destacó la directora.
Sobre la educación secundaria es importante contar que desde 2019, todos los egresados de la Mateo Booz tienen la posibilidad de continuar sus estudios en el barrio gracias a la apertura de una escuela. Antes debían trasladarse hasta Alto Verde o el centro de la ciudad y muchos abandonaban sus estudios.
Historia
Sobre el nombre de la jurisdicción hay varias versiones. Hay quienes cuentan que se debe a un barco paraguayo que traía mercadería de contrabando y se hundió, y otros que obedece a un hombre de esa nacionalidad que llegó a la zona y se convirtió en un referente.
A fines del siglo XIX empezaron a llegar familias provenientes de la costa para trabajar en el puerto. Con los años, fue cobrando vida y se constituyó en barrio. Se asentaron sin ningún tipo de permiso, pero como tampoco nadie se los prohibió la zona fue creciendo y se constituyó en barrio. El contacto con el río y la naturaleza constituyen su principal identidad.
Raúl Benavides integra la comisión directiva del Yacht Club, que asumió hace dos años. Sobre la historia del club contó que nació en 1936 gracias a un grupo de visionarios que se juntó en una casa ubicada en calle 25 de Mayo, entre crespo y Suipacha, y decidieron el nacimiento de la institución.
"Era gente vinculada a la náutica, pero al transporte fluvial, a la náutica comercial, pero que también le gustaba la faz deportiva. Gracias a ellos nació el Club", cuenta el hombre. Y agregó: "La institución sufrió grandes inundaciones, algo completamente diferente al contexto actual de bajante. Una fue la de 1966, donde hubo que volar la ruta y el agua se vino para acá. También la del 83. Cada inundación es para el club una destrucción total o semitotal de las instalaciones y hay que arrancar de nuevo".
En el marco de la pandemia y las restricciones, la comisión directiva aprovecho para realizar obras. Actualmente posee una escuela de vela para chicos y grandes, abierta a la comunidad, y ofrece cursos de timonel. También posee un convenio con la UNL, a través del cual los estudiantes pueden utilizar algunas embarcaciones, y un comedor abierto a toda la comunidad.